Descubre El Jardin de las palabras

Joya visual. Peligro adolescente

Hace poco me quedé totalmente prendado de uno de esos videos de Facebook cuyo origen siempre desconoces y que terminan haciéndose virales. Buscando en los comentarios descubrí que lo que había visto eran secuencias sacadas de El Jardin de las Palabras un "mediometraje" (no llega a "largo") de Makoto Shinkai que, aunque sólo fuera por su delicado apartado visual, prometía mucho.

El "problema" de El Jardín de las Palabras y del mensaje que el director quiere lanzarnos, llega con el fuerte contraste de culturas que existe entre oriente y occidente. La premisa es bonita; un niño que persigue su sueño de convertirse en diseñador de zapatos y una misteriosa mujer (considerablemente mayor que el primero) que ha perdido todo en la vida, coinciden los días de lluvia y entablan una relación. Con el tiempo se "necesitan" y la cosa, así de primeras, no parece tener buena solución.

En el anime todo es posible, pero esa relación entre un 'varoncete' de 15 años y una chica de 27 pinta rara y cuando es la cultura oriental la que sirve como contexto, todo se vuelve todavía más bizarro; con diálogos y situaciones demasiado forzadas en ocasiones. A mí me da que el señor Shinkai tuvo un enamoramiento adolescente no resuelto y se ha marcado esta peli para que todo funcione en su cabeza; eso o que en Japón están más desequilibrados de lo que pensaba para estas cosas del amor.

Dejando a un lado el argumento que, además, estoy seguro de que funcionará para el público adolescente (un servidor pasa ya de los 30 y no todo pasa el filtro "adulto"); El Jardín de las Palabras es un portento visual; sin duda de lo mejor que he podido ver dentro de la animación japonesa.

El estudio ComiX Wave juega con maestría con la combinación de CGi 3D y animación tradicional, por lo que la peli nos cuela escenarios hiper-realistas de Tokyo con un acabado de dibujo animado que empasta a la perfección con la animación de los personajes. Además la luz y el color reciben todo el cuidado del mundo para que cada secuencia sea visualmente inolvidable. Si bien el argumento nos ha pillado con la guardia baja, podemos afirmar sin miedo que cualquier secuencia de los 50 minutos de metraje de El Jardín de las Palabras es una auténtica maravilla visual; ese fue el reclamo que me llevó a hacerme con ella y por esa parte ha cumplido con creces.

No quiero desanimar a nadie. Si esta peli fueran 30 (o los 50) minutos de escenas de Tokyo y ambos personajes bajo la lluvia y el piano de su bonita banda sonora como único acompañamiento, posiblemente me habría hecho llorar; pero la diferencia cultural (y generacional en mi caso) no me permite conectar con la peli. No obstante, si dibujas, pintas, compones, o disfrutas analizando la composición y la creación de una escena; esta película es un ejercicio artístico impecable. Si te animas, la tienes a la venta editada por Selecta Vision.