La segunda edición del festival termina con un gran éxito de público, música y organización
Los Babyshambles comenzaban con retraso y con un Doherty en traje negro, rostro pálido, ojeras profundas y una borrachera que acentúo su show sin perder calidad. Gran repaso a su Shotters Nation y todos sus éxitos en un derroche de entrega, carisma y clase de un tipo que tiene algo; pose, estilo propio, escuela. Cerró su noche con un interminable Fuck forever durante la que el británico se lanzó al público para desaparecer unos minutos engullido por la masa.
Un rato para ver a El Guincho, grata y divertida sorpresa, y dos horas con las canciones de Prodigy, Los ingleses decepcionaron bastante. Un concierto correcto, sin alardes, lejos de lo que se presupone de las leyendas, y que dejó un "esperaba más" en boca de demasiada gente.
Peaches tuvo una puesta en escena diferente y glamourosa con una cantante "stripper" y Boys Noise puso el ritmo electrónico al final de una noche que cerraba Miqui Puig a los platos con una sesión variada y bailonga y que gustó a muchos de los que sólo se acercaron a su escenario a criticar. Y se acabó la noche, las carreras de escenario a escenario, las colas. Puerta. Taxi. Hotel. Cama. Noche. Hasta mañana.
SOS 4.8 Día 2- Gran debut de Russian Red
El sábado lucía el sol, el Madrid y el Barça se jugaban la Liga y a las nueve de la noche comenzaba su concierto Ross. Los murcianos ofrecieron un pop amable para ir abriendo boca, haciendo apetito. En el otro escenario comenzaba Spiritualized, banda referente del indie de comienzos de los noventa que ofreció un repertorio variado con un gran sonido de banda y una buena voz de su líder, Jason Pierce. Y cambio de escenario. Comenzaba tarde Russian Red, también había expectación por ver el debut festivalero de Lourdes Hernández y Cía. La cantante ha tenido un año repleto de éxitos y sorpresas y había mucho público para ver un repaso de su I love your glasses. Y Lourdes salió escondida tras una enorme guitarra, secundada por su banda y disfrazada de hippie. En cuanto abrió la boca se hizo el silencio, su voz melosa hipnotiza, suena igual de bien a cielo abierto y es difícil dejar de mirarla. Tras tocar el disco entero de despidió sola en el escenario con un versión del Girls just wanna have fun de Cyndi Lauper y la gran ovación del fin de semana.
Keane fue el punto de inflexión de la noche, llegaban a los conciertos los que estaban viendo el fútbol en los bares. Dos tipos de público con algo en común. Por un lado los que bebían y bailaban para olvidar y por otro los que lo hacían para celebrar. Keane estuvo acertado, soltó con ganas todos sus éxitos y el concierto funcionó, especialmente la versión del Underpressure de Queen. Y a otro lado.
En otro escenario saltaba Second. Los murcianos han crecido mucho este año y tenían ganas de demostrarlo en casa con el público entregado. Cumplió con creces, tienen buenas canciones y se han curtido en los directos. Un toque de rock en una noche que se tornaba electrónica. Vuelta a los noventa con los platos de Underworld. Buena puesta en escena y obligado bailar. Bastaba con verles las caras con la cámara de ojo de pez que tenían montada en la mesa para empezar a soltar el hombro. Y calaron bien desatando la locura general con el Born sleepy que ilustra a los personajes del Trainspotting de Irvine Welsh. Gran concierto. Tensión, ritmo y mucho bote.
En otro lugar del mundo The Wombats y Ladyhawke se turnaban el escenario pequeño, la acción estaba en el grande y la pausa fue breve. 2ManyDJs tardó en liarla menos de lo que les costó a Underworld recoger el equipo. Su plan claro y efectivo. A bailar. Sesión eléctrica, sin pausas, contundente con el escenario lleno a reventar y todos los abonos y entradas vendidas en las taquillas. Fin de fiesta, o casi. Cerraba la noche el mismo que la abría, Mathew Herbert. Y todos a casa, cada uno a la suya, con esa sonrisa de sol y música, del verano que se acerca y los festivales que se avecinan.
