Fue su padre quien puso en sus manos una guitarra y la radio el medio a través del que le llegó la gran tradición del blues americano, junto a la de las por entonces nuevas estrellas como BB King... No le fue muy bien en la escuela y, por ello, se apuntó al Ejército como paracaidista. Pero allí tampoco tuvo mucha suerte, porque una lesión de tobillo le apartó de la milicia. El que sería inmortal como Jimi Hendrix se apoyó en un viejo compañero del Ejército para entrar en el mundo del Rhythm & Blues, al tiempo que se iba forjando un nombre como músico de estudio. Little Richard, King Curtis, Sam Cooke o los Isley Brothers fueron algunos de sus clientes. Pero Jimi no quería quedarse sólo en eso. Así que hizo las maletas y se fue a Nueva York. Tocó con los grupos de otros, como por ejemplo el de John Hammond, hasta que pudo formar su propia banda. Fue entonces cuando el bajo de The Animals, Chan Chandler, le escuchó y quedó cautivado por aquel joven guitarrista zurdo. Tanto, que se lo llevó a Londres, y, después de sumarle un bajista y un baterista y probarlos en Francia, presentó lo que ya era The Jimi Hendrix Experience en un concierto al que asistieron Eric Clapton, Brian Jones o Pete Townshend. Los tres quedaron tan impresionados como Chandler y Hendrix no tardó en grabar su primer disco que incluía su mítica versión de Hey Joe. Alguien dicen que el mismísimo Paul MacCartney- tuvo a bien sugerir su incorporación al programa del Festival de Monterrey de 1967. Fue su consagración. A partir de ahí, éxito tras éxito, en una carrera frenética que llevaba a Jimi Hendrix por todo Estados Unidos, Canadá y Europa, amén de encerrarle periódicamente en los estudios. Jimi fue, por ejemplo, con su irreverente interpretación del himno americano, una de las estrellas del legendario Festival de Woodstock, en 1969. Pero, simultáneamente a esa frenética carrera, Hendrix había emprendido otra contra sí mismo. Una carrera que concluiría el 14 de septiembre de 1970 en una habitación de un hotel londinense, en el que su compañera Monika encontró su cadáver. Tenía 27 años y había transformado para siempre el blues eléctrico.