Especial
Irene Escolar, el arte de sonreír
Compartimos un día de rodaje con la actriz en su último proyecto
Irene Escolar tiene muchas papeletas para ser una chica envidiada. Habrá quien la envidie por el trabajo que tiene, el de actriz; habrá quien lo haga por su físico -es una chica resultona-; habrá quien tenga pelusilla de ella por su chico -es el amor desde hace varios años de Martiño Rivas-; y también encontraremos quien la envidie por su trayectoria profesional, que cada vez se consolida más tanto en teatro (el género donde más ha lucido y trabajado) como en cine y televisión.
Lo que no sabréis si no conocéis a Irene Escolar es que lo realmente envidiable de ella (además de todo lo anterior) es su perfecta sonrisa. Y aquí debo dejar claros algunos puntos. Una perfecta sonrisa va más allá de tener unos dientes blancos, bien colocados y bonitos -cualquier dentista puede lograrlo a día de hoy-. Lo de sonreír es un arte y una actitud.
Uno elige el momento en el que una sonrisa acompaña a una conversación o en el que, mediante una sonrisa, alguien puede decir más que con 300 palabras. Ese arte lo maneja Irene Escolar.
Con ella compartimos una jornada de rodaje en un pequeño pueblecito segoviano donde hasta hace poco han estado rodando la comedia Las Ovejas No Pierden el Tren, nueva película del director Álvaro Fernández Armero en la que, además de Irene, estarán otros como Raúl Arévalo, Inma Cuesta, Jorge Bosch, Candela Peña, Kiti Mánver y Alberto San Juan.
Con él, con Alberto es con quien tiene Irene la mayoría de sus escenas. Ambos dan vida a una pareja de periodistas que comienzan una relación amorosa ilusionante al principio, más complicada al final. “Nuestros personajes hablan sobre todo de la relación de pareja en la que hay una diferencia de edad de 20 años. Natalia es una periodista en paro que está buscando qué hacer con su vida… como muchos periodistas”.
Curiosamente, Irene sabe un poco qué es eso del periodismo: “Yo estudié tres años de periodismo. No sé lo que es ser periodista, pero sí tengo muchos amigos que se dedican a eso y muchos amigos de mi edad que se han tenido que ir de España para encontrar trabajo porque no encontraban aquí o las condiciones son precarias”. En estas palabras borra su sonrisa, pero se mantiene con una actitud muy cercana y cordial.
Donde sí se ríe es al hablar del rodaje. Primero porque dice que se lo están pasando pipa: "Cuando estás rodando, nuestro público es el equipo. Aquí durante las tomas se tienen que controlar porque se ríen, hay un ambiente estupendo. Creo que es una peli que va a gustar. Yo he estado en películas en las que notas que el equipo se tiene que tapar para no mirar porque es un poco vergonzoso". Y segundo por el tiempo que les está haciendo: “Alberto [San Juan] y yo nos reímos porque en teoría es una película que transcurre en mayo y yo me paso todo el día congelada. Hemos pasado muchísimo frío. Lo peor es cuando tiritas tanto que te tiembla la boca y casi no puedes ni hablar. Hemos tenido mala suerte con el tiempo. Todo lo demás muy bien”, confiesa Irene embutida en su parka y recogiendo los brazos contra el pecho en esta fresca mañana de abril.
Menos mal que, siendo tan dominadora del arte de la sonrisa, la comisura de la boca de Irene también sabe ofrece una cálida acogida a sus palabras sobre el frío.
Le pregunto por la película, por ese título de "las ovejas"... la actriz de 25 años se ríe y medita antes de contestar: "Álvaro [el director] la define como una comedia de cercanías. Es una película que habla de la familia, de la amistad, del amor, de la dificultad de amar, del compañerismo, de la búsqueda de la felicidad. [Lo de las ovejas] Básicamente tiene que ver con la búsqueda de la felicidad y en qué momento dejamos pasar las oportunidades que teníamos que haber aprovechado".
Ella no parece estar dejando pasar muchas oportunidades. En los últimos meses triunfa sobre las tablas de un escenario con la obra El Cojo de Inishmaan, se pone delante de las cámaras de televisión para dar vida a Juana en la tercera temporada de la serie Isabel (que se estrenará después del verano) y ultima esta película. La sonrisa de Irene vuelve a aparecer cuando se le recuerda su buen momento profesional: " No lo sé [ríe]. Cada proyecto es una evolución. Veremos a ver qué pasa. Creo que haciendo la función he dado un paso adelante porque, para mí, cada trabajo es crecer. Tiene que serlo. Y veremos qué pasa cuando se estrene Juana y esta película. La diferencia con el teatro, en cine y en tele, es que tú haces tu trabajo pero el resultado final no está en tus manos, tanto para bien como para mal.".
Esta chica, de mirada perspicaz huye de divismos pero mantiene siempre una actitud de total dignidad frente al micro y, en general, a la hora de encarar su profesión. La dignidad del actor, del cómico, con la cabeza alta y el orgullo de vivir dentro de un bonito oficio. Eso lo lleva dentro Irene Escolar. Por fuera... por fuera lleva esa sonrisa perfecta.