Termina un Summercase histórico con las actuaciones de The Verve, Blondie o Sex Pistols
The Kooks, Cansei de Ser Sexy o Los Campesinos! compartieron cartel con los grandes The Breeders o The Strangles. Grinderman o Interpol estuvieron pletóricos el segundo día
La tercera edición transcurrió bien de sonido pese a las patinazos en varios conciertos del escenario Converse. El primer día Los Campesinos! o The Raveonettes tuvieron serios problemas con la voz, mientras que el sábado la cara visible de Interpol se quedó un poco mosqui porque una de sus guitarras no se oyó durante algunos minutos. Este año el Summercase volvió a contar con una organización de primera. Casi nada de colas para ir al baño o para comprar tickets, pero conservó los mismos errores con lo que nació.
Ya sabíamos que el cartel traería curiosidades y sorpresas. Grande la tendencia de traer a la capital a grupos míticos que nunca pisaron Madrid. El cambio de fechas les quitó poco público, el año pasado dieron más de cien mil asistentes como cifra oficial y este año no superan los ochenta mil. Mención especial a su concienciación medioambiental reciclando los vasos. Un aplauso, han sido los únicos.
El viernes, unos tempraneros The Kooks comenzaron a calentar los motores del indie británico, para dejar paso a luego a bandas con séquitos de fans. Unos Sex Pistols muy mayores no convencieron demasiado, mientras que al mismo tiempo unos The Raveonettes sin Sharin Foo mantenían apasionados al público más amigo del noise que del punk añejo. Esa misma noche estuvieron especialmente divertidos Kaiser Chiefs o la pandilla brasileña de Cansei de Ser Sexy, que vuelve a España con nueva bajista y sus geniales horteradas. Pocos habían escuchado su nuevo disco pero no por ello dejaron de pegar un brinco. En el mismo escenario, algo después una banda recién salida del horno capitaneada por Yannis Philippakis, un chico de metro y medio cuyos movimientos nerviosos con la guitarra hicieron llegar su dance punk eufórico a los menos convencidos.
El sábado volvimos a quedar atrapados con el petardeo de por la tarde. Easy Snap o Hidrogenesse abrieron una tarde tórrida en la que el público aún no se hallaba después de la fiesta del día anterior. Encima sin sombras y sin rastro de la prometida paisonadora que acabaría con las piedras del recinto. Bastante temprano comenzó Grinderman, el nuevo divertimento de un predicador que se hace llamar Nick Cave. Junto a los Bad Seeds, este australiano y sus secuaces supusieron al Summercase un bocado de rock salvaje e incendiario directo al estómago.
Aún no había anochecido cuando Debbie Harry subió al escenario Sony con habituales pintajas para demostrar que sigue en perfecta forma. Que es una señora y que sigue perteneciendo a una banda frenética que fue capaz de conquistar a padres e hijos con una facilidad brutal. Unos 50 minutos de repertorio tipo hits. Les perdonamos Maria por Heart of glass y One Way Or Another.
Unos minutos después, en el mismo escenario en que The Verve haría más grande nuestra historia musical, Kurt Cobain parecía haber resucitado. Casi todos lo comentaron. En aquella pantalla, los ojos de Paul Banks, líder de Interpol, parecían dar vida a los del mítico líder de Nirvana. E hicieron un concierto para fans tocando al principio lo más bailongo de su oscuro rock para dejar paso a temas lentos que espantaron a algunos. Ni siquiera tocaron The Heinrich Maneuver y lo mismo les da, pero sí PDA y un concierto perfecto, ordenado y eficaz como ellos.