Ciudades en dos ruedas: turismo de segways

De segways por el mundo

Toda ciudad o localidad turística que se precie cuenta con opciones para recorrerla en segway. Se forman grupos que realizan circuitos de una, dos, tres horas o toda la jornada en algunos casos, aunque para ello haya que ahondar más en los bolsillos. Pasear de una forma diferente por lugares emblemáticos y poder sentir la fuerza de un vehículo bajo nuestros pies hace que sea no sólo práctico sino divertido. Por eso todo el que prueba repite y si algo sucede en el común de los amantes de los segways es que nunca parece suficiente, ya que el tiempo pasa volando (en este caso sobre dos ruedas).

Pero además de la bondad en sí misma de montar en segway hay que darle un par de vueltas de tuerca más, salir a buscar el valor añadido y recrear rutas cada vez más diversas, más entretenidas y aprender en el mismo tiempo que nos divertimos. De ese modo en Gijón existe la posibilidad de recorrer en segway las mejores pastelerías de la ciudad (con un bono de degustación llamado Gijón goloso), en Auckland (Nueva Zelanda) hay quien ofrece incluso subir a lo más alto de un volcán junto a expertos en vulcanología o en Berlín salir a buscar las huellas de la Guerra fría y de ese modo comprender cómo era cuando permanecía dividida por el muro.

En Budapest, por ejemplo, puedes ir de compras por el Gran Boulevard de Andrassy (es la avenida con más tiendas de toda la ciudad) y en Jerusalén subir al Monte de los Olivos para disfrutar de las mejores vistas de la ciudad más sagrada del mundo. Aunque en este último caso si hay un pero es el sabath, en el que todo se detiene en Israel hasta la puesta de sol y más vale moverse por los barrios árabe, armenio o cristiano en los que todo continúa con normalidad.

¿Te imaginas cruzar por uno de los pasos de cebra de Shibuya (Tokyo) en segways en compañía de miles de personas? ¿O visitar Harajuku un domingo junto a gente disfrazada de sus personajes manga preferidos? En la capital japonesa hilan fino para mostrar a los turistas (o a los propios nipones) la ciudad de otra manera.

Sin irnos muy lejos, en Madrid, la compañía Segway Trip lleva tiempo ofreciendo rutas con chocolate con churros para rematar la faena, segways que culminan en una larga noche en un tablao flamenco, una visita diferente al Estadio Santiago Bernabéu o un recorrido por el Madrid de los Austrias, pero de mesa y mantel, porque incluye degustación o comida en Casa Botín, el emblemático y considerado como restaurante más antiguo del mundo según el el libro Guinness de los Récords.

En resumen, que ver ciudades sobre dos ruedas es alucinante y adrenalíticamente divertido. Pero no basta con eso para proporcionar una gran experiencia sino que hace falta también que haya guías que sepan explicar bien los lugares, que sean empáticos y que los recorridos sean cada vez más ingeniosos. De ese modo se escuchará más aún eso de "Quiero montar en segway". Porque si hay algo mejor que practicarlo por primera vez es, sin duda, repetir.

¡Así sí que mola! Y es que si hay algo pesado a la hora de viajar (que no lo es), eso es sin duda las largas caminatas para conocer la ciudad. Algo que ahora ya encima podemos evitar cada vez que nos vayamos de vacaciones con segway.