Florence + The Machine hechiza al Wizink Center de Madrid con High As Hope
Entre hada, demonio y sacerdotisa, la carismática Florence Welch presentó en directo su último trabajo
En la era de los artificios, cada vez son más los artistas que recurren a la artillería pesada de los recursos audiovisuales y tecnológicos en sus conciertos. No es el caso de Florence + The Machine, quienes con su actuación en el WiZink Center de Madrid este jueves 22 de marzo ofrecieron un manual de cómo debe ser un directo.
No hace falta decir que, por supuesto, el carisma de Florence Welch es el ingrediente mágico que hace de sus shows una experiencia inolvidable y suprema. Pero detrás de ella están todos los elementos básicos para que un espectáculo musical cumpla con su propia definición: Una Banda (con mayúsculas) de músicos, un concepto, trabajo y dedicación. ¿Fácil?
No, no lo es. Lo sabes cuando entras en el recinto y te encuentras ante un escenario de grandes dimensiones construido a base de madera que emula formas entre naturales y oníricas cuya única decoración son los propios instrumentos. Pacientes y majestuosos. Durante el concierto no hay grandes pantallas proyectando vídeos, la iluminación es simple y soberbia, todos los estímulos provienen de las personas de carne y hueso que hay sobre la plataforma. Nada más es necesario.
No, no es fácil. Lo sabes cuando, una vez que todos los miembros de la banda han ocupado sus puestos, ves aparecer a Florence. Como levitando sobre un manto de flores se aproxima hacia el centro y frente del espacio elevado. Sus pasos son tan frágiles como imperantes. Toma el micrófono, mira hacia el frente y es entonces cuando todos los ojos puestos en ella caen en su hechizo. Ya no hay vuelta atrás.
El concierto es una mezcla entre ritual, viaje astral y experiencia adrenalítica. La frontwoman canta June, Hunger, 100 years y otras de las canciones que integran su último disco High As Hope. No se olvida de sus grandes éxitos Dog Days Are Over o Shake It Out. Tampoco de Moderation, una de sus últimas composiciones.
Las más de 15.000 personas (según cifras de la organización) que forman el público, totalmente entregadas, reconocen cada uno de los temas. Y sí, cada nota tiene la marca de agua de Florence + The Machine, pero la potencia del rock alternativo y art pop de la banda se multiplica por mil en su directo.
Esa mezcla entre hada y demonio que es Welch se toma pequeñas pausas para recuperarse de sus frenéticas coreografías y aprovecha para dar su discurso. Con su voz, que es al cantar de fuego y el hablar de miel, llama a la unidad, al respeto y al amor. Nos invita a que nos abracemos y nos cojamos de las manos (literalmente), a que pongamos los “fucking phones away” y disfrutemos de la experiencia. Mujer empoderada, no olvida mostrar su rechazo hacia la masculinidad tóxica para presentar Patricia, la misma canción que dedica a Patti Smith.
Dos horas se pasan como un sueño, no sabes en qué momento has cerrado los ojos, sientes que la eternidad ha pasado en un segundo cuando los vuelves a abrir. El concierto ha terminado. La líder de la banda toca suelo y pacientemente se baja del escenario para firmar a sus fans y recoger regalos antes de ir a su camerino. ¿Fácil? No, no es fácil.