U2, la experiencia es un grado
El grupo irlandés, que pronto publicará ‘Songs of Experience’, recibirá el Golden Music Award el 10 de noviembre, un reconocimiento a una trayectoria compleja, coherente e imprevisiblemente exitosa
¿Qué U2 va a recibir el Golden Music Award de Los40 el próximo 10 de noviembre en el Wizink Center de Madrid? ¿Los cuatro chavales fanáticos del post-punk y la new wave que formaron un grupo a mediados de los 70? ¿La banda que llenaba estadios en los 80 rompiendo la hegemonía de los solistas (Michael Jackson, Madonna, Bruce Springsteen)? ¿Los que renovaron su sonido con Achtung Baby (1991) y haciéndolo abrieron nuevas vías en el rock alternativo? ¿Los que elevaron el concepto de espectáculo de rock masivo en el nuevo siglo, a la vez que impulsaban causas perdidas?
Te recomendamos
Afortunadamente, U2 son todos ellos y, aunque cada fan tenga un periodo favorito, si los dublineses se merecen un Golden Music Award es por la conjunción de todas esas fases, repartidas en 41 años de existencia, por las que se han ganado el título del grupo de rock más grande de estas últimas décadas (y con sus cuatro miembros originales, que si no es un récord estará cerca).
Los orígenes adolescentes
Todas las historias de éxito planetario y arrollador parecen improbables cuando se mira a los comienzos. Veamos, a grandes rasgos, la poco prometedora premisa de U2: cuatro adolescentes de un barrio de Dublín forman un grupo después de que el tímido Larry Mullen, futuro batería, ponga un anuncio en el tablón de su escuela. De los cuatro, tres son católicos practicantes pertenecientes a un grupo de oración, y tardaron unos años en aceptar que el estilo de vida de un músico de rock no era un “pecado”…
El único que pasaba de la religión, un pintas al que habían expulsado del colegio, era el bajista Adam Clayton, el más rock & roll de los cuatro. No en vano, años después estuvo a punto de casarse con Naomi Campbell, una fórmula –músico + supermodelo– de amplia implantación en el ecosistema rockero (Clayton ha acabado con una modelo brasileña, por cierto).
Lo normal si militas en U2 es seguir con tu novia del instituto: así lo han hecho Bono y Mullen, y The Edge lleva con su segunda esposa desde 1993. Esa tendencia a la estabilidad también es la que hace que sean las mismas cuatro personas sobre el escenario desde 1976. “Ser de U2 es como ejercer el sacerdocio. Sólo hay una manera de salirse, y es dentro de un ataúd”, ha apuntado Bono con ironía.
Bono, claro, el centro de todas las miradas. Mullen ha dicho que esta fue su banda durante 10 minutos, el tiempo que tardaron Bono y su carisma en hacerse con el control en la audición de la casa paterna del batería un 25 de septiembre de 1976 (Bono iba para guitarrista, le convencieron para que se quedara como vocalista). Dicen quienes vieron a U2 en sus primeros tiempos que el cantante siempre parecía estar actuando ante 100.000 personas… aunque en realidad fueran 80, en un pub.
Bono, un líder con carisma
Tan adorado por sus fans como repudiado por sus detractores, Bono es la figura que hace de U2 un grupo polarizador. Acusado de megalómano, es sin duda un hombre ambicioso, y con ello me refiero a su voluntad de que U2 sean una banda lo más grande posible, pero también a que sean artísticamente brillantes y socialmente significativos.
Desde que visitó Etiopía a mediados de los 80 Bono ha querido ser un agente del cambio. “Me comprometo con movidas humanitarias a cascoporro”, decía Joaquín Reyes en su genial parodia del irlandés. Una inclinación que no siempre ha sido comprendida por sus compañeros, que en ocasiones han pensado que las causas de Bono restaban tiempo y protagonismo a U2 y hasta le han recriminado que se reuniera –y se fotografiara–con líderes como George Bush o Tony Blair, a quienes The Edge o Mullen consideran “criminales de guerra” por su ardor guerrero en Irak.
El sonido característico de U2 (panorámico, épico), es cosa de todo el grupo, con especial atención a la expansiva guitarra de The Edge y los potentes ritmos marciales de Larry Mullen, pero es Bono el que aporta emoción e idealismo, el que lleva las canciones de lo íntimo a lo universal. ¿Un ejemplo? New Year’s Day, que nació como una declaración de amor a su mujer, Alison, y terminó siendo un himno para el movimiento democrático polaco Solidaridad.
Un grupo con pasado, presente y futuro
Hay quien se pregunta si U2 aún son capaces de sacar discos relevantes, como lo fueron en su momento War (1983), The Joshua Tree (1987) o Achtung Baby. El propio grupo se ha hecho esa pregunta mientras preparaba Songs of Experience, el álbum que editarán el próximo 1 de diciembre. “Todavía creemos que podemos hacer un gran disco”, concluía The Edge en una entrevista en septiembre. “Es casi imposible ser geniales”, continuaba Bono: “Pero es lo que pretendemos. Cualquiera que sea tu opinión de nuestra obra o de U2 como banda, aún seguimos intentando superarnos”.
Por eso este Songs of Experience, a tenor del primer single –You’re the Best Thing About Me– y de otras pistas desveladas, como la poderosa The Blackout, parece mejorar Songs of Innocence (2014), el disco más autobiográfico para Bono, al que no se le prestó demasiada atención, perdido en la gigantesca maniobra promocional junto a Apple, que lo “colocó” en los ordenadores y móviles de 500 millones de usuarios de iTunes. El bienintencionado regalo de los irlandeses provocó la queja de miles de internautas, sublevados por esta “invasión de su privacidad”. Como sabiamente respondió Bono, qué duros son los problemas del primer mundo…
Para Songs of Experience se han rodeado de una extensa alineación de productores, algunos esperables (su fiel Steve Lillywhite, o Ryan Tedder, que ha trabajado con Madonna o Adele), otros menos, como el rockero Jolyon Thomas, conocido por su labor con Royal Blood. U2 también han querido demostrar su conexión con lo que pasa fuera de su zona de confort. Así, invitaron a Kendrick Lamar, el rapero más respetado de la actualidad. Lamar disfrutó tanto de la colaboración que tomó la voz de Bono para su canción XXX, incluida en su último disco.
Las mismas cuatro personas que se juntaron en septiembre de 1976 en la cocina de Larry Mullen son las que subirán al escenario de Los40 Music Awards a recoger su Golden Music Award. Ahora cincuentones, esas cuatro personas representan, no sólo a sus millones de fans, sino una de las mayores historias de éxito, coraje y constancia de la historia de la música.