Tekken 7. ¡Ya era hora!
Más, mejor y tarde.
Por fin llega. Y, aunque tengo la sensación de haber tenido el juego en casa por meses, después de tanto video de personaje y tanto torneo jugado por internet, Tekken sigue siendo Tekken, y es motivo de celebración.
No hay Tekken malo. El primero, fue el primero y único competidor de Virtua Fighter. El segundo, la vuelta de tuerca necesaria para poner a prueba la placa System11 de Namco. El tercero, una leyenda definitoria y un vende-consolas en tiempos de playstation. El cuarto fue el verdadero salto al 3D y una revolución en la saga… Podría seguir, pero el caso es que hemos llegado hasta el número 7 (con dos “TAG Tournament” de por medio), es decir, la novena entrega real de la franquicia y Tekken sigue siendo una revolución.
Tekken 7 no busca romper ningún molde. Katsuhiro Harada (creador) hace lo que siempre hace bien. Ofrece un plantel enorme de personajes (sin canguro en nuestro país), aprieta tuercas al hardware a nivel técnico y añade super-ataques, conocidos como “Rage Arts”.
Como toda entrega de la saga, Tekken 7 es un juego completito. Para jugadores solitarios en busca de entretenimiento sin conexión a la red, con su modo historia lleno de "Mishimas" con ganas de matar a sus familiares y su modo arcade, para emular la experiencia recreativa, ganar dinero y poder comprar recompensas después…
Un listado de personajes para aburrir y opciones de personalización que permiten desde tener acceso a los trajes originales que han quedado atrás hasta tomar el juego por el pito del sereno poniendo gorros-rana o pizzas en la espalda de los luchadores.
Para aquellos que buscan ser “el rey de la barraca”, hay un modo online que (estoy seguro) algún día funcionará, porque, de momento, yo no he conseguido encontrar ni una sola partida que haya conseguido arrancar.
Técnicamente, sobresaliente. Los escenarios son una pasada, la iluminación es potente y acusada y no hay golpe que no haga saltar chispas, rayos o demás efectos a ‘tutiplén’.
La única queja ya se ha dicho. Llevamos viendo torneos de Tekken 7 ya dos años y el juego parece algo oxidado; no porque tenga carencias reales sino porque se ha contenido demasiado el lanzamiento doméstico en un mundo en el que las cosas ya no tardan tanto en llegar.
A cambio, este “modus-operandi” chapado a la antigua, también nos ofrece un plantel de personajes completito de 32 luchadores en un mundo en el que los juegos llegan con doce a las tiendas y las compañías piden euros a puñados para colarnos lo que nos deben. Así que, nos quitamos el sombrero por Harada (sea dicho que Tekken 7 también tendrá personajes descargables, que no todo el monte es orégano). Además, se han atrevido con Akuma, que saca pecho en franquicia ajena quizás para que soñemos con ese Tekken X Street Fighter prometido que nunca llegará.
Tekken 7 tiene aroma a “juego definitivo”. Tiene todo lo que ha tenido hasta ahora, pero en un envoltorio mucho más atractivo. No busca innovar, sólo quiere invitar a los que disfrutan machacando botones y ofrecer un juego profundamente técnico para aquellos que quieren ser respetados en los servidores de Namco y en algún garaje perdido del mundo.
Si la única queja es que “llega tarde”, poca falta hará decir que la compra es obligada.
Con Street Fighter V, Guilty Gear Xrd Rev 2, Injustice 2 y ahora Tekken, parece que el género vuelve a respirar con tranquilidad.
NOTA: ¿Qué versión debería comprar?
Buena pregunta.
Si está en tu mano, evita la versión de Xbox One, funciona a 720p y pierde efectos como las sombras de oclusión (sacrificio realizado para alcanzar los 60 frames por segundo constantes).
PS4 funciona a 900p, algo mejor. Y PS4 PRO mueve el juego a 1080p y potencia ciertos efectos de iluminación (casi imperceptibles).