El lado más amargo de La Voz

Las luces y las cámaras enfocan al escenario, los aplausos hacen volar a los que allí se suben, las emociones se disparan y en casa millones de personas siguen cada gala del talent show musical más exitoso de la televisión, La Voz. ¿Fama? ¿El comienzo de una carrera plagada de éxitos? ¿Sueños cumplidos?

Esas son las preguntas que la mayoría de los que acuden a los castings de un programa como este esperan responder de manera afirmativa, con un rotundo "sí". ¿Por qué no soñar con ser un Bisbal que tras pasar por un talent show dio a su vida un giro de 180 grados y comenzó por todo lo alto su carrera como cantante? La ilusión arranca desde el primer momento que uno se acerca a unas pruebas para la preselección.

Cuando el programa concluye, existe ese lado rosa, bonito, de película. Ese lado que permite que el, hasta entonces desconocido, David Barrull comience a dar conciertos por diversos puntos de España y saque un disco gracias a ser el ganador de la segunda edición de La Voz. Similar a lo que le está ocurriendo a la pequeña María Parrado, ganadora de La Voz Kids.

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Otras veces, no es necesario ganar. Basta con pasar por allí y llamar la atención en las galas en las que aparezcas antes de ser eliminado. Los Gemeliers pueden ser un buen ejemplo de esto.

Sin embargo, La Voz, como cualquier tipo de talent show y como el propio mundo de la televisión y el de la música, posee un lado más amargo: el de las ilusiones rotas. El de las decenas de concursantes que sí pisaron ese escenario, que sintieron el calor del público y que soñaron con que ese podría ser el comienzo de una nueva etapa en su vida.

Eso pensaba Jota Martín. Quizá muchos de los que leáis este reportaje recordaréis su actuación en las audiciones a ciegas de esta segunda edición de La Voz, emitidas en octubre de 2013. Jota, con tan solo 20 años, subió al escenario de La Voz dispuesto a hacer realidad un sueño: "Tenia muchísima emoción por salir a cantar allí delante de ellos [los coaches], pero al mismo tiempo unos nervios flipantes ...", me cuenta Jota para este reportaje. Cantó el tema "Pan y Mantequilla" de Efecto Pasillo. Jota, que dio buenas muestras de saber moverse por el escenario y de tener una voz a la altura de las exigencias, vio como ni Bisbal, ni Malú, ni Orozco, ni Rosario se giraban: "Me quede chafado porque iba cantando y los coaches no se giraban ...", dice Jota. No se giraron y con mucho la aventura de Jota en La Voz quedó ahí. ¿O no? Vayamos por partes.

Jota proviene de una familia humilde de Valencia. Es un chico extrovertido, presumido y que le gusta cuidar su cuerpo y tontear con las chicas. No tiene demasiados problemas en el apartado del amor, aunque como reza en inglés el gran tatuaje de su costado, "la reina de su vida siempre será mi mami". A su padre lo perdió hace un tiempo, pero siempre lo acompañará. Ver sonreír a su madre y hacer que su padre se sienta orgulloso allá donde esté fue una de las motivaciones de Jota al acudir a los castings de La Voz.

Su presencia en este talent de Telecinco fue de rebote y casi de película: "Una amiga mía se presento y me dijo que la redactora se intereso en mí en un video que salía con ella cantando y llame al casting". Unos meses antes, Jota sí se había presentado al casting de El Número 1 (Antena 3), pero sin suerte. Con La Voz sí la tuvo. "El primer casting fue a través de internet; envié un video y al mes me llamaron para que realizara el segundo... Yo ya estaba emocionado en ese momento [ríe]. Para entrar a audiciones tuve que pasar 3 castings, el ultimo en Madrid", me explica.

Jota quedó a la espera, dejando su cabecita imaginar. Quién sabía si él podría dar el salto a la segunda edición de este talent show que tras su primera entrega en Telecinco había arrasado en audiencias. Se enteró en la playa de que él era uno de los elegidos para participar en las audiciones a ciegas, primera fase de La Voz: "Fue una alegría increíble. Estaba en la playa con mis amigos y, de repente, me llamaron al móvil, lo cogí y me dijeron: Jota Martín, estas seleccionado para audiciones a ciegas… Yo flipando". Su alegría fue la de su familia ya que lo primero que hizo Jota fue contarle la gran noticia a su madre: "Nada más me llamaron en la playa tuve que llamar a mi madre al trabajo. Ella, muy emocionada, se lo dijo a sus amigas del trabajo gritando de alegría [ríe]. Y yo, con todo, esto súper emocionado, medio llorando".

Jota no hacía más que ejercer su derecho, el derecho a soñar, a ilusionarse. Hasta entonces, el contacto de Jota con la música era muy amateur. Le apasionaba este mundo, pero sólo había podido actuar en algunas discotecas de Valencia y hacía sus pinitos en Youtube cantando versiones de temas actuales o componiendo. Un Pablo Alborán del r&b.

Llegó el gran día, el de cantar en La Voz, y llegó la primera decepción de Jota. No fue elegido por ningún coach, como ya habéis leído. Él pensó que todo acababa allí, pero Jota desconocía el poder de la televisión y de las redes sociales.

Unos meses después, cuando se emitió esa gala (las primeras galas de La Voz son grabadas, no en directo) la actuación de Jota Martín revolucionó Twitter y demás redes sociales pese a no haber sido seleccionado. Su voz, su sensualidad en los movimientos, su carita de niño bueno y guapo volvió loco al personal de las redes sociales. En Los40.com lo definimos como "el eliminado de oro".

Tal fue el boom viral de la actuación de este valenciano que esa misma noche tenía una propuesta sobre la mesa: "Cuando se emitió en televisión, al momento, empezó el movimiento Twitter y ahí llego la oferta". Era de una reconocida compañía bien posicionada dentro del mercado español del estilo de música que se adaptaba a la perfección a lo que Jota deseaba.

"Estaba emocionado, era un sueño firmar con un sello así y nunca me lo hubiera imaginado. Iba a hacer un single con ellos". Jota no podía creerse lo que le estaba sucediendo. Aquello era más propio de una peli de Disney que de la vida de un chico normal como él. En esos días sueña despierto y cuando va a la cama, una sonrisa le acompaña: "Sueño que sería muy bonito que todo saliera bien y que mi padre estaría muy orgulloso de mi". Ilusiones.

Pasan las semanas. Llega la Navidad. Pasa enero, febrero… y las ilusiones de Jota comienzas a desquebrajarse. "Yo esperaba a que me dijeran 'ven a grabar', pero la compañía parecía que me daba largas… Yo seguía esperando con ilusión, pero no llegó nada..."

Esperaba y esperaba y lo peor de todo es que Jota no podía recorrer su camino lejos de la productora musical con la que se había vinculado. El contrato firmado con este sello les proporcionaba casi el total control sobre su carrera. Algo que no es demasiado raro en este tipo de contratos, pero que a Jota le imposibilitaba crecer como cantante.

Los meses siguen pasando, Jota pide explicaciones, pide una fecha concreta para poder grabar al menos ese sencillo que le prometieron… Jota, dice, quería empezar a trabajar. Con las ilusiones rotas, Jota toma una dura decisión, pedir que le den la carta de libertad: "Decido romperlo porque veo que no avanzo, mis fans no ven cosas nuevas, la gente pregunta y yo ya no sabía ni que contestar…", confiesa decepcionado. La compañía, por su parte, de buena fe, decidió dar a Jota la libertad contractual que solicitaba.

Decepción es la palabra que mejor define lo que ha vivido en estos meses desde que su actuación se emitió en La Voz y firmó la propuesta de la compañía hasta que, hace unos días, decide romper el contrato de mutuo acuerdo: "¿Decepcionado? La verdad que un poco sí, pero no con mi productor, Austin, sino con la compañía en general porque ha habido una ilusión y se ha quedado en nada. No sé lo que verían; creo que vieron un chico con 21 años dispuesto a comerse el mundo, pero que se quedo sin comerse lo más mínimo", me explica un triste Jota quien se lamenta de las muchas complejidades que rodean a este tipo de proyectos.

Para Jota, su paso por La Voz es una bonita historia que contar. Tan solo eso. No guarda ningún resentimiento para el programa de Telecinco, al contrario: "La Voz me ha ayudado más de lo que nada podría haberme ayudado. La verdad, estoy muy agradecido al programa". Ve este tipo de programas como algo que "brinda la oportunidad de salir en televisión que es un trampolín muy grande y eficaz la verdad".

Son palabras muy parecidas a las que pronunciaba su presentador, Jesús Vázquez, en una entrevista que yo mismo le hice para CadenaSER.com: "[La Voz] es sólo un paso. Nosotros no les hacemos la carrera musical, la carrera la tienen que hacer ellos cuando salgan del programa. Esto es solo el primer empujón".

Eso es lo que Jota ha comprendido en estos meses, que todo lo que merece la pena cuesta esfuerzo, trabajo y sacrificio. Que nadie le va a regalar nada. Que detrás de la luz, las cámaras, los aplausos y la fama súbita que rodea a talent shows como La Voz existe un lado más amargo, más triste y que juega con las ilusiones que nacen en sus concursantes. Forma parte del juego.

Con nuevas fuerzas, con nueva mentalidad, Jota trabaja ahora en la grabación de su single con su productor, Austin. No sabe si este será el comienzo -de nuevo- de una gran carrera musical y si este single terminará sonando en la lista de éxitos de Los 40 Principales. Todo puede ser. De momento, trabaja en ello mientras promete que retomará los estudios y mientras sigue esculpiendo su cuerpo, compartiendo las mejores fotos de él en Twitter e Instagram, y cuidando de su reina, su madre, con esa sonrisa de niño bueno que vuelve locas a las chicas.