La dieta detox llega al mundo de las emociones, ¿la has probado?
Silvia Olmedo nos habla, en su último libro, de la toxicidad emocional, incluida la del ámbito digital
Raro es el que a día de hoy no ha escuchado hablar de la dieta détox o, incluso, la ha probado. Limpiar el cuerpo de toxinas y purificarse se ha convertido en una obsesión para muchos de los que quieren sentirse bien consigo mismos y con su cuerpo.
Pero, ¿qué pasa con la toxicidad emocional? ¿También podemos limpiar nuestras emociones? La respuesta es contundente: sí. Silvia Olmedo nos explica cómo hacerlo en Detox emocional. Eso sí, como ocurre con la nutrición, aquí no hay fórmulas mágicas.
“Yo detesto a los que van de predicadores, no puedo con ellos y no soy así”, asegura Silvia, “si lo fuera seguramente vendería más libros”. Pero no, ella es psicóloga y está muy en contacto con las tendencias en ese campo pero no pretende dictar un camino sino darnos las claves para que nosotros mismos lo marquemos. “Te doy muy desmenuzado todo para que veas lo que te puede funcionar a ti”, explica.
Reconoce de entrada que es imposible tener una relación emocional pura y no hay que frustrarse por ello. “¿Es posible vivir en un ambiente puramente puro y comer comida completamente biológica? No”, asegura. Lo mismo ocurre en el mundo de las emociones.
En su nuevo libro nos acerca a una toxicidad presente en nuestras vidas aunque muchas veces no seamos conscientes. Abrir los ojos y darse cuenta ya es un primer paso. Aquí van algunos aspectos a tener en cuenta.
Toxicidad laboral
Uno de los espacios que llena gran parte de nuestro día a día es el laboral y parece que muchos se están acostumbrando a la toxicidad de este ambiente. ¿Cuántas veces te has quedado más horas en tu trabajo porque ‘hacía falta? Eso sí, sin cobrar horas extras. Seguro que más de una pero lo asumes como algo rutinario y no te enfrentas a la situación por miedo a perder el trabajo.
“Uno no se da cuenta de la cantidad de posibilidades que tiene fuera”, dice asombrada, “un jefastro te roba el espacio hasta donde tú le dejas”. Silvia trabajaba en Londres como directora regional de la empresa más grande de investigación y consultoría del mundo y lo dejó porque el trabajo, como ella misma reconoce, le estaba enfermando. “No todo el mundo lo hace porque en el fondo no cree en sí mismo o no sabe salir de la situación”.
Si se centra en el sector femenina asegura que el exceso de perfeccionismo es una debilidad de la que muchos se aprovechan. “A los de la generación de los años 70 y 80 nos han educado para ser grandes profesionales pero llega un momento en el que cuando ya estás situada donde querías te empiezan a pedir más cosas de tal forma que si no las haces parece que te estás jugando tu carrera profesional dentro de la empresa”, relata, “a veces lo que te piden es lícito pero muchas veces utilizan el chantaje, la victimización, te están cosificando y tú estás accediendo”, reconoce.
Es una situación más habitual de lo que podemos imaginar. Lo primero es darse cuenta de esa toxicidad que te rodea y que afecta al resto de tu vida. Luego, es el momento de tomar medidas.
Toxicidad digital
La transformación digital, esa de la que todo el mundo habla y que en muchos casos nos sobrepasa por lo rápido que va, también puede llegar a intoxicar nuestras vidas. Esta inmersión en las tecnologías conlleva una serie de riesgos que todavía nos cuesta asimilar.
- trastornos digitales
“Nos ha pillado en pañales, completamente analfabetos, ni los psicólogos ni nosotros sabemos poner límites”, reconoce Silvia, “hay algo brutal que es lo que está pasando con los trastornos de atención. La mayoría están recurriendo a fármacos y el problema, en realidad, es que estamos sobre estimulados”.
Las redes sociales son un arma de doble filo. No podemos dejarlas al margen porque forman parte de la nueva forma de comunicarnos pero hay que tener cuidado. “Es bueno y necesario pero también nos puede destrozar la vida si no tenemos límites”.
Internet y la dependencia que tenemos de la red está cambiando nuestra manera de relacionarnos, “si antes te cabreabas con tu pareja jugabas al silencio más absoluto o creabas un enfrentamiento, pero ahora te vas al whatsapp”.
Este exceso de información, en muchas ocasiones sin filtro, está influyendo, según Silvia, hasta en nuestra sexualidad. “Los chicos de 18 años ya lo han visto todo, han visto en internet a muchas mujeres de todas las maneras posibles y cuando ven una mujer de verdad les resulta muy poco estimulante y vienen los problemas de disfunción eréctil”, asegura, “pero todo esto tiene 10 años y no hay todavía recorrido. Lo que sí podemos establecer son límites”.
Muchos jóvenes tienen como espejo las redes sociales de sus ídolos pero “en la persona famosa hay una estrategia detrás y eso es lo que no sabemos”. Según Silvia, esas celebrities, que son el referente de muchos, muestran lo que te quieren mostrar y no es un reflejo de la realidad.
Silvia es de las que opinan que hay demasiadas personas que muestran su vida dejando al descubierto todas sus vulnerabilidades y eso es muy peligroso. “Nunca dejarías entrar a un desconocido a tu casa y menos le dejarías meterse en tu cama y en las redes sociales dejamos hacer todo sin ser conscientes de que estamos dando acceso al mimo tipo”.
Reconoce que es un tema imparable, que las redes sociales han llegado para quedarse y que lo mejor es adaptarse cuanto antes. Ella lo ha hecho y sus seguidores se cuentan por cientos de miles. Eso sí, ha pagado un precio, que muchos de sus compañeros, los más académicos, le hagan bullying por ello.
Es consciente de la visibilidad que hoy en día tienen los youtubers e intenta entenderlos. Se acerca a ellos y a su lenguaje para que su mensaje llegue a esa gente joven que les sigue. Su intención es convertirse en la puerta de acceso que lleve a esos followers a contenidos más profundos.
No todo vale y los que se quedan en la frivolidad y no pasan de ahí, "son gente que no está creando pensamiento crítico sino generando discapacitados intelectuales y emocionales”.
Toxicidad familiar y de pareja
Lidiar con los sentimientos no es fácil, sobre todo cuando los lazos son muy estrechos. Si las cosas no van bien con tus padres la solución no pasa por expulsarles de tu vida sino por intentar poner límites.
“Si mi madre me dice, ¿no vas a venir a comer el domingo con nosotros?, en lugar de decir, ‘es que siempre tengo que ir con vosotros’ y parecer mala persona, puedes decir, ‘mami, llevo cinco días trabajando y un día limpiando la casa y me apetece quedarme un día con mi pareja, ¿a que no te parece mal?’”, simplemente es cambiar la perspectiva.
También ocurre a la inversa, cuando eres padre puedes estar intoxicando a tus hijos y muchas veces, no te das cuenta. “Cuando lo amenazas o lo chantajeas lo está integrando en su disco duro y lo está asimilando”, asegura, “cuando tienes varios hijos y le dices a uno de ellos, ‘tú no vales para eso pero tu hermano sí’, le estás generando una toxicidad en su autoestima”.
Pero no hay que agobiarse, en el fondo, todos somos tóxicos. Cuando te das cuenta y vas cambiando pequeñas cosas, es un paso adelante y con su libro pretende abrirnos los ojos y ayudarnos a cambiar las perspectivas.
En la pareja, a veces no poner límites, lleva a veces a situaciones extremas que derivan en los malos tratos tanto físicos como psicológicos. “Cuando tu pareja te dice ‘es que ir así…no, mejor ponte una falda más larga, chica’, y después sigue, ‘¿pero vas a salir así?’…aunque al final hagas lo que tú quieras ya te está dejando un poso de sentirte mal, te estás sintiendo culpable de algo que él quiere que te sientas culpable’, explica como ejemplo. Esas son las situaciones que hay que cortar de raíz.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...