Monterey Pop: el primer gran festival de todos los tiempos
En el verano del 67, esta localidad californiana se llenó de hippies, bandas de rock, paz y amor
En 1967 la música y el amor encabezaron un gran revolución pacífica. Los recortes, la guerra de Vietnam, unas leyes encorsetadas y otras políticas impopulares habían hastiado a los jóvenes norteamericanos que no podían ni querían comprender las decisiones de su gobierno, presidido entonces por el demócrata Lyndon B. Johnson. De este caldo de cultivo perfecto germinaba el movimiento hippie.
San Francisco se convirtió en el epicentro de esta contracultura, como lo fue tiempo atrás de la generación beat. Los últimos bohemios se integrarían en el movimiento hippie en 1967 y la intersección de Haight-Ashbury albergaría la cuna de la nueva subcultura. A San Francisco acudieron jóvenes de todas partes del país atraídos por la idea de libertad, de vivir la vida a su manera y de cambiar el mundo. Se unieron a ellos decenas de activistas provenientes de la escena intelectual de Berkeley, beats como Allen Ginsberg y fans del LSD como Timothy Leary.
En este contexto nace el Monterey International Pop Festival, el primer gran festival al aire libre de la historia y el predecesor de Woodstock. Durante tres días, 16, 17 y 18 de junio del 67, la población californiana de Monterey (a unas dos horas al sur de San Francisco) acogió el mayor evento musical hasta ese momento, congregando a una multitud estimada entre 25.000 y 90.000 personas. Los datos son confusos porque el recinto ferial de la ciudad tenía capacidad para unas 8.000 personas, sin embargo, hubo miles de asistentes que siguieron los conciertos desde la barrera.
Siete semanas -y las recomendaciones musicales de visionarios como Paul McCartney- bastaron para que John Phillips, integrante de The Mamas & The Papas, su mánager y productor Lou Adler, el productor Alan Pariser y el publicista Derek Taylor montaran un festival que pasaría a la historia de la música.
Un cartel incendiario
Las bandas más populares de 1967 y los nuevos talentos se dieron cita en el Monterey International Pop Festival. Tótems del rock psicodélico como Jefferson Airplane y Grateful Dead formaban parte de un cartel que se completaría con las actuaciones de The Mamas & The Papas, The Who, Simon & Garfunkel, Eric Burdon and The Animals, Otis Redding y unos desconocidos Jimi Hendrix y Janis Joplin.
Memorables fueron las actuaciones de The Who, que terminaron su espectáculo destrozando sus instrumentos al final de My Generation, y Otis Redding, quien por primera vez actuaba ante un público mayoritariamente blanco. Su soul abrasador, como apunta el periodista Alfonso Cardenal en Sofá Sonoro, fue el responsable de uno de los mejores shows que se recuerdan.
Jimi Hendrix tampoco pasó desapercibido aquel fin de semana. El cantante, compositor y guitarrista no se fue de Monterey sin dar al mundo un ejemplo de rock orgásmico con la denominada Jimi Hendrix Experience. Durante su virtuoso concierto, tuvo sexo con su equipo de sonido y al finalizar, como poseído, acabó incendiando su Stratocaster.
Los asistentes disfrutaron de The Mamas and The Papas, el ingenuo folk de Simon and Garfunkel y el mago del sitar Ravi Shankar, pero Janis Joplin y su soberbia actuación junto al grupo Big Brother and The Holding Company acapararon todas las miradas. La voz desgarrada de Joplin unida a la genial mezcla de soul y psicodelia hicieron de su show uno de los más icónicos del festival.
Todos los grupos tocaron gratis a excepción de Ravi Shankar, que cobró alrededor de 3.000 dólares. La entrada más cara al festival costaba 6,50 dólares y todo lo recaudado se destinó a la caridad y a la causa 'hippie'.
Pero en Monterey también hubo ausencias sonadas. Artistas como The Beach Boys, Captain Beefheart y The Magic Band no asistieron por causas varias, mientras que a Donovan o The Kinks les denegaron el visado.
Music, love and flowers
La música fue la absoluta protagonista de un fin de semana en el que las flores, el amor y la libertad (también el LSD) lo invadieron todo. Music, love and flowers fue el lema de aquellos días y el que mejor podría definir el verano del amor de 1967, que había empezado meses antes con la multitudinaria reunión The Human Be-In en Golden Gate Park.
La película Monterey Pop, dirigida por el cineasta y documentalista estadounidense D.A. Pennebaker, capturó aquellos momentos históricos, mientras que Eric Burdon de The Animals también resumió esos días en esta emotiva y magistral canción dedicada al festival.
El legado de Monterey
Sin pretenderlo, el Monterey Pop reconfiguró la industria musical para siempre. Dos años más tarde, en 1969, Woodstock tomó el relevo y consiguió hacer historia congregando en White Lake (Nueva York) a unos 400.000 espectadores.
En 2017 se celebraron los cincuenta años de aquel evento legendario con un homenaje que reunió a grupos como Regina Spektor, Leon Bridges, Father John Misty, My Morning Jacket’s Jim James, Kurt Vile & The Violators y Norah Jones, entre otros.
Más de medio siglo después de aquel pionero, ni la música ni los veranos se entienden ya sin los grandes festivales. Por otra parte: ¿qué queda del espíritu del verano del 67? Aquel Summer of Love permanece en nuestro imaginario gracias al arte, la moda y sobre todo a las canciones. El rock psicodélico continúa muy presente en bandas como The Flaming Lips, Tame Impala, Temples, MGMT, Ty Segall o TOY, aunque los mensajes nunca serán los mismos.
Selene Moral
Periodista y redactora Jefe en LOS40. Escribo mails y a veces artículos.