Carta abierta a todas las películas románticas que nos dañaron el cerebro

En San Valentín es necesario enfrentar los ideales ficticios que nos frustran en la vida real

Escena de 'El Diario de Noa' / New Line Cinema

¿Y si lo que sentimos como bonito solo lo entendemos así porque nos lo han enseñado?, ¿y si lo que deseamos que nos ocurra no es lo que nos hará más feliz?, es más, ¿y si el amor romántico no es la mejor forma de amar que existe?

La que escribe (mujer de 30 años) es de una generación a la que inundaron de películas románticas desde que nació. Con unas historias que enseñaban - casi de forma escolar- cómo era la forma correcta de amar, las pautas concretas que debían seguirse y los sentimientos que debíamos tener si es que todo funcionaba bien: conocerás al amor de tu vida, sentirás un flechazo, tendrás la primera cita, primer beso, más citas, sexo, os acoplaréis el uno al otro y os casaréis para ser felices y comer perdices...

Pero cuando llega la treintena y ves lo que ocurre después de comer esas perdices reflexionas y te preguntas: ¿qué ha pasado para que la felicidad que nos prometían si seguíamos esos pasos no me inunde a diario?, ¿que qué ha pasado? Te lo cuento: 

- Que las películas románticas apuestan por un flechazo que no va más allá de la química, de hecho, en general no va más allá de un físico que se suele esfumar a las dos semanas y después quedáis dos personas con nada más en común que el sexo. 

- Que las películas románticas hacen que esperes que el otro actúe como todos los personajes por los que has suspirado durante años (escribiendo tu nombre en el cielo con una avioneta, apareciendo entre un jardín de rosas cuando abras la ventana, movilizando a toda la ciudad para que aplaudan tu pedida de mano...) y como no lo va a hacer porque en realidad también tiene vida propia, nada de lo que haga será suficiente para ti. 

- Que te hacen creer que existe tu "media naranja" en algún lugar y cuando no lo encuentras te frustras por si tu "mala suerte" ha hecho que nunca te cruces con ella. Pero en realidad en el mundo hay tantas personas que muchas podrían ser buenas compañeras de viaje. Solo que lo que no enseñan estas películas es que es difícil acoplarse el uno al otro, porque cada cual ha recibido una educación diferente y las cosas no ruedan por arte de magia, hay que trabajarlas. 

- Que las películas románticas nunca nos hablaron de lo que ocurría después del "sí, quiero". No reflejan la rutina que todo lo mata. Ni cómo se esfuma el deseo, porque es imposible desear lo que se tiene.

- Aún peor: las películas románticas que apuestan por la monogamia absoluta y ciega, te hacen sentir culpable si deseas otra cosa (sentimiento tan natural como el respirar) por lo que entras en un bucle de flagelación e incomprensión de ti misma por no encarnar a la perfecta protagonista que se hubiera enterrado junto a su amor si este fallecía antes. 

- Que no solo existe la monogamia como perfección de la vida en pareja. De hecho, esa apuesta suele ser perjudicial para la salud... ¿en serio solo vas a estar con una persona durante 40 o más años?, ¿y cuando se esfumen las mariposas ya no volverás a sentirlas nunca más?, ¿y si no tuviéramos que renunciar a eso porque todos entendiéramos que podemos vivir aventuras maravillosas con otros y seguir amando a quien nos acompaña en casa? 

- Que las películas románticas tampoco nos muestran cómo cambiamos las personas de un día para otro, de un mes a otro y de un año a otro. Por lo que si ya no entiendes lo que le viste a tu primer amor de los 15 años, o ya ni soportas a la persona que te enamoró a los 25, ¿por qué vamos a seguir con la misma a los 45 y a los 60 si ha evolucionado por un lado y tú para otro?

En la ficción es precioso que Ewan McGregor te vea un día en el circo y al otro abras tu ventana y lo veas mirándote rodeado de cientos de tus flores favoritas que ha conseguido llamando a todas las floristerías de la zona. Pero en la vida real eso da miedito y lanzarse a sus brazos sería temerario...

Y es que en la ficción nos han enseñado a aplaudir cómo Noa esperó a Allie construyendo la casa de sus sueños. Pero en la vida real, ¿seguirías enamorada de un hombre que se ha quedado en su pueblo estancado haciendo lo mismo que hacía a los 18 años mientras tú has evolucionado de todas las formas posibles? Si respondes que sí te embarcarías en una relación muy complicada y frustrante para ambos, y si respondes que no te sentirás culpable y decepcionada toda tu vida.

¡Exacto! Eso es lo que nos enseñan las películas románticas: a no ser felices nunca con la decisión que tomemos. ¡Así que empecemos a vivir fuera de la ficción, como sintamos y no como nos han enseñado!

PD: que conste que soy una enamorada de 'Big Fish' pero una cosa es amarla como película y otra como filosofía de vida. 

Paula Hergar

Periodista, redactora de LOS40 y mocatriz. Crecí...