Reid Ewing, Dylan en Modern Family, un adicto a la cirugía plástica

Reconoce que es un trastorno que ha de tratarse

La cirugía estética se ha convertido en algo muy común, sobre todo entre los famosos. Aunque ahora parece haber una oleada en pro de la naturalidad, lo cierto es que los retoques están a la orden del día. Pero no siempre son del gusto de todos.

Reid Ewing, de 27 años, es Dylan en Modern Family, el novio de la guapísima Haley (Sarah Hyland), un chico muy seguro de sí mismo que nada tiene que ver con el actor que le da vida. Un joven que acaba de confesar su adicción a la cirugía plástica fruto de sus inseguridades.

En un comunicado a Huffington Post, Ewing ha relatado su tortuosa relación con este tipo de operaciones. Cuenta como comenzó en 2008 cuando sólo tenía 19 años y llegó a Los Ángeles a buscarse la vida. Como tantos otros no conocía a nadie en la tierra de las oportunidades y se pasaba el día en casa haciéndose fotos en busca de defectos físicos.

Los encontró y decidió combatirlos con cirugía. El problema es que dio con un cirujano que le aconsejó hacerlo y le aseguró que era un paso necesario para un actor, según el actor que ahora lo ve con perspectiva, un mal consejo.

Comenzó con unos implantes en las mejillas. El resultado fue un gran dolor, dos semanas de máscara facial y un rostro deformado. "Me desperté gritando de dolor, me caían las lágrimas por la cara. No podía hacer otra cosa que gritar mientras el doctor y su equipo trataban de contenerme entre risas", explica.

No contento con el resultado se fue a otra clínica donde el cirujano era peor que el anterior y en un intento de arreglar el destrozo no hizo más que empeorarlo. Ahora confiesa sufrir un trastorno dismórfico corporal, para que lo entendamos, una obsesión compulsiva y desproporcionada con algún defecto físico que puede ser real o imaginario.

Tras pasar por esta experiencia ahora aconseja a los que están en su misma situación. "Antes de cambiar tu cara, fíjate si lo que debe transformarse es tu mente. Es un problema que rara vez se toma en serio debido a la vergüenza social que produce. El secretismo que rodea a la cirugía estética impide que muchas prácticas poco éticas vean la luz. Creo que la gente, a menudo, decide operarse para ser aceptado, pero, en general, nos hace sentir más extraños. Escribo esto para tratar de contrarrestar su influencia".