Misión Imposible: Fallout es la bestialidad de película que estás imaginando
Sin dudarlo, lo más grande que se ha hecho en la saga protagonizada por Ethan Hunt
Todo lo que compone la sexta entrega de Misión Imposible es enorme, mastodóntico, excesivo, gigantesco y todos aquellos adjetivos que indiquen un tamaño desproporcionado. Desde sus más de dos horas de duración hasta todo el despliegue de habilidades de Ethan Hunt (Tom Cruise) pasando por los brazos de August Walker (Henry Cavill) y haciendo un guiño al humor de Benji (Simon Pegg).
Una producción con más de cien millones de dólares de presupuesto en la que cada céntimo se ha invertido en mejorar cada frame de esta película habilmente dirigida por Christopher McQuarrey. Un largometraje que sigue la estela de espectacularidad de Rogue Nation y Protocolo Fantasma y en el que el absoluto protagonista es Tom Cruise quien también ejerce de productor.
Veintidós años hace desde que se estrenara la primera de las películas que pretendía llevar a la pantalla grande la serie de Misión Imposible que triunfó en los setenta. Gobiernos conspiranoicos, agentes dobles, máscaras y una escena mítica en la que se introducían muchos de los efectos especiales que ya son habituales a día de hoy...
… efectos que no son tal pues Tom Cruise insiste en protagonizar él mismo sus escenas de acción y prescinde de pantallas de croma en cada una de las que luego se ven en el cine. Un trabajo cuasi artesanal que tiene su resultado en una película auténtica en la que lo que ves es lo que hay – y en la que Cruise casi se queda inválido en uno de esos saltos entre edificios que tanto le gustan al romperse el tobillo y tener que parar unas semanas el rodaje.
¿Pero qué es un tobillo roto cuando uno es la cara visible de, quizá, una de las franquicias más rentables del cine actual? A pesar de que muchos apuntan a Fallout como el final de la saga lo cierto es que también se podrían superar los 2500 millones de dólares de recaudación entre las seis cintas y eso, al final, son muchos millones.
Desde que J.J. Abrams tomara las riendas de la dirección en la tercera entrega y posteriormente se quedara como productor asociado mucho cambió en Misión Imposible. Quizá la historia de esta última entrega – un malo muy malo, unas cabezas nucleares que amenzan con hacer desaparecer París, unos viajes por el mundo para intentar desactivarlas, peleas de bar y demás – no sea exactamente lo que se conoce por original pero conforma lo que todo blockbuster veraniego tiene que tener. Y no olvidemos que en el género de acción – que en ocasiones parece tener que pedir perdón por lo que es – casi todo está permitido.
A Rebecca Ferguson, Ilsa de nuevo, le vuelve a caer en Fallout el papel de nanny de Hunt. Pero no es la única mujer de la entrega. Angela Bassett es Ericka, la jefa suprema de la CIA, y Vanessa Kirby es la Viuda Blanca, una villana que no es tan mala como la quieren pintar. Tres mujeres poderosas que se abren hueco – mucho mayor que el que tenían las chicas en Rogue Nation – en plena era del #metoo. Aunque si hubiera que buscar un 'pero' a esta presencia necesaria y ampliada, sería que no es necesario que todas, en mayor o menos medida, tengan que mostrar un interés romántico en el irresistible protagonista.
Entre los chicos de la producción destaca el siempre confiable y divertidísimo Simon Pegg en su papel, una vez más, de Benji. Veterano como es de esta ficción sabe como hacer disfrutar a la audiencia con su acento y humor británicos. Birtánico como lo es Henry Cavill a quien tampoco le suponíamos la vis cómica de la que hace gala acostumbrados como estamos a su Superman hiératico y serio.
Misión Imposible: Fallout funciona. Lo hace como lo que es, una de las películas del verano. Aquí servidor nunca vio semejante despliegue de medios en una película en la que el CGI ni está ni se le espera. Una cinta que puede dar mil patadas a dinosaurios y que no encontrará demasiada competencia en la cartelera estival para hacerse con los primeros puestos de la taquilla una entrega más.
Misión Imposible: Fallout se estrena en España el 27 de julio.