Especial
Phantogram demuestra que el pop puede ser oscuro e incisivo
El tercer disco de este dúo neoyorquino es disco destacado en LOS40 Trending
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Phantogram, el dúo formado por los músicos neoyorquinos Sarah Barthel y Josh Carter, comenzaron su carrera con un primer disco publicado en 2010 (Eyelid Moves) en los que apelaban al sonido de grupos con el trip hop y el pop experimental como común denominador -léanse nombre como Massive Attack o incluso Hooverphonic-.
Hace dos años el dúo publicó un segundo disco (Voices) en el que trabajaron mucho más su sofisticación, creando verdaderos pasajes sonoros con canciones como “Fall In Love”, construidas superponiendo capas de pequeños elementos, todos unidos aportando cierta grandeza emotiva.
Cambio de carril
¿Qué ha ocurrido por el camino para que el tercer disco de Phantogram sea duro, lleno de oscuridad, crudeza y oscile sobre un sonido anárquico y crudo? El dolor ha reconvertido a Barthel y Carter, que en Three, afilan mucho su personalidad y la tiñen de negro. El suicidio de la hermana de Sarah, y la muerte de David Bowie y Prince -dos grandes referentes para el dúo- han tenido mucho que ver con esta transformación que ahora les acerca más a Nine Inch Nails.
No es que Phantogram hayan perdido el foco, sino que han endurecido su vertiente pop, logrando algo reseñable por el camino: crecer, ganando a la vez presencia y personalidad en su sonido. Eso ya se notaba desde que estrenasen este verano un primer adelanto arrebatador titulado, “You Don’t Get Me High Anymore”, una canción que habla del agotamiento del amor y la atracción entre dos personas.
Si “You Don’t Get Me High Anymore” se apoya en la fiereza del rock, en “Same Old Blues” encontramos la fuerza en una inspiración grande de géneros como el soul, el golpel y el R&B que conjuran para crear uno de los estribillos más pegadizos del año. Incluso un ramalazo de hip hop también está presente en otra de las mejores canciones del disco, “Calling All”.
En Three aún quedan referencias a sus anteriores discos, y curiosamente ocurre en los momentos de mayor calma. Pasa con esa balada electrónica cargada de realismo titulada “Cruel World”; con “Barking Dog”, construida entre cuerdas y sintetizadores en una onda muy Radiohead; o con la preciosa instrumentación alrededor de “Answer”.
La de este tercer disco de Phantogram no deja de ser una evolución lógica y tan explosiva como la portada del álbum. Porque a veces hay que demostrar que el lado oscuro también tiene su satisfacciones.