La última película de Matt Damon es racista

Scarlett Johansson se encuentra inmersa en el rodaje de Ghost in the Shell. Su personaje, Motoko Kusanagi, siempre ha tenido rasgos asiáticos y Johansson es caucásica. Rooney Mara aparecía en Pan dando vida a Tiger Lily, un personaje que en el libro tenía rasgos indígenas. Ahora es Matt Damon el que protagonizará La Gran Muralla, una película en la que ejerce de salvador del Imperio Chino contra los dragones hace mil años. Todos ellos son ejemplos de 'whitening', una práctica que no se consigue erradicar en Hollywood.

Porque aunque la última película de Damon sea de ciencia ficción es bastante poco probable que un hombre blanco tuviera hace un milenio ninguna intención de salvar al pueblo chino de ninguna invasión. La falta de diversidad en las grandes superproducciones y el reducionismo al que se ven abocadas cuando el héroe solo puede ser blanco (y a poder ser rubio) son un problema bastante grande en la meca del cine.

Evidentemente las voces discordantes con esta práctica de 'blanqueamiento' no se quedaron calladas cuando apareció el primer frame de Scarlett en la adaptación del videojuego ni tampoco lo han hecho ahora que hemos visto a Damon vestido como un guerrero chino. Tuiteros enfurecidos se han puesto en pie de guerra contra este nuevo caso de supremacía de una raza sobre las demás en Hollywood lo que no hace más que avivar las acusaciones de racismo, como queda claro con casos como el boicot por parte del matrimonio Smith en los pasados Oscar tras denunciar que los negros tenían muchas menos oportunidades de trabajo.

Lo curioso de todo esto es que las producciones en las que un actor de origen occidental encarna a un personaje que el público sabe bien cómo debiera ser su apariencia suelen ser grandes fiascos en taquilla. Un buen ejemplo de ello fue Pan, protagonizada por Hugh Jackman, la cual consiguió una recaudación más bien pobre después de una enorme inversión.