“Ser sociable es estar online”, la realidad de la Generación Z

 Ya os lo hemos dicho muchas veces, los millennials son cosa del pasado, ahora vas a escuchar hablar de la Generación Z en todas partes. Por si no lo sabes, se trata de todos aquellos jóvenes nacidos después de 1995 y que se han criado en plena era digital. Vamos, que desde pequeñitos tuvieron WiFi en casa.

Pero estos jóvenes son muy diferentes a las antiguas generaciones, al menos a la hora de relacionarse y de entender el mundo. No lo decimos nosotros, sino un estudio de Mary Visser, Digital Strategist (qué importante suena todo en inglés) de Hiver Mind, una importante consultoría de estrategias online estadounidense.

¿Y qué sacó en claro? Nueve cosas que todos necesitamos saber para estar preparados para esta generación.

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No es raro que tengan este pensamiento, teniendo en cuenta que están acostumbrados a tener acceso inmediato a cualquier tipo de información o entretenimiento a través de Internet. ¿No crees?

Bueno, ¿y quién no?

A pesar de que pueden comprar por internet cualquier tipo de prenda, prefieren acudir a las tiendas. Además, les gusta leer en papel. ¿Quién lo iba a decir?

Literalmente viven con miedo a estar desconectados. En serio, les crea ansiedad.

Su formato favorito es el vídeo. Es la manera más rápida y fácil con la que absorben la información.

Ni las críticas de los periódicos, ni las recomendaciones de los amigos. La Generación Z se fía sobre todo de las recomendaciones que hacen las propias plataformas siguiendo sus patrones de consumo. ¿Nos encontramos ante un episodio de Black Mirror?

No desconfían de internet y les da igual que muchos de sus datos se encuentren para siempre en la nube.

Pero a diferencia de anteriores generaciones, las redes cumplen un importante papel. Si se habla mal sobre ella o dejan de ser muy virales, acaban olvidándose de ellas.

Al menos a la hora de utilizar las redes sociales. Muchas veces les toca a ellos explicarles cómo funcionan las nuevas apps y las funciones de los móviles. Qué menos, al fin y al cabo muchos de esos adultos son los que les pagan el WiFi y los smartphones que les permiten estar conectados a “su vida”.