Battlefield 1 es todo lo que un shooter puede ofrecer
Buena campaña, excelente multijugador
Ya sabéis que las Navidades empiezan en octubre/noviembre, cuando todas las compañías enseñan sus cartas para que vosotros, amigos, podáis hacer la carta de Papá Noel.
Este año, Battlefield se adelanta y, aunque cada vez parecen competir menos, saca algo de ventaja con respecto a su archienemigo de activision, Call of Duty Infinite Warfare.
Battlefield 1 os lleva a la primera guerra mundial. Pone antes vosotros una campaña sobrecogedora, dinámica, rica y variada que difícilmente podrá llegar a cansar. Una primera secuencia angustiosa presenta el lado más oscuro y devastador de la guerra a pie, a partir de ahí, la historia queda dividida en capítulos que cambian localizaciones y modo de juego; que sirven como entrenamiento de cara al multijugador.
Pese a su fin “didáctico”, la campaña busca transmitir emociones y ofreciendo esa (tan buscada) experiencia cinematográfica. Dividida en cinco capítulos, el primer acto nos incorpora a un convoy que viaja en tanque por territorio controlado por tropas alemanas para hacernos vivir el asalto a la ciudad de Cambrai; el segundo cambia de personaje para enseñarnos a pilotar aviones y llevarnos a una batalla aérea entre los británicos y los alemanes o para ponernos a caballo en la piel de Lawrence de Arabia; así, llevando la guerra de punto a punto, aprenderemos a curtirnos para servir en el frente del multijugador online; artillero raso, jinete de combate, piloto… ya sabéis que si algún juego se atreve a definir las dimensiones de la guerra ese ha sido siempre Battlefield y cada vez consigue llegar más lejos.
Pese a la búsqueda “emocional” de Battlefield 1, la campaña no puede esconder su papel de tutorial de cara al modo multijugador y, pese a una indiscutible potencia visual (no sólo gráfica, sino de composición y diseño), este Battlefield 1 no termina de meternos en una peli de guerra como habríamos deseado. Quizás sea por la falta de contacto con los personajes; demasiados cambios nos llevan a una falta de “empatía” (si se me permite el término) para con los protagonistas, lo que hace que nos importe más bien poco quien sufre o quien agoniza.
Eso, por supuesto, no hace que la campaña deje de ser un estímulo constante, tremendamente entretenida y un rato muy agradable que podrá reptirse al menos una segunda vez para encontrar todos los secretos que esconde (manuales y entradas de un códice).
Pero no es la campaña por lo que compraréis Battlefield 1. No podremos agradecer suficiente que haya vuelto a escena después de desaparecer por completo para Star Wars Battlefront (al parecer fue por falta de tiempo); pero la experiencia irrepetible y única de Battlefield 1 es la que ofrece el modo multijugador.
En este modo la esencia permanece inalterada, 64 jugadores enfrentados en dos equipos en campos de batalla enormes; cuatro clases: Asalto, Apoyo, Médico y Explorador, cada una con sus puntos fuertes y débiles y siempre orientada a una tarea concreta. En Battlefield es tan importante ser diestro con el mando en las manos como jugar por y para el equipo para que la partida funcione, con un ojo siempre en los objetivos y el bien común de tu bando. Lo de siempre, si lo que buscáis es pegar tiros para sumar bajas y ser el mejor de la clasificación, deberíais buscar en algún otro lugar.
Por supuesto, las largas distancias se viven a pie o sobre potente maquinaria. El multijugador tendrá enfrentamientos en tierra y aire de forma simultánea. La maquinaria es devastadora, pero tiene limitaciones y las reparaciones nos impiden atacar e incluso movernos en el caso de los tanques.
Hay clases “elite” además, que convierten a los humanos en un peligro también para la maquinaria; con munición pesada anti-tanque, munición anti-aérea o lanzallamas; presentes para poner otra baraja en la mesa añadiendo variables a una ecuación que ya era complicada de por sí y en la que las balas volarán en todas las direcciones y cualquier cosa podrá pasar.
Lo que está claro es que el viaje al pasado de Battlefield 1 funciona de maravilla. Técnicamente es un portento; prácticamente cualquier estructura del campo de batalla responderá en combate, barricadas, molinos, casas… cualquier cúmulo de piedra o cemento podrá venirse abajo cuando crucen las balas. La iluminación se ha potenciado muchísimo, buscando efectos de deslumbramiento causados por la incidencia de la luz del sol en los materiales, como la chapa de los tanques. El único puntuo en el que “cojea” ligeramente es en la búsqueda del factor humano; las expresiones de las caras y la viveza de los personajes parece dar un paso atrás con los logros ya alcanzados hasta la fecha por otras compañías. Por lo demás, el juego es una auténtica gozada y la versión consola parece haber exprimido hasta el último condensador de las máquinas.
Si pagas tu suscripción Plus o Gold religiosamente, Battlefield 1 puede ser el disco que acapare tu consola sin piedad hasta 2017 y seguirá entrando y saliendo de forma regular por muchos meses si consigues encontrar tu puesto en la formidable guerra que EA te ha preparado.