"No miro a otras chicas, en mi casa tengo a la mejor"
Entrevistamos al actor Juanjo Ballesta que estrena nuevo proyecto
Tiene la misma cara de pillo y travieso que cuando levantó el Goya que ganó con 12 años por su papel en ‘El bola’. Pero la cabeza está mejor amueblada, ahora que tiene 26 años. En este tiempo ha pasado por muchas alegrías –premios, películas, series de televisión, dinero...- y también ha sufrido decepciones. Como todo hijo de vecino.
Juanjo Ballesta es un tipo interiormente fuerte. No se le pone nada por delante. Se ve capaz de todo. Él se mueve por amor a los suyos. Se casó y fue padre antes de cumplir los 20 y para él su mujer y su hijo son lo más importante. Es bromista, directo y muy, muy cercano. Echar un rato con Juanjo Ballesta es como echarlo con un colega en un bar. Eso sí, siempre que tu colega no sea un gafapastas, cultureta pijo. Porque Ballesta, por muchas fotos que le hagan, no le gusta ir con fachadas y poses por la vida. Es natural. De esa gente que se te acerca y te golpea en el hombro.
Ahora anda protagonizando junto a Juan Fernández la obra de teatro ‘El nombre de la rosa’, adaptación de la famosa novela de Umberto Eco y que protagonizó en cine Sean Connery. Así que ahora, casi 15 años después, Juanjo ya no es ‘El bola’… Pese a que sigue teniendo el mismo gran corazón.
¿Cómo llevas la promoción?
Muy bien, venimos de vestirnos de monje en una iglesia para una sesión de fotos, después hemos ido a otro sitio también a vestirnos de monje con espadas de Templarios y tal… y muy bien.
Quien te conozca a ti, ¿crees que pensó en alguna ocasión que te podría ver vestido de monje o de fraile?
Yo creo que no [sonríe]. Además, llevo unas pintillas que quien me vea va a decir, “¿pero qué hace aquí el Ballesta? Qué raro”. Pues bueno, hay que hacer de todo y hay que hacer todos los registros.
¿Tú de monje tienes poco, no?
De monje tengo poco. No voy ni a misa ni a la Iglesia ni soy creyente.
¿Y eres un chico bueno o eres un chico malo?
Yo soy un chico bueno [dice de manera tierna]. Antes era travieso, revoltoso, pero ahora soy un chico bueno. Antes era un chaval y ahora soy un padre de familia.
¿Te gusta esto de la entrevistas, de andar para allá y para acá, de una foto, de un no se qué…?
No me gusta andar danto tanta vuelta. Las entrevistas no me importan porque todos tenemos nuestro trabajo. La prensa tiene que plasmarlo y mostrarlo para que la gente se entere y hay que atenderlos. Siempre estoy encantado de atender a la prensa.
Pero claro, los viajes, no molan. Vas a una iglesia a hacerte una foto allí, otra aquí, otra allá…acabas hasta el bolo de tanto taxi. Pero ya sabes cómo soy yo: a darlo todo y a que los periodistas se queden contentos con su entrevista.
Y en el teatro, acabas de estrena en Madrid ‘El nombre de la rosa’ y lleváis de gira con este montaje medio año, ¿qué tal la experiencia?
Buenísima. El público es muy gratificante cuando acaba la función. Si has hecho un buen trabajo, la gente lo agradece y se nota en el aplauso. El otro día hicimos cuatro aplausos ¡cuatro! Yo ya no sabía ni qué hacer, ¡ya me daba vergüenza! Nos quedamos hasta que pararon de aplaudir. ¡Qué dolor de manos!
Cuando tú ves que la gente, en medio de ese aplauso, se va levantando de sus butacas, gritan eso de “¡bravo!”… ¿tú que sientes en esta primera aventura de tu carrera en teatro?
Me siento contento con mi trabajo y gano el dinero a gusto. Cuando la gente se va satisfecha y se pone en pie es porque lo han disfrutado. Eso es lo importante, porque están pagando un dinero que no es fácil conseguirlo hoy en día. Es de agradecer que se gasten esa pasta para ir a verte al teatro. Hay que darles una buena función. No puede haber un pero, para eso se gastan la pasta.
El haberte criado en una ciudad obrera como Parla, ¿te hace tener ese punto de valorar cada euro?
Me hace no olvidar de donde vengo en cada momento. Ser humilde, ser buena gente y ser humilde, ante todo.
No todo el mundo puede permitirse ir al teatro. A lo mejor han jodido el mes por ir al teatro a ver nuestra obra o se han quitado de ir al McDonalds con los niños… Por eso hay que agradecerlo y por eso el espectador no se puede ir descontento. Eso lo tengo claro.
Imagino que a tus amigos de siempre les dirás, “oye, acercaos al teatro que ahora me podréis ver en Madrid”. ¿Te imaginabas tú con 15 ó 16 años, en tu barrio, diciéndoles a tus amigos que fueran a ver teatro?
[Piensa] No. Es más, mis amigos me van a decir “anda, que te vayas. Al teatro vas tú si quieres”. Eso seguro.
¿Cómo invitarías a la gente que es así, que dice que el teatro aburre a que vaya a verlo? ¿Qué le dirías a gente como tus amigos?
Pues les diría que eso mismo decía yo antes. Y ahora estoy en el teatro más contento que el que más. Les dirían que abran la mente un poco más y que se dejen aconsejar, eso es lo que he hecho yo.
Cuando llegó el proyecto, mi repre me lo aconsejó. Me dijo: “estás en un momento estupendo para crecer como actor y cultivarte”. Y le dije: “tienes toda la razón”.
Y anda que no crece uno como actor cuando tiene que trabajar en directo en un escenario…
¡Sí, se crece un montón!
Contrariamente a lo que muchos piensan, tú ya no era un chico de barrio. Ahora eres un chico de pueblo… [Vive en un pueblo de Toledo cercano a Madrid] ¿Cómo son las costumbres en un pueblo?
Sí, soy chico de pueblo. Bueno, te levantas por las mañanas, llevas al niño al cole y te vas al bar a tomar un cafelete, te fumas un cigarro y… hacer el muñeco de barro [ríe]
Las ovejas y eso… ¿aún no te ha dado por ahí, no?
Pues al lado de mi casa está el pastor con las ovejas todo el día. Vivo en medio del campo y el pastor pasa por allí. En verano le preparo el agua fresca y el chaval lo agradece.
Veo que eres un tío que respetas a la gente, sin mirarla por encima del hombro, sea cual sea su profesión. Algo que debería ser lo lógico, pero que no es tan común…
No, eso de mirar por encima del hombro, nunca.
¿Te gustó la experiencia de tirarte a la piscina en ‘Splash’?
Me encantó. Yo cada vez que voy a las pozas [especie de lagunas], a Madrigal de la Vera, llego y a los 5 minutos ya he discutido con mi mujer y no me habla en todo el día, por tirarme. “¡Qué te vas a matar!”, “¡Qué eres padre, que no puede ser!”, “¡Cómo no iba a estar tu madre loca contigo… si no paras!”… Luego cuando salgo de tirarme del puente, ya no me habla [ríe]
Así que me vino muy bien lo del programa, lo de tirarme del trampolín, para decirle “cariño, mira cómo me tiro y no me abro la cabeza”
O sea, que te gustó…
Sí, me gustó. Lo hice por entretenimiento y diversión. No tenía nada que hacer entonces y me molaba la idea.
¿Tú eres de tirarte a la piscina a la hora de tomar decisiones o las piensas detenidamente?
Yo soy de tirarme, sí. Yo me tiro al pozo y me he ahogado… Me pasa muchas veces. Hay que pararse a pensar las cosas. Soy muy espontáneo y muy nervioso…
¿Qué te gusta de tu profesión?
Pues conocer a gente, aprender de otros, cosas nuevas. Me gusta todo. En cuanto me meto en el papel, disfruto como el que más. Viajar, que me aconsejen, que me expliquen.
Tú que viajas bastante con el coche, ¿qué música sueles llevar?
La radio. Los 40 Principales, Máxima FM…Música joven.
¿Sueles ir a conciertos? ¿A quién te gustaría ver en un concierto?
No voy nunca a conciertos. Fui a ver el de mi amigo Pitingo, que hizo un concierto de la hostia en Arganda. Y estuve con él muy a gusto en familia. ¡La que liamos!
Me gusta mucho David Bisbal, El Cigala, Paco de Lucía… ¡Los grandes! No suelo ir porque la gente agobia mucho durante el concierto. Al terminar no me importa tirarme todo el tiempo que sea haciéndome fotos, me debo a mi público. Pero durante el concierto, como uno te conozca y se haga una foto, luego otro un autógrafo, otro no se qué… No se dan cuenta que tú también eres persona y que vas a disfrutar con tu familia.
Te pillamos en la hora de comer. ¿Eres de los que cocinan o de los que hay que darles todo hecho?
En mi casa, la cocina la hago yo. Ayer iba a haber dejado hechas unas judiítas porque a mi mujer le gustan más de un día para otro. Pero no pude porque me puse a soldar el tubo de escape…
¿Te arreglas tú el coche? También he leído que sabes de albañilería… ¿Pero dónde aprendes esas cosas si llevas siendo actor desde los 10 años?
Soldé el tubo de escape, quité le colector y lo que haga falta… En el barrio, viendo a unos a otros… Se va aprendiendo día a día. Lo de la albañilería es porque veía a mi padre. Entre peli y peli le ayudaba. Estuve también de marmolista…
¿Me estás diciendo que tú combinas tu trabajo de actor con oficios como marmolista?
Yo hago pelis y hago otras cosas. Si ahora mismo me llama el vecino, que va a hacer una chapuza en casa y le tengo que echar una mano, yo miro cuándo puedo ir y hacer la obra.
Pero no me dirás que esto lo haces por dinero…porque tú ya te habrás sacado unos dinerillos con tu carrera de actor…
No, por dinero no. Pero trabajar no está mal. Para mí todo lo que sea trabajo, me salga lo que me salga, tenga mucho o poco, lo hago porque soy currante.
Eres currante, como dices. ¿Qué otras virtudes tienes?
Soy buena gente, comparto todo lo que tengo y soy humilde. Si alguien tiene un problema y le puedo echar una mano, aquí estoy yo. ¡Me vendo muy bien! [Ríe]
Y la última pregunta, la más espinosa… En su día eras muy golfete, muy mujeriego. Ahora que te has casado, ¿te siguen gustando tanto las mujeres?
¡Te gustan mis entrevistas sin filtro capullo! [ríe refiriéndose a las que hacía siendo un adolescente]. Me gusta mi mujer. Te fijas en otras chicas, pero no miro con malos ojos. Desde que conocí a mi mujer, no me sale decir “qué culo tiene esa”. Tengo lo mejor en casa.