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La ruta del bakalao
Hoy te hablamos del primer boom de la música de baile en España
Seguro que los más jóvenes de entre vosotros soléis tener discusiones con la familia porque no les hace ninguna gracia que os vayáis de discotecas, pero lo que no sabéis es que se preocupan porque conocen perfectamente de lo que va el tema. Y es que la generación de vuestros padres, tíos o hermanos mayores desfasaba tanto o más que vosotros durante su adolescencia.
Entre finales de los 80 y principios de los noventa tuvo lugar la explosión mundial de la cultura rave, y si en el extranjero ciudades como Detroit, Chicago, Manchester o Rotterdam se erigían en capitales del baile, en España le toco a Valencia convertirse en lugar de peregrinación de los fiesteros más salvajes.
Discotecas míticas como Puzzle, Spook Factory, Barraca, Chocolate, Espiral o ACTV se convirtieron en paradas oficiales de lo que dio en llamarse ruta destroy o ruta del bakalao. Allí, DJs estrella de la talla de Arturo Witten, Kike Jaén o José Conca alternaban música importada de Europa con temazos autóctonos grabados en los estudios caseros de pioneros españoles como Megabeat, Boa Club, KRB o, posteriormente Paco Pil y Chimo Bayo.
Los horarios permisivos y la situación estratégica de estos locales permitía a los bakalas de la época, enfundados en sus chándals, deportivas, gafas de plástico y gorras, embarcarse en juergas que podían durar hasta setenta y dos horas seguidas, del viernes por la noche al lunes por la mañana.
¿Y cómo hacían para aguantar tanto tiempo dándolo todo en la pista de baile? Pues poniéndose finos, cómo no. El éxtasis se convirtió en la droga de moda; su efecto les permitía entrar en trance con la música, sentirse hermanados con sus compañeros de fiesta y mantenerse despiertos y en forma durante aquellas maratonianas sesiones.
Pero los excesos acaban pasando factura siempre, y el abuso de estas pastillas, que los camellos mezclaban con toda clase de substancias nocivas, acabó cargándose el ambiente de armonía y buen rollo que caracterizaba a la escena. Muchos de aquellos chavales se volvieron paranoicos, depresivos y agresivos, y la persecución policial hizo que muchos de aquellos templos de la música de baile cerraran a mediados de los noventa.
Mucho ha llovido desde aquellos años, y si bien la cultura rave continúa gozando de buena salud en lugares como Ibiza, donde la fiesta no para, lo cierto es que, por suerte o por desgracia, no ha vuelto a producirse en España un fenómeno social y musical de estas dimensiones. Para que os hagáis una idea, os dejamos con un estupendo reportaje sobre la ruta que se emitió en la época.