Los 10 mejores dulces (y helados) de nuestra infancia
Lo comíamos antes, durante y después del cole ¡Qué rico!
En el recreo, antes de entrar al cole por la tarde, después del cole, al salir del dentista, antes de entrar al cine... ¿Cuantas veces hemos salido de la tienda/supermercado cargados con gominolas y demás productos de dudosa formulación? Y como han pintado de felicidad esa infancia que tanto añoramos. Únete a nosotros en este ejercicio de memoria y verás qué bien te lo pasas.
Tang
El tema supongo que era llegar a lo más artificial posible; pues bien, Tang era probablemente el súmmum de esta práctica. Ni zumo de naranja, ni trinaranjus, ni fanta... Agua del grifo, un sobre de polvos Tang, remover bien y a la nevera! Y todo el verano bebiendo "vete tú a saber qué era lo que había en ese sobre". Si comprabas un buen pack de sobres te daban una jarra de Tang para que no te equivocaras nunca al abrir la nevera.
Pandorino
Para que ibas a pisar tú un horno si te podías meter en el Charter y meterte entre pecho y espalda un Pandorino de los bueno. Bollería industrial de la buena con un par de decímetros cúbicos de chocolate si buscabas muy bien en el centro del panecillo. ¡Qué recuerdos más ricos!
Flash
Media hora chupando un plástico para sacar poquito a poquito el liquidito, o trozacos de hielo para masticar cuando te pillaba con mucha ansia. Los tenías de 15 pesetas, bien finitos, los de 25... tamaño estándar y los de 35 o 40 pelas ¡de dos sabores!
Cantimploras Zurok
Básicamente como meterte un flash pero con la directa, sin poner el factor "frío" de por medio. Cinco duros nos costaba cada cantimplorita y tenían de zumo de fruta lo que tengo yo de mamut.
Frigopie
La carta estaba bien nutrida, no faltaba de nada... per tu favorito era el Frigopié. Era como tomarse un Petite Suisse helado y además con la posibilidad de ir desmembrando poco a poco un pie. Porque todo el mundo empezaba comiéndose los deditos uno a uno... que ahora que lo veo con perspectiva, me da un poco de miedito y todo.
Boomer kilométrico
Guarrada Kilométrica. Como el sabor se acaba, nada mejor que llevar un rollo interminable de chicle en el bolsillo; así la mandíbula no para nunca y el aliento siempre tiene ese tono a fresa tan agradecido. Desde luego, Boomer nos ha dado de todo, pero este rollo de chicle es que es ingeniería de la golosina.
Draculín
Los mejores caramelos de fresa de la historia. De los veinte duros que te dejabas en la tienda recolectando gominolas siempre 2 o 3 se convertían en Draculines. Luego estaba el listo de clase que se dejaba TODO su dinero en Draculines y tenía razón, cuando te acababas lo tuyo le pedías uno a él para quedarte con ese sabor de boca.
Freskito
Esto ya es alquimia dentro de la golosina. El chupachup con forma de dedo y sabor a fresa/cola molaba, y el polvo pica-pica a secas también. Pero, ¿y si pudiéramos combinar ambas cosas? Eso es lo que el "Freskito" te daba. Una golosina con su manual de instrucciones para un disfrute total.
Calippo
Si has tomado un Calippo alguna vez tú sí que sabes lo que es chupar cartón mojado durante más de un cuarto de hora. Que sí, que estaba bueno, de fresa, de cola, de lima-limón y los tropicales aquellos... pero llegaba un momento en el que degustabas más el cartón deshecho que el zumito propio del polito. Bien rico, en cualquier caso.
Hamburguesa Trolli
Guarrada sobre guarrada... y sobre guarrada, una. Esto es el no va más. Vamos a apilar golosina sobre golosina, de diferentes colores y sabores, hasta conseguir una hamburguesa de golosina. ¿Eras de los que se la comida lonchita a lonchita? ¿o de los valientes que pegaba bocado como si estuviera en el McDonalds? La de cosas que nos hemos metido en el estómago...