Especial
Yo vivo de mi cara bonita (y de mi cuerpazo)
Álvaro y Daniel nos cuentan cómo han convertido lo de ser unos pibones en su modo de ganarse la vida
Álvaro tiene 19 años. Daniel Illescas, 23. A los dos les basta con sonreír o con quitarse la camiseta para ganar pasta. Viven de su cara bonita. Viven de su atractivo físico. Como ellos, muchos chicos y chicas "anónimos" están encontrando gracias a las redes sociales formas de entrar en el mundo del modelaje y de explotar su belleza.
Ninguno de ellos es un top model internacional. No los vamos encontrar en la NY Fashion Weeks ni citas tradiciones de este mundillo. No son Kortajarenas ni Velencosos. Quizá en unos años puedan convertirse en estos, pero, de momento, no lo necesitan para avanzar.
Las nuevas tecnologías han permitido que el mundo de la moda y las tendencias se abra paso en diferentes universos: pasarelas, revistas, spots publicitarios, campañas en redes sociales, catálogos… El prototipo de modelo que antes estaba súper definido se ha ido expandiendo.
Daniel Illescas vive en Barcelona. Es un apasionado del fútbol, deporte que no abandona (juega en un equipo de 3ª división). Lleva ya cuatro años compatibilizando esto con lo de vivir de su cara bonita. "A través de las redes sociales, un fotógrafo se puso en contacto conmigo. De pequeño había hecho alguna publicidad para La Vuelta al Cole (El Corte Inglés) pero nunca había pensado en dedicarme a ello", cuenta Daniel sobre sus inicios en este mundillo. Las redes sociales en las que ahora es tan seguido (más de 100.000 followers en Instragram) fueron su puerta de entrada.
Sobre la importancia del 2.0 en su profesión explica: "Yo creo que las redes sociales tienen un papel muy importante. Los años de experiencia hacen que conozcas a mucha gente y los contactos también son muy importantes". ¿Se puede vivir de mostrar cacho en Instagram o depende de los seguidores que tengas? "Vivir no, pero subsistir sí. Ahora mismo, el futuro son las redes sociales". Daniel cuenta que su último viaje de trabajo le ha llevado hasta París, para la campaña de Le Coq Sportif.
Álvaro Mel es de Madrid, es más joven y lleva menos tiempo dedicándose a esto. Poco más de medio año. Al chaval también le gusta lucir torso desnudo y six pack en Instragram donde supera los 560.000 seguidores.
Con su carita de niño pillo ya había superado la barrera de los 100.000 seguidores antes de pensar dedicarse al mundo de la moda, lo que quiere decir que Álvaro era -sin saberlo- una perita en dulce para los departamentos de marketing que en las redes que buscan influencers jóvenes que puedan llevar sus marcas un público con gran tendencia al consumo. "Empecé a crecer muy rápido en Instagram, a partir de los 70/80k seguidores empecé a conocer fotógrafos y a trabajar con algunas marcas. Desde ese momento empecé a ver factible la posibilidad de dedicarme a ello profesionalmente", confiesa Álvaro.
Si bien Daniel toca casi todos los palos del modelaje -salvo las pasarelas-, Álvaro está más centrado en redes. "Ahora mismo me dedico principalmente a fotos para redes, es en lo que estoy creciendo y me va bastante bien. También he hecho fotos para alguna revista y spots para campaña interna de algunas marcas", cuenta. Álvaro explica que para sacar pasta en Instagram o Facebook no solo vale con ser guapo o tener un buen cuerpo; hay otros parámetros que también tienen en cuenta las marcas que los contratan: "no vivo explícitamente del físico, sino también de estilo de vida o moda. Creo que lo más importante por lo general para una marca son los seguidores, pues valoran más una cantidad global de gente que una cantidad más concreta como son los likes".
Es decir, que Álvaro o Daniel además de ser lo que en la calle se llamarían unos buenorros, son dos chavales con estilo y personalidad en cámara. Es lo que les convierte en ese perfecto escaparate para promocionar desde prendas de vestir hasta apps pasando por productos de belleza.
¿Cómo tener ese físico tan espectacular?
Aunque no se trate de la élite del modelaje, con la gran competencia que existe en este mundillo en todos sus niveles, chicos y chicas que se encuentren en la misma situación de Álvaro y Daniel saben bien que su futuro en esto pasa por cuidar su físico. "Utilizo cremas porque me gusta cuidar mi piel y el gimnasio lo combino con el fútbol como puedo. En cuanto a las dietas, no sigo ninguna rigurosamente , simplemente como sano y saludable", explica Daniel.
Lo de mantener unos hábitos saludables en las comidas es básico. Álvaro también lo considera así, aunque en su caso sorprenda que confiese que no pisa el gimnasio: "Comer sano y hacer deporte, nada de gimnasio a tope pero mantenerme en forma".
Los dos insisten en que, por muy superficial que sea este oficio, en el fondo se busca algo más que un simple físico. "Aunque parezca muy fácil entrar en este mundo, no lo es. Parece que conseguir trabajo no es complicado y la realidad es que hay más modelos que trabajo", advierte Daniel.
"Creo que es tener un pequeño talento que explotar y saber moverse. Desde mi perspectiva, el truco ha estado en Instagram y en ser mi mismo siempre, hacerme ver y viralizarme en redes", apunta Álvaro.
Desnudarse delante de miles de personas
Vivir del físico, ser un modelo -ya sea en redes sociales, revistas o pasarelas- implica aparcar vergüenzas y pudores y entender que todas las partes de tu anatomía pueden ser un excepcional vehículo para la expresión artística de fotógrafos, diseñadores, directores…
Echando un vistazo rápido al perfil en Instagram de Álvaro y Daniel o a algunas de sus campañas, es fácil toparse con fotos que subirán la temperatura a más de uno/a de sus seguidores. "El tema de exhibir mi cuerpo no es un problema para mí. Reconozco que, a veces, sí pienso en el qué dirán", confiesa Daniel que matiza que los años de experiencia en la profesión "te quitan la vergüenza. Tengo menos pudor ahora. Llega un punto en el que te acostumbras , pero siempre es mejor si conoces al fotógrafo y hay confianza".
Prácticamente es la misma respuesta la que da Álvaro a esta pregunta quien también reconoce que con el paso del tiempo gana en confianza para ponerse ligerito de ropa delante de un fotógrafo o subir una foto muy hot en redes sociales.
¿Y la familia cómo lo lleva? Y las novias, los amigos, ¿qué dicen? "Supongo que no les gustaría ver alguna imagen que me pudiera denigrar en algún sentido o que faltase el respeto a alguien o algo", comenta Álvaro. Aunque para este madrileño su inmersión en el mundo de la moda y el haber conseguido una manera de empezar a ganarse la vida en una edad tan temprana ha sido un motivo de satisfacción para su entorno: "Están bastante orgullosos de que me haya independizado económicamente con 18 años y de que me gane la vida por mí mismo. Está claro que lo ven como algo puntual ya que esto es muy difícil que dure para siempre".
Idéntica son las inquietudes de la familia y amigos de Daniel, quien explica que sí que tienen algunas reticencias con según que fotos suyas: "Supongo que no les gustaría ver de mí una foto completamente desnudo, aunque tampoco tendrían ningún problema porque les haría ilusión ver mi trabajo".
Daniel cuenta que también su familia considera que esto no debe entenderse como una profesión al uso, que dure para siempre: "Mi entorno cree que tendría que estudiar, y no solo dedicarme a esto. Mi familia siempre me ha apoyado. Mi entorno cree que esto es algo pasajero , ya que es un trabajo en el que dependes de una imagen y eso no dura siempre"
Y en el futuro, ¿qué?
Con estas advertencias y consejos por parte de sus padres, hermanos y amigos es normal que al preguntarles por sus planes para dentro de unos años, ni Daniel ni Álvaro se vean haciendo lo mismo que ahora. "Tengo en mente varios negocios. El mundo de la moda cualquier día termina, así que tengo muchos proyectos que combino con el modelaje", señala Daniel quien afirma que una de sus máximas preocupaciones ahora mismo es perfeccionar el inglés.
Álvaro no quiere aparcar definitivamente su formación universitaria, cree que esa sigue siendo su apuesta más segura: "El año pasado comencé a estudiar arquitectura, este año ha sido un año 'sabático' por así decirlo respecto a los estudios pero lleno de trabajos, con lo cual mi proyecto de futuro es ahorrar ahora toda la cantidad de dinero posible para poder permitirme una formación en los próximos años y que sea seguro para toda una vida, como puede ser una carrera".
Y es que, en el mundo de la moda en el que se mueven estos chicos, no todo es tan bonito como simplificarlo a "gano pasta por mi cara bonita y, de vez en cuando, me recorro el mundo conociendo a un montón de gente". Eso está, pero en ocasiones, el precio a pagar no compensa estos beneficios. "Como en todo hay personas que son malas, pero eso no es nada nuevo", afirma Álvaro a quien de este mundillo le disgusta "el interés de algunas personas y la falsedad de otras". Sin embargo, este joven madrileño ha logrado sacar algo bueno incluso de la parte mala de este universo: "uno se hace más fuerte a base de recibir críticas o insultos. También te ayuda a conocerte mucho a ti mismo".
Para Daniel, el interés de ciertas personas que se le acercan también es lo que más repulsa le provoca de esta profesión: "Lo que más detesto es a la gente interesada". Tampoco lleva bien la soledad a la que, en realidad, está sometido el modelo profesional: "Algo que me disgusta es que cuando consigues un trabajo y viajas, estás solo la mayoría del tiempo". Rodeado de gente (que en verdad no conoces), pero solo. Así funciona esto.
Aunque él, como Álvaro, entiende su experiencia por el mundo de la moda como una oportunidad de aprendizaje vital: "Me ha ayudado a darme cuenta de muchas cosas. He aprendido a conocerme a mí mismo, he aprendido a vivir solo, a ser más sociable; y sobre todo, a valorar todo mucho más".
El relato de Daniel y Álvaro nos enseña dos cosas: por un lado que, sin ser sencillo, hoy en día lo de ser guapo y vivir de tu cara bonita no es ciencia ficción ni se necesitan grandes contactos. Basta con subir fotos resultonas en redes, acumular seguidores y, quién sabe, si te llega una propuesta que te abra la puerta de este mundillo.
Por otro lado, escuchándoles, uno comprende que no existe dinero fácil, que todo tiene un peaje, una contrapartida; que todo trabajo posee sus dificultades y que, en un mundo lleno de eventos, de fiestas, de cócteles… uno se puede sentir muy solo.
Quizá lo mejor sea, más allá de vivir de tu cara bonita o tu cara fea, vivir haciendo lo que realmente te hace feliz.