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Vuelve el terror japonés con The Evil Within 2
Progresa adecuadamente
The Evil Within tuvo mucho peso sobre su espalda. El retorno de Shinji Mikami como cabeza pensante tras la saga de Resident Evil le puso automáticamente la etiqueta de “relevo espiritual” del juego de Capcom que, por aquel entonces, había abandonado el Survival Horror y se había convertido en un juego de acción.
Y el juego no estuvo mal, una aventura desquiciante, quizás de masiado guiada y, eso sí, algo por debajo de lo esperado a nivel técnico.
Un camino similar parece recorrer esta segunda entrega, que convence y va dejando “reservas” desde el primer minuto de juego que, sorpresivamente, poco a poco, empiezan a olvidarse conforme nos adentramos en la aventura.
The Evil Within 2 empieza lento, muy lento. Sebastian perdió a su hija en un incendio y no pasa un día sin que ahogue el recuerdo con un poquito de alcohol. De repente le dicen que se ha creado un super-ordenador usando los cerebros de innumerables personas y que el cerebro más puro, el que dio vida a ese proyecto, fue el de su hija Lily…
Claro, cabreo que se lleva y directamente “pa’dentro” a buscar a su hija Lily. Esta máquina te lleva a una ciudad conocida como "Union", allí, primero tendrá que encontrar a un equipo de fuerzas especiales (que entró antes de que él llegara) que le vale como carta de presentación para ver que las cosas en ese mundillo se han vuelto muy locas.
Como veis la historia no busca ganar un premio al mejor guion, simplemente sirve como hilo para que un padre busque a su hija en un infierno lleno de criaturas que han perdido la cabeza.
Lo bonito del toque infernal y paranormal es que las cosas no necesitan justificación para volverse locas. Una habitación con una puerta puede convertirse rápidamente en una habitación sin puertas con un giro de cámara… y vosotros iréis siempre cortos de munición y justitos de vida, como era característico del género cuando nació; nada de acumular armas y munición para ventilar a los enemigos a dos manos.
Como ‘Survival Horror’, la aventura funciona; la historia parece una excusa para presentar el resto, pero te da ese motivo… ese eco de vocecita de niña al final del pasillo para seguir avanzando y no tirar la toalla. El apartado que pincha un poco aquí, de nuevo, es el técnico…
No me interpretéis mal, The Evil Within 2 tiene un entorno gráfico más que correcto y, sobretodo, sabe jugar bien sus cartas en términos de narración; por lo que al final la aventura resulta especialmente estimulante. Otro cantar son las interacciones con el resto de personajes que crean esa sensación de “semi-mundo abierto”, que os permite aceptar misiones secundarias o buscar información adicional.
Parece que el equipo de ‘Tango’ se niega a prestar atención a las formas en ciertas situaciones, y convierte las conversaciones entre personajes en encuentros en los que dos robots que miran al infinito hablan con planos de cámara fijos y aburridos. Se niegan a re-interpretar su trabajo en secuencias con una narrativa trabajada o planos de cámara con movimiento e interesantes; por lo que tendréis conversaciones a lo “Mass Effect” (comprensible cuando el juego es TAN grande) dentro de un juego más bien lineal que debería trabajar la narrativa de forma más cinematográfica.
Sumando este detalle a las zonas de exterior, que intentan “agrandar” el enfoque de la historia, pero que en seguida delatan los muros inquebrantables y el camino a seguir y a alguna que otra animación (siempre sobre todo en secuencias de video),que habrían agradecido un motion capture algo más atento; el juego no consigue nunca entrar en terreno de “sobre-saliente” (la buena noticia es que tampoco baja nunca de lo "notable").
Por lo demás, funciona. Es una aventura entretenida, son cerca de veinte horas y, como decíamos, el interés que le falta a la historia lo gana el desarrollo; tendréis ganas de seguir girando esquinas para encontrar escenas dantescas y enemigos cada vez más retorcidos. Con todo, The Evil Within 2 es una compra recomendable.