Overwatch, sólo unas horas y ya enamorado
Se pasa por el arco del triunfo cualquier otro multijugador
Si algo tiene todo el mundo claro ya, antes de empezar, es que cuando Blizzard hace algo, lo hace bien... y el mero hecho de que metan el hocico en un género que les saque de su zona de confort resultaba cuanto menos estimulante, aquello de preguntarse "¿Cómo sería un shooter multijugador hecho por Blizzard?
La respuesta es "Overwatch", un juego cargado de estilo que se pasa por el arco del triunfo prácticamente cualquier cosa multijugador que tengáis entre manos en estos momentos.
No se han propuesto redefinir un género, simplemente han querido "llegar, ver y vencer", masterizar el campo con el primer intento y por las horas que llevo invertidas en ello, bien podría deciros que lo han conseguido.
Primero y principal: carácter y personalidad. Vale ya de soldados con cascos y ropas de camuflaje de idéntico comportamiento, lo que mola de Overwatch es que el juego es totalmente diferente en función del personaje elegido. Hay de todo, desde un gorila concebido para el largo alcance con un pistolón láser y movimiento "limitado", pasando por una especia de mariachi-brujo pistolero capaz de perder su forma "material", hasta un ninja letal en distancias cortas, capaz de parar balas y de correr por las paredes en el plano vertical.
Cada personaje tiene al menos 4 habilidades especiales exclusivas y totalmente diferenciadas del resto, y dejan la sensación de que todos y cada uno de los 21 personajes que conforman el roster de Overwatch han sido diseñados para complementar y ayudar a mantener la "armonía del caos" (si me lo permitís) en el enfrentamiento multijugador.
El resultado final es un combate tremendamente balanceado en el que cada jugador busca un acercamiento diferente para entrar en la acción. Los ninjas no quieren ser vistos y aparecerán por la espada siempre que puedan, los robots gigantes salen a destruir aguantando el tipo como ningún otro y sin demasiada posibilidad de escabullirse cuando llega la tormenta y otro, sin embargo, si podrán acortar y mantener distancias a voluntad gracias a técnicas tan versátiles como la desaparición o una cadena para acercarse a los objetivos.
Además de lo "únicos" que son todos los personajes, todos ellos tienen un buen puñado de "skins" para variar el aspecto físico a los que podremos acceder sólo a través de un sistema de dinero interno de Overwatch. También están las "Loot boxes" a las que accedemos con la subida de nivel en el juego (o, por supuesto, con dinero del de verdad); estas cajas esconden cuatro "ítems" de diferentes tipos y diferente nivel de "rareza" y es una forma rápida de conseguir estas variantes, siempre cosméticas, tales como skins, emoticonos, poses de victoria, voces, sprays o iconos de jugador.
Como veis, por variedad no va a ser.
Técnicamente es brutal. El estilo cartoon no quita el hipo, pero cumple y confía en el diseño de personajes y escenarios para conquitar, y, lo más importante, mantiene los 60 frames por segundo constantes mientras 12 jugadores se vuelven locos en escenarios de construcciones muy complejas, toda una proeza en un mundillo en el que hasta los más grandes prefieren exprimir el rendimiento de las máquinas limitando la acción a los 30 frames reglamentarios.
Si algo piden estos juegos es una acción impecable, el look viene después, pero es secundario; afortunadamente "Overwatch" va más que bien servido de ambas cosas, es técnicamente impecable y rebosa estilo por los cuatro costados.
Sólo llevo unas horas con Overwatch, pero no he parado y quiero más, mucho más. Si buscas un juego "eterno", uno de esos que hacen te hacen perder la noción del tiempo, deja de ver los streamings de twitch y abre tu cartera de par en par porque Blizzard se ha llevado el gato al agua una vez más. PC, PS4 o Xbox One, la plataforma la eliges tú, el rendimiento es excelente en todas ellas. IMPRESCINDIBLE; sin más.
¡Por cierto! ¿Habéis visto los cortos animados que han hecho de Overwatch? Son una auténtica maravilla. Con este elenco de personajes, a lo mejor deberían plantearse la producción de una peliculilla... lo dejamos ahí.