Cómo el tipo de música puede convertir un simple roce en una caricia sexy
“Cuando más sexy es la música, más sexy percibimos el tacto”, dicen los científicos

Seguramente no están escuchando a Metallica.(Getty Images)
¿Qué hace que un roce en el brazo te parezca sexy o, por el contrario, te resulte desagradable? A todos los factores que te estás imaginando hay uno nuevo que debes tener en cuenta: la música que suene de fondo.
Es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores del Max Planck Institute for Human Cognitive and Brain Sciences, en Leipzig (Alemania), en un estudio cómicamente titulado Échale la culpa a la bossa nova: la transferencia de sensualidad de la música al tacto. Dado que es bien conocido el poder de la música para influir en nuestras emociones (hay canciones que nos ponen tristes o nos levantan el ánimo), se propusieron analizar cómo podía intervenir en nuestra percepción del contacto humano.
Es evidente que hay música más sexy que otra. Una balada sedosa con saxo como Careless whisper de George Michael nos resulta irremisiblemente más sugerente que un zambombazo apocalíptico de Metallica. Y no solo nos predispone a mostrarnos amorosos, sino que nos lleva a catalogar también así la acción que transcurra al mismo tiempo, incluido el más simple roce.
Los neurocientíficos de Leipzig montaron en su laboratorio una escenita bastante curiosa: los participantes tenían que meter la mano tras una cortina; al otro lado, “alguien” acariciaba su brazo: en realidad era un robot (ellos no lo sabían). Hicieron la prueba con varios tipos de música, y después pidieron a los voluntarios que puntuaran la experiencia en una escala que iba de “nada sexy” a “extremadamente sexy”.
Tanto el sonido como el tacto se procesan en el cerebro de una forma parecida.
Como ha explicado el investigador jefe, Tom Fritz, “hemos observado que cuanto más sexy se percibe la música, más sexy se percibe el roce que se nos administra al mismo tiempo”. Lo mejor de todo es que cuando repetían el experimento y les decían que quien les acariciaba era un robot, les seguía resultando igual de sexy. Esto tira por tierra la idea de que es el afecto o la atracción física lo que influye en que sintamos el tacto de un modo placentero.
¿Por qué ocurre este fenómeno? Los investigadores sugieren que tanto el sonido como el tacto se procesan en el cerebro de una forma parecida. O lo que es lo mismo: para procesar la música, empleamos áreas del cerebro relacionadas tanto con el tacto como con el movimiento.
Para Guillermo Fouce, del Colegio de Psicólogos de Madrid, también entra en juego lo que denomina la “memoria musical”: “Si una determinada melodía nos recuerda algo agradable que hemos vivido, la situación presente también va a resultarnos agradable. Es algo con lo que juegan el cine y la publicidad: la música entra por lo que llamamos la ruta periférica, y genera emociones inmediatamente. Del mismo modo, hay canciones que relacionamos con la actividad física, y nos activan por asociación. Todo lo que pase en nuestro entorno se ve canalizado”.
Así que si para tu próxima velada romántica estás dudando qué música poner…, haz caso a este estudio y escoge la más sensual posible: los roces serán muy placenteros. Lo dice la ciencia.