Especial
La Cenicienta entra en un reality y La Sirenita es una mujer insatisfecha
Ángela Vallvey reescribe los cuentos clásicos
Generación tras generación vamos contando a los niños los cuentos que nos contaron a nosotros y, por eso, las historias de Caperucita, Blancanieves, La Cenicienta o Pulgarcita forman parte de nuestro imaginario desde bien pequeños.
Pero esas historias se han quedado obsoletas, o por lo menos, eso es lo que piensa la periodista y escritora Ángela Vallvey que los ha reescrito en clave siglo XXI. Así La cenicienta conoce al príncipe en un reality pero no se casa con él o Blancanieves acaba en una casa de mujeres que controlan su vida.
Cuentos clásicos feministas es una llamada la atención sobre las carencias y males heredados sobre el concepto del papel de la mujer en la vida. Pero no sólo eso, el medioambiente, la vida virtual o la violencia normalizada son algunos de los temas que Vallvey revisa con un tono crítico e irónico.
Haces una revisión de algunos de estos cuentos pero, ¿se los leerías a un niño o son demasiado críticos y realistas?
Sí se los leería a un niño. Los cuentos de mi libro tengo la idea que puedan ser crossover lo que pasa que un niño muy pequeño tiene otras capacidades narrativas pero si lo simplificas, seguro que lo entenderían. Están los elementos de los cuentos clásicos pero hay mucho humor y aunque hay ese punto de terror que no creo que haya que eliminar, he procurado que no hubiera nada obsceno ni grosero que pudiera herir la sensibilidad de un niño.
Uno los lee y se queda con la sensación de que en este mundo va todo muy mal, ¿es la idea?
Los seres humanos siempre hemos tenido la sensación de que el mundo va mal, es una constante y eso que ahora vivimos en el mejor de los mundos de la historia. No pasamos el mismo hambre, miedo, inseguridad, incluso la guerra está denostada socialmente… objetivamente estamos mejor pero es cierto que han cambiado los miedos y los elementos de inseguridad. Entramos en una época de incertidumbres a las que nunca se había enfrentado el ser humano. Lo malo que tenemos, que dirían los cuentos, sigue estando ahí.
Hay reivindicación feminista, es un buen momento para esto, ¿no?
Yo tampoco lo sabía cuando estábamos haciendo el libro. No es algo que se pueda prever. Ha habido un acontecimiento social que fue la huelga del día 8, hace menos de un mes, y eso no lo podíamos tener previsto. Sí que ha supuesto una llamada de atención y cuando se ha producido es porque hay un ambiente que lo propicia. La mentalidad está cambiando. Cuando hablo con mujeres jóvenes nunca antes se había visto ese carácter y ese deseo de cambiar las cosas.
“El empoderamiento de la mujer se ve como un elemento ideológico y eso es peligroso”
Sí, aunque está en contraposición con las estadísticas que aseguran que, en nuestro país, los adolescentes cada vez son más machistas.
Es como si hubiera una especie de disociación en la propia sociedad. Pero siempre que hay un movimiento se produce una reacción y tanto la conciencia feminista como la reacción a eso, el machismo más arcaico, seguro que son fruto de las dos caras de una misma moneda. Precisamente porque existe ese machista transversal, creo que es necesario educar en esos valores y hacerlo de una manera urgente pero también divertida y atractiva porque se está creando una situación bastante desagradable en el que se ve el empoderamiento de la mujer como un elemento ideológico y eso me parece peligroso porque significa que no nos vamos a poner de acuerdo para solucionar el problema.
Para ti, la mujer no debería seguir buscando a su príncipe azul.
La mujer debería buscarse a sí misma antes que dedicar su vida a pensar que un hombre la va a completar, la va a mejorar y la va a hacer feliz. Es un mensaje muy sencillo que no terminamos de entender y es difícil asimilarlo porque significa asimilar que hay que aceptar que somos seres humanos libres y responsables que tenemos que enfrentarnos a la soledad y la autogestión de nuestra existencia. Pero las mujeres vivimos baja la trampa de que si no encontramos a un hombre somos unos seres fracasados y que gracias a ellos vamos a poder sobrevivir y eso es mentira y hay que decírselo a las niñas porque estamos criando a unas niñas desgraciadas que piensan que no valen lo suficiente para tener una vida independiente.
Eso se contradice un poco con el auge de la literatura romántica y erótica, ¿no?
Me siento como muy sorprendida e impactada porque hay un fenómeno que utiliza el romanticismo y la pornografía como la forma de enviar a las mujeres el mensaje de la sumisión. Esto tiene éxito y yo como autora he escrito libros que como no mandaba ese mensaje, no se han vendido bien. Siempre he tenido una reticencia de tipo moral y supongo que ideológico a contar un cuento que no me creo y que pienso que es dañino. Eso es una piedra en el camino porque te impide llegar a un público más amplio porque las mujeres parece que quieren que les sigan mandando el mismo mensaje de que la sexualidad y el romanticismo, en el sentido más peyorativo, es su espacio.
“Se sexualiza a la mujer más que nunca en la historia de la humanidad”
Aun así, está uno de los temas que más ha marcado a la mujer en la historia y es el de la tiranía de unos cánones de belleza… en eso estamos avanzando. Cada vez se habla más del body positive, del no make up, de la mujer real…
Se encadenan circunstancias que se convierten tendencias y eso en moda y la moda en influencia. Siempre que vayamos por un camino más positivo es estupendo. Pero tenemos la otra cara en la que se nos sigue enviando el mismo mensaje con un carácter descaradamente pornográfico. Se sexualiza a la mujer más que nunca en la historia de la humanidad y se hace mandando ese mismo mensaje a las niñas porque hay una literatura romántica para las jóvenes que arrasa y está mandando mensajes muy contradictorios.
Hablando de esa sexualización creciente, en tus cuentos también hablas de reguetón.
Tiene un punto de humor y autoparodia. Cuando uno se toma demasiado en serio su discurso corre el riesgo de hacer el ridículo y el reguetón entra en esa autoparodia. Yo no lo quiero censurar porque, además, eso no funciona hoy en día, pero de ciertos bailes hemos acabado derivando en actitudes como el twerking que lo practican los adolescentes, sobre todo las niñas, y es algo para analizarlo. Dice muchas cosas de en qué lugar se pone una misma empujada por una presión social que quiere que se mueva de una forma que es prácticamente paleolítica.
Aquí, planteas varios problemas muy al día en nuestra sociedad como en de la vida virtual que nos influye tantísimo (La princesa poligonera y el guisante emoticono), ¿eso tiene solución?
Yo creo que ciertas cosas tienen que cambiar por la sencilla razón de que son insoportables. Hay muchas niñas y mujeres adultas, también niños, que están expuestos a ese tipo de influencia perniciosa y tóxica en sus vidas y eso no se puede sostener en el tiempo. Algo tiene que ir cambiando. Confío que en aras de la salud mental de la gente que las cosas se vayan calmando porque ahora estamos al principio de esta nueva era de la comunicación y confío en que esto vaya cambiando.
“La normalización de la basura atenta contra la salud el planeta”
Otro tema que tratas en varios cuentos es la indiferencia ante el medio ambiente y el egoísmo de no pensar en lo que dejamos a los que vienen detrás. Pero hemos avanzado, ¿no?
Lo de la basuraleza, que es un concepto que se está extendiendo, además del rechazo que me supone por motivos obvios, me lo produce también como una repugnancia estética. Lo que estamos haciendo con la basura es algo que no había ocurrido jamás. Las condiciones en las que están los mares y nuestras propias ciudades, incluso el campo… no hace tanto era impensable ir al campo y encontrarte latas, bolsas de plástico… y ahora empieza a ser común. La normalización de la basura atenta contra la salud del planeta y contra la nuestra.
Uno de los temas que me ha llamado la atención es el de justificar la maternidad como una forma de garantizar las pensiones, ¿en serio crees que la gente tiene esa motivación?
Es una burla. Está puesto de una forma irónica. Esa presión constante que tenemos las mujeres para tener hijos como si fuéramos todavía las repobladoras del Edén y tuviéramos que traer cuatro o cinco hijos… creo que es una decisión que afecta a las mujeres. Afortunadamente las mujeres de hoy en día somos algo más. Siempre se nos amenaza con que si no tenemos hijos no vamos a cobrar las pensiones, ‘oye, pero si no las vamos a cobrar igualmente, déjeme que por lo menos sea libre de decidir’.
“Hay una normalización de la violencia ficticia que está calando en la violencia real”
Tratas del tema del bullying y de la importancia de los valores familiares. Es otro de los temas que más se han visibilizado últimamente.
En la escuela siempre ha habido los chulos y matones pero ahora pueden serlo de verdad. Uno te puede dar una paliza y dejarte en coma o muerto. Hay una violencia extraordinaria. Más que el bullying es la violencia. Nos hemos reído mucho de la violencia gratuita. Cuando decían ‘esta película tiene violencia gratuita’ y decíamos ‘¿cómo va a ser gratuita si hemos pagado la entrada?’. Ahora ya no tienes que pagar la entrada, la violencia rebosa por doquier y hay una normalización de la violencia narrativa, ficticia que sí está calando en la violencia real.
Planteas el problema de la democratización de la moda como un camino al borreguismo pero, en un mundo globalizado, ¿no crees que es casi imposible no caer en eso?
Sí, pero eso ejerce una presión del estatus porque la moda, los signos externos, indican una condición y eso puede ser utilizado para reírse de ti, para burlarse o ridiculizarte.
Aquí a Cenicienta le ha ido muy bien participando en un reality show, ha encontrado al millonario de turno aunque luego no se case con él… a ver si los jóvenes han encontrado la excusa perfecta para apuntarse a los casting.
No es esa la idea del cuento. Hay programas que les enseñan que el mundo es algo que no es ni les conviene a los jóvenes pensar que pueden ser así. Este cuento quiere darle la vuelta al tópico y encontrar una persona decente puede ocurrir pero antes hay que tener la prioridad de decir que soy libre, voy a quitarme la mugre de encima y a lo mejor luego quedamos. Encontrar el amor es maravilloso pero siempre que no indique la servidumbre.
¿Te ha quedado algún cuento pendiente?
Sí, muchos. Pero había querido meter La bella y la bestia pero al final no fue. Es un cuento para estudiar porque nos cuentan esa historia de transformar a una bestia, en la que una mujer transforma con su amor a una bestia al que convierte en un príncipe maravilloso. Y luego en la realidad muchas mujeres se encuentran a una auténtica bestia y piensan que le van a cambiar la existencia con el poder de su amor y ese bestia las maltrata o asesina y esa es la realidad, no son los cuentos. Eso sí que hay que reescribirlo.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...