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Nacho Guerreros: “Me gustaría que utilizásemos más la palabra ‘majadero’ porque define a la gente intolerante”
El portero de 'La que se avecina' confiesa que sufrió bullying
Yo también sufrí bullying, así se titula el libro en el que Nacho Guerreros ha confesado que pasó por ese mal trago.
No ha dudado en contarlo junto a la periodista Sandra Brun con la que ha pasado meses recogiendo testimonios y percatándose del crecimiento que está sufriendo esta problemática.
Nos ha hecho reír muchísimo con su personaje de Coque en La que se avecina pero también sabe ponerse serio para abrirnos los ojos sobre un mal que conoce en primera persona.
Lo suyo es una implicación real y profunda en un problema que le preocupa como padre y como miembro de una sociedad que no está sentando unos buenos cimientos.
Pero non todo es negativo, él pretende animar a denunciar lo que sucede y dar esperanza porque… ¡se sale! Eso sí, hacer este libro le ha dado problemas con su hierna de hiato.
¿Cómo está tu hernia, Nacho?
La hernia está bien pero han ido apareciendo sucesivas molestias pero anda todo bien y controlado. Es que yo soy ‘el pupas’.
¿Pero no a causa del libro, no?
No, afortunadamente no. Pero es verdad que me aparece de todo. Luego la gente dice que soy hipocondríaco pero es que tengo pruebas factibles de que es así, tengo recetas y visitas al médico. Pero mientras no sea nada grave, no pasa nada.
Nos centramos en el acoso escolar, algo que dicen que ‘siempre ha existido’ pero que ahora es cuando se está empezando a tomar en serio, ¿no?
Afortunadamente la evolución hace posible que todo sea visible y aquello que no se daba importancia y se saldaba con un ‘es cosa de niños’ ahora se ha convertido en visible.
Es un problema de magnitud social como la violencia de género o el paro. No nos olvidemos de la cifra: Un 25% de niños y jóvenes en edad escolar están siendo acosados.
Tú lo sufriste en tus carnes, ¿se supera?
Sufrí acoso escolar y me enteré de que eso había sido acoso en 2004 que es cuando se empezó a visibilizar con el desgraciado suceso de Jokin en el País Vasco. Ahí se empezó a darle importancia.
Yo no sabía lo que había ocurrido, simplemente no me sentía dentro de ese aula. Sufrí bullying afortunadamente sólo un año porque supe pararlo a tiempo, me fui de allí.
Fue en el año 1984-85 en el instituto de formación profesional en Calahorra, en la rama de delineación que es lo que yo había elegido después de aprobar EGB.
No se le ponía un nombre a alguien que estaba siendo insultado, maltratado psicológicamente, no existía un nombre y no me atreví a denunciarlo. No se lo dije a mis padres para evitar preocupaciones y el tutor que me tocó era bastante distante y no me atreví a decirle nada aunque él era consciente de lo que pasaba.
Pero, ¿se supera?
Yo lo he superado sin ningún problema pero porque tenía un objetivo claro. Quería ser actor y sabía que eso era un mero trámite para yo poder crecer, cumplir la mayoría de edad y venirme a Madrid a estudiar arte dramático.
Por poner algo positivo, gracias a estos dos individuos, mi objetivo se revitalizó. Cuando me encontré con estos dos supe que era mi destino definitivo.
Si encima hay que darles las gracias…
No, no, no… si es por poner algo positivo. Hay una palabra que define perfectamente a estos dos y es ‘majadero’ y que me gustaría que usásemos más porque define perfectamente a la gente intolerante, que no respeta a los demás, la gente con esa autosuficiencia. Estos dos tenían el ego tan desmedido que atacaban a todo lo que no fuera como ellos.
Es un problema educacional, ¿no?
Los padres no podemos poner la educación en manos sólo del profesor. En casa tenemos mucho trabajo que hacer. Tenemos que educar en empatía, en libertad, en el respeto, si no, es imposible.
¿Se puede perdonar a los que te han acosado?
Te voy a ser muy sincero. Yo he estado muchos años con odio, con resentimiento y te preguntas ¿por qué?, porque no soy igual que tú, porque no me gusta jugar al fútbol…
¿Hay respuesta?
No, no encuentro una respuesta. Además en mi caso, que estos dos individuos venían de un colegio privado y fueron a este instituto que era público con gente que venía del público, como yo, les parecía que venían de una élite social distinta, les parecía que tenían el derecho de vejar porque creían que venir de un colegio privado les hacía ser de una categoría superior. Era tan ridículo y absurdo… ahí ya teníamos 14 años, es una edad en la que razonas.
¿Cuál ha sido tu motivación para meterte en este proyecto tú que reconoces que lo tenías olvidado?
Sí lo había olvidado pero está siempre un poquito en tu cerebro. Aunque lo olvidas porque afortunadamente tienes otras motivaciones, siempre está ahí.
Siempre ha sido una preocupación y cuando se ha hecho visible pensé que ahora tengo una posición privilegiada porque tengo muchísimos seguidores en edad escolar y muchos de ellos serán acosados y quizás con mi testimonio se estimulen y piensen que no están solos y piensen que se puede salir porque realmente se puede salir. Pero hay que denunciar, desde la primera salida de tono.
Sí, pero leyendo el libro, uno piensa que eso no sirve de mucho.
Desde los organismos oficiales deberíamos prestarle más atención porque es un problema social de gran magnitud porque no nos olvidemos que va en aumento. Desde la Fundación Anar ya nos dijeron que en los domicilios ha aumentado la violencia familiar y un niño que ve violencia en casa la va a ejercer fuera. Es cuestión de educación.
¿Qué podemos considerar acoso?
El acoso no es un insulto de vez en cuando y que tú te puedas defender, porque de niños nos hemos peleado y nos hemos amigado. El acoso escolar es de larga duración, día tras día. No es lo mismo un insulto, que aunque es grave, es un insulto, que ejercer violencia cada día.
Otra de las conclusiones del libro es que cualquiera puede ser víctima.
Cualquiera. El otro día coincidí con Fernando Romay en un programa de televisión que mide más de dos metros y él que mira que es grande y podía haberse impuesto, también sufrió acoso. Si eres alto porque eres alto, si eres grueso porque eres grueso, si llevas gafas, también. Y aparte, ya nos metemos hasta con enfermedades, si sufres algún síndrome, también, niños huérfanos… estamos llegando a unos límites verdaderamente preocupante.
“Alguna vez me cayó algún que otro zapatillazo que recuerdo sin ningún tipo de trauma”. Hoy en día decir algo así puede levantar ampollas.
Yo no tengo ningún tipo de trauma porque además pertenecemos a esa generación de tu abuela y tu madre con la zapatilla. No una paliza…yo no tengo ningún tipo de trauma.
¿Creemos que hemos ido de un extremo a otro?
Hemos convertido al niño en el centro de la familia, no en parte, en el centro y no es así. Es uno más al que tenemos que cuidar y proteger pero tiene obligaciones que tiene que cumplir.
Hay crisis de valores o eso dicen, ¿no?
Totalmente, primero en los adultos. Yo tengo un hijo de 15 años e intento educarlo en el respeto. Nunca puedes poner la mano en el fuego pero por lo menos intentar una base sólida porque en el día de mañana van a educar a otros seres.
Jordi Sánchez (Recio) escribe el prólogo en el que recalca que pensar que pasar por una experiencia así te ayuda a madurar es una tontería.
Es una gilipollez como un piano. A mí no me ayudó nada. No te hace más fuerte pasarlo mal. Puedes crear muchos traumas e inseguridades. A mí me dio el empujón para salir de allí y no querer verles nunca más. No me interesan. Somos de un pueblo pequeño y alguna vez me encuentro con uno de vez en cuando pero no me interesan.
¿Has vuelto a hablar con ellos?
Nunca, ni me interesa.
¿Ni ellos se han acercado cuando tu popularidad creció?
Para nada, pero saben lo que hicieron perfectamente porque yo me acuerdo. Lo que pasa es que ellos están del lado del sadismo, de la diversión. Si hiciéramos un careo quizás me dirían que no es para tanto… son dos perspectivas completamente diferente. Ellos habrán olvidado cosas, es lógico, no son los que lo pasaron mal.
¿Qué feedback has recibido de Montepinar?
Yo no conté nada hasta que no estuviera publicado, no me gusta contar las cosas, soy bastante precavido. Fue una respuesta magnífica. Coincidí con Vanessa Romero y nos hicimos una foto cada uno con su libro. Muy bien, los compañeros muy bien.
Y sobre todo, desde que yo lo anuncié ha sido un apoyo brutal de la gente, brutal y absoluto. Los escolares no ven bien el acoso escolar, está considerado como algo negativo, lo que pasa es que tienen miedo a denunciar y prefieren ser cómplices a víctimas.
De ahí el gran valor de Se buscan valientes, la campaña de El Langui que pone énfasis en el que observa.
Maravillosa. Yo sé que es muy difícil porque yo no lo hice pero ahora hay más medios para luchar. Hay que contarlo a los padres, a tu mejor amigo…
¿Tú has sido testigo de alguna agresión y te has mantenido al margen?
Yo vi una paliza a un compañero mío. No hice nada.
¿Crees que podrías haber hecho algo?
Podría haber hecho tantas cosas. Pero yo tenía 14 años, estábamos en los años 80, no existía el acoso escolar como tal, ¿de dónde?, ¿cómo haces?, ¿a quién llamas?, ¿a tus padres para preocuparles?, ¿a tus amigos para que haya broncas? No, prefieres callarte.
Yo recuerdo el camino de mi casa al centro, era una tortura y el camino de felicidad de vuelta a casa o cuando llegaba el viernes por la noche.
Y tú con la suerte de que no había redes sociales en aquel entonces.
Suerte, yo lo digo. Suerte. Es triste pero es real porque ahora el acoso no para en ningún momento.
Cada vez hay más referentes juveniles que confiesan haber sufrido bullying…la lista es larga, ¿eso ayuda?
Está haciéndolo visible y eso es fundamental y gente que tenemos el privilegio de que nos siguen chicos en edad escolar hay que hacerles saber que no son los únicos y que se puede salir.
La televisión tiene mucha influencia en ese sentido. En el libro hacéis referencia a grupos de chicas acosadoras que emulan series y se hacen llamar las Divinas como en Patito Feo.
Sí, hablamos de un caso y justo esta mañana nos han contado otro caso de un grupo que se denominan Divinas estaba acosando a otra niña que era menos mona que ellas. Hay que tener mucho cuidado.
A veces se nos olvida que la tele es un poco peligrosa a veces por la repercusión que puede tener.
Cuando yo era pequeño se estrenó Supermán y hubo niños que se tiraron por la ventana, pero no puedes dejar de rodar porque un niño… en casa hay que saber discernir y enseñar lo que es ficción. Yo recuerdo a mi mamá diciéndome que no era real, que no se podía volar.
Sí, pero no siempre se tiene claro y se emula lo que se ve en la pequeña pantalla. Tu personaje Coque fuma porros como algo normal, ¿no es un ejemplo censurable?
Hablo desde lo que te comentaba que hay que enseñar que eso es ficción. La serie es ficción, todo lo que pasa ahí no es cierto. Mira que yo que ni fumo, ni bebo, ni nada, todo ajeno a mí y cuando se acercan a mí en la calle, nunca dejo a nadie fumar delante de mí en una foto. Jamás. Se ve mucho pero no nos podemos olvidar que es ficción.
Para la gente que se vaya a enfrentar al libro, ¿qué les dirías?
Para las víctimas, que pidan ayuda, a quién sea. Al acosador o sus familias, que empaticen y que escuchen, que es la única forma de solucionar los problemas.
Hay que bajar la cifra porque no es posible que en España que tenemos tantas cosas bonitas estemos educando así.
Ha sido duro, ¿no?
Sí, muy duro. El caso de Víctor (que en realidad no se llama así), se me vino el mundo a los pies porque yo asistí a su terapia. La primera frase que soltó ‘esta semana el cole ha ido muy bien que no me ha pegado nadie’. Los hay que tener bien puestos para asistir a testimonios así.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...