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Análisis: 'Metro: Exodus'
¿El mejor de la saga? Sin duda
Os lo vamos diciendo desde ya, Metro: Exodus es una obra de arte.
Desde su diseño a la jugabilidad, marca prácticamente todas las casillas. Tiene una campaña emocionante, unos entornos abiertos llenos de flora y fauna únicas que dan ganas de explorar, fantástico apartado sonoro y un sistema de combate gratificante.
¿Qué más se le puede pedir a un shooter en primera persona? Veamos más en profundidad el juego de 4A Games.
El juego está ubicado temporalmente dos años después de los eventos de Metro: Last Light, y nos cuenta la historia de Artyom y los 'Spartan Rangers', en un viaje a través de Rusia para encontrar un sitio en el que asentarse y llamar hogar.
Es el primero juego en el que vemos a Artyom, Anna y compañía aventurarse fuera de los túneles de Metro para explorar la Rusia post-apocalíptica. La búsqueda de un lugar sin radiación en el que vivir en paz.
Por supuesto, no va a ser tan fácil como subirse a un tren y llegar a tu destino.
Metro: Exodus ofrece algo a camino entre una historia lineal, con mucha importancia en la narrativa, y un juego de supervivencia en un mundo abierto, que te deja afrontar cualquier situación de varias maneras.
El juego está dividido en cuatro bloques principales, cada uno representando una estación, se puede explorar libremente en la que estés, pero una vez has avanzando en la historia esa parte queda atrás y no se puede volver.
Cada ambiente es único, tanto en diseño como en las criaturas mutantes que nos encontraremos, anomalías y climatología extraña. Seremos testigos de tormentas de arena que nos pondrán las cosas difíciles durante el combate, así como vientos y tormentas atronadoras.
El apartado gráfico que mueve todo esto es impresionante. Todos los paisajes que visitaremos tienen un nivel de detalle altísimo. Las texturas y el iluminado dinámico hacen que el mundo parezca vivo.
El juego sale para PS4, XBox One y PC, y si disponéis de una buena tarjeta gráfica en vuestro ordenador podréis admirar todo el potencial gráfico.
Metro: Exodus es tan claustrofóbico y tenso como los anteriores, a pesar de dejar los túneles para pasar al mundo abierto. Pero no faltan las áreas más cerradas, contenidas dentro de entornos mayores, y llenas de bestias para ponérnoslo más complicado.
Algunas de ellas os harán pegar algún que otro saltito del susto. Y esto es posible porque el apartado sonoro es sobresaliente, oyendo las pisadas de mutantes que se acercan, los ruiditos de arañas y demás bichos, el contador Geiger crepitando con la radiación, etc.
Todo esto acaba creando una atmósfera propensa a sorpresas más propias de una película de Jason o Freddy Krueger.
Y tendremos estas sorpresas a menudo, porque tendremos que explorar gran cantidad de terreno en busca de materiales con los que crear bombas, cocteles molotov, munición de diversa clase o mejoras para nuestro traje.
Existen gran cantidad de puntos de interés que investigar, la dificultad de los cuales va en consonancia con las recompensas que recibiremos. Algunas de ellas nos darán armas totalmente nuevas con las que trastear, amén de muchos recursos con los que aguantar el viaje por la inhóspita Rusia.
El sistema de creación nos permite montar objetos básicos, como kits de medicación, dondequiera que estemos, pero los objetos más complicados, como trajes o munición, ya requieren la típica mesa de trabajo en una ubicación especifica que hemos visto en multitud de juegos.
Y necesitaremos crearnos toda la ayuda que podamos, puesto que Metro: Exodus no es un juego fácil. Nos quedaremos tiritando de vida en multitud de ocasiones, así como bajos de munición, pero con el tiempo iremos aprendiendo a sobrevivir en las condiciones hostiles que se nos presenten.
Habrá ocasiones donde tengamos que usar la estrategia contra los enemigos, porque de una confrontación cara a cara saldríamos escaldados. Pide más atención que otros juegos del estilo, pero eso no es para nada malo, al contrario.
Concluyendo, Metro: Exodus es todo lo que queríamos que fuera, y continua con la racha de juegazos con los que hemos empezado el año. Si aún os queda algo en el bolsillo deberíais darle una oportunidad sin duda alguna.