Maxi Iglesias, puro cholismo

"Para mí siempre ha sido un icono, siempre ha sido un ejemplo a seguir de crecimiento. También un ejemplo de que, como pasa tantas veces en tantos ámbitos, cuando sales fuera se te valora más". Maxi Iglesias habla de Fernando Torres, el jugador emblema del Atlético de Madrid para quienes, como él, tienen 25 años o menos y su alma teñida de rojo y blanco.

Fernando es el de la casa, el jugador cuyo corazón late al ritmo que marca la grada del Vicente Calderón; forjado en las lágrimas de la Segunda División, curtido en la dureza del liderazgo de un equipo que acostumbraba a su hinchada a romper sueños, glorificado en tierras lejanas e hijo pródigo que regresa triunfante. El qué y el cómo de Fernando Torres deja un poso especial en Maxi Iglesias.

También le gusta a Maxi los valores que se esconden tras otro eterno personaje; en este caso, de ficción. La entrega, el sacrificio, la lealtad y el liderazgo de Máximo Décimo Meridio, el protagonista de la película Gladiator. "Me gustaría hacer más pruebas de las que hago para que más directores de casting pudieran ver en una prueba lo que puedo ofrecer. Es una especie de mini trabajo que me encanta. El hecho de realizar casting supone estar haciendo un chequeo. No puedes vivir de las rentas", comenta Maxi en un momento de nuestra entrevista.

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Lo que une a Maxi con Torres o con el famoso gladiador es su espíritu, el deseo de ganarse en la arena los laureles que le toque portar en la cabeza. Y esta filosofía, bien lo sabrá un buen colchonero como Maxi, es cholismo en estado puro. La pelea por la recompensa."Es una satisfacción increíble cuando te llaman para una prueba donde, a lo mejor, están entre otro actor y tú y, con una prueba bajo el brazo, digan: tú". Que nadie le regale nada por su cara bonita.

Periodista: ¿El trabajo garantiza siempre unos resultados?

Maxi: "Yo quiero pensar que sí. Quiero pensar que toda persona que siga con una idea en la cabeza, con un esfuerzo y lo mantenga, al final tiene sus resultados. Si no, ¿a qué nos agarramos?"

P: ¿Te sientes ahora más respetado por público y crítica? ¿O sientes que todavía pesa algún prejuicio?

M: "¿Sabes cuál es la clave para mí? El seguir trabajando. Que hoy tú y yo estamos aquí sentados hablando de un importante proyecto nuevo en una cadena importante y con una productora importante. Para mí, más que el respeto, eso es la señal de que voy por el camino que quiero. Al final, ¿qué es el respeto de la gente? ¿Que te den una palmadita por la calle? Eso me encanta. Pero para mí, lo tangible es que me den la oportunidad de contar una historia más".

Y ahí sentados estamos Maxi y yo. En un hotel del centro de Albacete donde se ha pre-estrenado la serie La Embajada, nuevo y ambicioso proyecto de Antena 3 en el que los creadores de Velvet y Gran Hotel (productora Bambú) han juntado a un elenco estelar: Belén Rueda, Abel Folk, Amaia Salamanca, Megan Montaner, Raúl Arévalo, Carlos Barde, Úrsula Corberó, Tristán Ulloa, Alicia Borrachero y Maxi Iglesias, entre otros.

Me cuenta Maxi cómo es Roberto, su personaje. "No va de listo, pero piensa que lo que hacen [su hermano y su círculo] es lo correcto. Yo conozco personas jóvenes que son influyentes y relevantes, que tiene un poder real a nivel económico. Hay mucha gente joven que controla gran cantidad de dinero". En la embajada española en Tailandia, donde todo huele a podrido y los sobornos están a la orden del día, Roberto es uno de los personajes más blancos. Agradable, seductor y, por momentos, inocente. "He tirado de libros y artículos. Normalmente, me preparo personajes con series o películas, pero en este caso, como he conocido a mucha gente así, quería ver qué tienen en mente y lo que tienen es algo muy fácil: vamos a mover esto", me explica Maxi mientras da sorbos a su manzanilla. En el otro lado de la mesa, descansa un botellín de cerveza.

P: ¿Qué hace un chaval como tú conociendo a este tipo de gente?

M: "Es la gracia de ser actor. Ahora me ha tocado la parte glamurosa, pero estoy deseando que me toque un personaje que no es glamuroso", dice sonriendo. "Me gustaría hacer algo de carácter duro, con un trasfondo que no sea fácil aceptar de primeras".

P: ¿El personaje seguiría en una hipotética segunda temporada o abandonarías, como en Velvet?

M: "Cuando grabo una primera temporada de un proyecto nunca pienso en una segunda temporada. El personaje puede estar pero, ¿es interesante lo que va a contar? El público te puede tener un cariño. Me pasó en Velvet. Pero, ¿la historia que iba a contar el personaje iba a ser tan llamativa como lo que ya había pasado? Eso es lo que busco, seguir contando algo que impacte".

Maxi, pues, no salta al campo por saltar. No se enfunda la camiseta porque toque. Si se pisa el césped es para dejarse el alma, para emocionar. Puro cholismo. Se le escapa un "ojalá" cuando le comento en broma que quién sabe si, con el físico tan trabajado que presenta últimamente, Simeone llame a su puerta para ficharlo como jugador de su amado Atleti. "A mí siempre me ha gustado el deporte, como el fútbol, esquiar... Eran deportes que te hacían estar en forma pero, a lo mejor, visiblemente no se notaba. Tenía cierto reparo, por el aburrimiento, al hecho de plantarme en un gimnasio. Pero he sacado la parte del aburrimiento y la he hecho dinámica. Igual que trabajamos la mente, nos informamos, estudiamos… pues lo mismo hay que trabajar la parte física. Yo lo noto". Explica.

Tener en forma la mente, el alma y el cuerpo. Una charla con este chaval de 25 años puede resultar muy interesante y, si se escucha desde la humildad, muy instructiva.

El fenómeno fan y la fragilidad de la memoria

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Sin ser un sofá ni tener una vitrocerámica de por medio, la charla guarda un aire a las que mantiene Bertín Osrborne en su programa con los entrevistados al que, por cierto, confiesa que le hubiera "encantado" ser invitado. Existe cierto aire de complicidad entre Maxi y yo. Complicidad nacida del respeto mutuo de quienes se encontraron por primera vez hace ya 8 años.

En aquella fecha, Maxi no era Maxi, sino Cabano, nombre de su personaje en la exitosa serie juvenil Física o Química. Comenzaba su carrera hacia la popularidad. Era la entrada real de aquel adolescente con retazos de adulto en el mundo de la interpretación. Mucho ha llovido desde entonces, muchas cosas han cambiado. Entre otra, el fenómeno fan: "Es diferente. Con el boom de Velvet he notado que la franja de edad de las fans ha subido. He notado, curiosamente, cómo te pueden pedir fotos con más ahínco las mujeres mayores que las chicas de 20 años. Eso me ha llamado mucho la atención", comenta sonriente. "Pero bueno, creo que igual que nosotros hemos crecido, el público que nos veía en Física o Química también ha crecido. Me gusta mucho que hay un cariño y un poso a esas historias. Al final es cómo encajas en la sociedad, cómo te preparas para llegar a lo que vas a ser…"

En efecto, Maxi Iglesias ha pasado de ser el anhelo de las carpetas de las niñas de instituto para convertirse en el jovenzuelo con el que más de una treintañera -y en adelante- se daría un revolcón. Es un tipo elegante, atractivo y de mirada penetrante. Pero, sobre todo, Maxi es un buen conversador y un anfitrión atento.

En aquel encuentro de hace ocho años -que como este de Albacete luego tuvo una segunda parte con la grabadora ya apagada y una barra de bar de por medio-, Maxi ya era consciente de que el universo en el que se adentraba lo que hoy es luz mañana puede tornarse en oscuridad. "Nuestra profesión no se casa con nadie; somos un producto, al fin y al cabo. Si dejas de funcionar, dejas de funcionar. Es rara la vez que una relación personal, un cariño o el poso de todo cuanto has hecho prevalezca sobre lo que tú puedas aportar en ese momento", comenta.

P: ¿La memoria colectiva es frágil?

M: "La memoria es muy frágil. Hasta el momento soy afortunado porque voy manteniéndome; así que te lo responderé dentro de unos años"

En esta tranquila charla, en una estancia apartada en el hall del hotel, el Maxi más reflexivo deja una frase que bien podría haber servido de titular de esta entrevista: "Yo creo que el deporte nacional de este país es el prejuicio y el valorar sin tener conocimiento". Quien tantas veces ha caído en el error, como yo, solo puedo asentir al escuchar las palabras de este joven actor.

Con los famosos nos ocurre que solemos tener una idea preconcebida, en base a vete tú a saber qué factores. Es más sencillo eso que parar a preguntarse cómo es tal actor o cantante, pararse a pensar por qué ha dicho o ha hecho esto o qué le ha llevado a opinar de tal manera. Resulta más cómodo sacar a pasear la fusta del prejuicio y del demérito. El menosprecio de los logros de otro y la envidia son otras de las malas hiervas que germinan en nuestra sociedad con más frecuencia de lo deseable.

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- Dime algo que tire por tierra alguna idea preconcebida que pueda tener la gente sobre ti

- "Pues que soy más de andar por casa de lo que puedo parecer. Soy muy de casa, de mis amigos. Soy muy de hablar con la gente. Me divierte más el hecho de hablar con la gente, la conversación de la calle, de bar. A lo mejor no me pega, pero son historias. Las del taxista, la del tipo del bar que te pone el café…".

La entrevista toca a su fin. En unos minutos se producirá el preestreno de La Embajada y toca posar ante fotógrafos y recorrer una larga alfombra naranja que conduce hasta el Teatro Circo de Albacete, donde se celebra el FesTVal de Primavera.

Maxi debe subir a ponerse guapo, algo que en tipos como él es poco menos que una redundancia. Le comenta a Lourdes Barroso -responsable de comunicación y relaciones públicas de la productora Bambú- que no se preocupe, que él tiene tiempo de sobra, que no es de pasar ni por maquillaje ni por peluquería.

Con un exquisito traje negro, camisa blanca desabotonada en su parte superior, elegantes zapatos de cordones y un bonito reloj de gran esfera. Así se presentó Maxi en la alfombra del FesTVal.

Con más barba, más tablas y más cautela que aquel chico que conocí hace ocho años en nuestra primera entrevista. Pero, y creo que no me equivoco al afirmarlo, con la misma naturaleza y el mismo fondo. Siempre he tenido la sensación de que Maxi es de esas personas que son dueñas de su destino, a las que ningún tropezón las aparta del camino escogido. Las piedras, las caídas y los sinsabores forman parte del trayecto; la meta es la recompensa. Puro cholismo, puro Maxi.