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My Hero One’s Justice. A gusto del fan
Juego de lucha especial y que evoca buenos recuerdos
Los de mi generación; ¿os acordáis de Ergheiz (PSX) o de Power Stone (Dreamcast)? Ambos juegos de lucha en un entorno cerrado (o con caídas del ring) en los que los luchadores corren a sus anchas, se persiguen, huyen y se encuentran… Juegos enormes en sus épocas y por lo que parece, fuente de inspiración para gran parte de los juegos de ‘anime’ hoy en día.
Y diréis: “Podrías haber citado los ‘Naruto’ para acabar antes”, y tenéis razón… pero hay matices que... ¿Qué queréis que os diga? Al poner My Hero One’s Justice en la consola la mente me ha transportado a aquella época, que yo viví de forma intensa, y he tenido que compartirlo.
Podría ser una nueva IP de juegos de lucha, con personajes interesantes, muy inspirados en términos de diseño y una mecánica fácil de aprender para que cualquiera pueda coger el mando y sentirse un maestro sin días de práctica.
La diferencia es que esa “nueva IP” y sus diseños, responden a una serie de animación (y manga) de tremendo éxito que, a buen seguro, será excusa suficiente para que miles de fans tengan la navidad en grupo resuelta.
El juego es simple pero adictivo. El desplazamiento del personaje por el mapa tiene total fluidez, puedes ir al encuentro de tu rival o rehuir su búsqueda cuanto quieras, que es lo que más recuerda a esos juegos que mencionábamos antes. La diferencia con un Naruto o con un Tenkaichi es que vuestro personaje no estará mirando siempre a vuestro contrincante, podéis darle la espalda en cualquier momento.
Tres botones de ataque serán suficiente. Hay juegos que ofrecen un control complejo y otros que simplemente piden que seáis certeros a la hora de encajar el golpe; este es del segundo tipo, una vez tengáis el golpe encajado, el ‘combo’ entrará prácticamente solo.
Luego tenéis dos personaje de ayuda, los clásicos ‘striker’; a los que llamaréis con botones superiores de mando. Aparecerán en pantalla el tiempo justo para hacer un ataque que pueda ayudaros a resolver la situación a favor y se marcharán.
A partir de aquí, el juego depende mucho del personaje que elijáis porque, pese a que todos comparten los golpes básicos, hay personajes diseñados para mantener ganar manteniendo la distancia y otros que necesitan estar cara a cara para brillar.
Aunque, sin duda, el pilar fundamental de My Hero One’s Justice es el apartado gráfico o, más bien, la espectacularidad del mismo. Matizamos el punto porque gráficamente no es necesariamente un portento; los personajes tienen ese acabado cell-shade tan resultón para los juegos de animación, repasados con línea de contorno, y los escenarios reproducen con esmero las localizaciones del anime, que tampoco es una faena demasiado difícil.
Lo que hace muy bien este juego es brillar en combate. Los efectos especiales de los ataques sumados a la importante componente vertical de los combates y a que el entorno es 100% destructible, dan como resultado algunos de los combates más espectaculares que podéis encontrar en un videojuego. Algo que los fans reconocerán como seña de identidad de su serie favorita, pero que también me ha cautivado a mi, que llegaba habiendo leído sólo el primer tomo de la serie.
Por último dejar caer un parrafito de ‘la oferta’ para un jugador. El modo historia, lamentablemente, no reconoce que estamos antes el primer juego de la serie y, cómo tal, habría venido muy bien empezar desde el principio. Por el contrario, el juego arranca en algún punto ya en marcha del anime y no permite a los jugadores profanos llegar a sumergirse por completo. Además, pese a tener secuencias animadas interesantes, el modo historia confía demasiado en las pantallas de diálogo estáticas y eso acaba quitándole un poquito de interés.
Afortunadamente, luego hay un modo ‘misión’, con diferentes pantallas y subidas de nivel de personaje que es el que verdaderamente brilla cuando estáis solos en casa y no queréis entrar a repartir pana en el ‘online’.
En resumen, My Hero One’s Justice es un juego de lucha básico pero muy, muy resultón. Si fueran cayendo armas, objetos y power-ups al escenario (en plan Power Stone) sería perfecto y la simplicidad de su control quedaría excusada por completo dejando el peso en la interacción propia de cada escenario. Como no es así, según la edad y la conexión del jugador con el mundo que retrata, la cara ‘monótona’ del título tardará más o menos en aparecer… En cualquier caso, lo dicho, muy vistoso y divertido (hasta que deje de serlo).