Muse provoca un aluvión de neutrones sobre Madrid

Muse llenó el estadio Vicente Calderón en una noche que pasará a la historia como la de la consagración de una nueva banda de estadio

24/06/2010 - 16:26 CEST

Tras la siempre fría apertura de estas veladas, a cargo de los novatos The Big Pink, llegó el oscuro, aunque cálido por canciones, repertorio de los también ingleses Editors , que, conscientes de su potencial para ganar nuevos adeptos entre los fans de Muse, aceptaron confortablemente el ser por una noche "cola de león", y entregaron con solvencia una colección concentrada de sus himnos post-punk de sintetizador.

Repite "Uprising" como un tema superefectivo para un arranque fulgurante en esta parte de la gira de Muse en grandes recintos, y en la que han querido reforzar aún más la grandilocuencia de su repertorio con una escenografía renovada mediante un gigantesco bloque volado que engulle a la banda como si de la proa de un gigantesco barco interestelar se tratara. Pero con Muse, es el público el que también rema sin descanso, alcanzándose una euforia colectiva en los momentos álgidos del show. Y esa es la ventaja de Muse, que pese a recibir algunos palos por su incontenida grandilocuencia, son capaces de poner a más parte del público que otros a vibrar con su importante colección de singles masivos ya contrastados. Me refiero a "Starlight", "Time Is Running Out", "Plug In Baby" o ese infalible western futurista que es "Knights Of Cydonia", que como cierre de un concierto es incontestable. Precisamente esta fue también la primera ocasión en que nos enseñaron en directo "Neutron Star Collision", su último single para la nueva película de la trilogía basada en la obra de la escritora Stephenie Meyer. Efectista resultó el momento "ovni" revoloteando sobre las primeras filas, y efectivo fue el tremendo sonido que se adaptó con igual cantidad y calidad a los rotos riffs de la guitarra de Matt y a los pasajes "chopinianos" en los que se pone virtuoso al piano.

Se cierra el telón, y las caras de satisfacción muestran la sensación de que esta noche una "Armada inglesa" nos ha brindado a casi 50.000 aficionados un concierto histórico, que además ha servido de pomada para la desilusión con la que unas pocas horas antes nos golpeó el llamado "deporte rey" desde Sudáfrica. Aunque en esta ocasión, sobre el escenario no hubo rastro del a veces habitual guiño futbolero que algunos grupos y artistas gustan de hacer. Bellamy a lo suyo... toda la noche brillando, con su impecable traje de "papel albal" (como alguien dijo a mi lado) y manteniendo hasta el último momento su status de frontman enigmático y galáctico.