El día que los Beatles fueron condecorados y acabaron fumando un porro en el Palacio de Buckingham
Los cuatro de Liverpool recibieron la condecoración de la Orden del Imperio Británico en 1965
Por su aportación a la música inglesa. Ese fue el motivo esgrimido para otorgar la Orden del Imperio Británico a los Beatles. Fue un 26 de octubre de 1965 y la encargada de entregarla fue la reina Isabel II. Ese día, el grupo llegó al palacio de Buckingham en el Rolls Royce con los cristales negros de John Lennon, a punto para la ceremonia de entrega en el gran salón del trono. Frente al palacio, 4.000 fans de los Beatles coreaban “Yeah, yeah, yeah” y daban empujones a la policía, que consiguió hacerlos retroceder aunque no pudo impedir que treparan por la verja y las farolas frente al palacio.
Luciendo trajes y corbata oscuros se pusieron en fila mientras la reina sujetaba las medallas en las estrechas solapas con sus trajes. Ellos dieron un paso al frente e hicieron una reverencia. La reina les estrecho la mano, hablo con cada uno de ellos y les impuso las medallas. Luego volvieron a sus lugares y de nuevo saludaron con una reverencia.
"¿Cuánto tiempo hace que están juntos?”, pregunto la reina. “Oh hace muchos años“, dijo Paul. “Cuarenta años”, dijo Ringo y todos rieron. “¿Tu eres el que empezó todo?”, pregunto la reina a Ringo. Él le contesto que lo empezaron los demás, “yo soy el pequeño“, dijo.
Según cuenta la leyenda, ese día, en sus botas, John Lennon tenía ocultos varios cigarrillos de marihuana, y antes de iniciada la ceremonia, se habían ido al baño para fumarlos. Así lo contó posteriormente el beatle: "Sonreíamos como tontos porque acabábamos de fumarnos un porro en los lavabos del palacio de Buckingham, estábamos nerviosísimos. No sabíamos qué decir. La reina estaba sentada en una cosa muy grande. Dijo algo así como: ‘Oh, ah, bla, bla’, no lo acabamos de entender". Inmediatamente después se celebró una rueda de prensa convocada en el bar del sótano del Saville Theatre, en la que los Beatles hablaron de sus condecoraciones y reaccionaron contra las protestas.
Años más tarde, George Harrison también recordó la anécdota: ‘Oh, sí, fuimos al lavabo a fumar’ y el cigarrillo se convirtió en un canuto. Porque, ¿qué es lo peor que puedes hacer antes de conocer a la reina? ¡Fumarte un canuto! Pero no lo hicimos", recordó.