Especial
Música y desarrollo cognitivo: ‘La Tarara’ para ayudar a recordar
Así funcionan los proyectos musicales en personas con Alzheimer y otras demencias
Sergio* (nombre ficticio) se asoma tímidamente al escenario. Tan solo se ve un pelo cano cuidadosamente peinado y parte de su brazo, cubierto por una camisa negra. Se sienta al piano y otras dos manos, que se aproximan por detrás, tocan los primeros acordes de Para Elisa, de Beethoven. Sergio los sigue, con ritmo, al final a pequeños trompicones. Sin partitura. Sergio es parte protagonista en una obra que muestra un paso más en el camino: el de los efectos de los proyectos de desarrollo cognitivo en personas con Alzheimer y otras demencias.
La segunda canción al piano no sale. Iba a sonar Chopin. Da igual. El público, numeroso, estalla en aplausos, se ponen en pie, le gritan “bravo”. No importa tanto el resultado porque Sergio está subido al escenario no para demostrar nada, sino para recordar. ‘Recordar’, del latín recordis, volver a pasar por el corazón.
Siete alumnos se sientan en un semicírculo, acompañados de profesionales y de sus familiares. Cantan canciones tradicionales en euskera. También suena La Tarara, que les emociona y les anima. Por último suena La Bamba, que levanta a alguno de estos alumnos de sus sillas y los pone a bailar de manera espontánea. Elena* tiene constantemente las manos preparadas para dar palmas. Juan* se levanta de su silla y no duda en echarse un baile en el escenario. Todo el público nota su presencia.
Los siete alumnos forman parte de un programa comandado por Raúl Madinabeitia, que lleva a cabo en el centro Josefina Arregui, de la localidad navarra de Alsasua. Allí, gracias a una ayuda recibida de la Caja de Ahorros de Navarra (CAN) pueden desarrollar este proyecto “innovador y que se ha demostrado que funciona”, comenta Madinabeitia en un encuentro tras la representación. Lamenta que no haya “más ayudas públicas” para impulsar proyectos como este en otros centros, pero su experiencia es una realidad exitosa. Hoy representan La música de tu vida, una experiencia de música y cerebro en comunidad en la que aúnan creatividad, innovación e integración social.
Cuando Madinabeitia conoció a Sergio* en el Centro Josefina Arregui, durante la presentación del proyecto de actividades con música, le preguntó “cómo se llamaba y me respondió: ‘no sé’; le pregunté de dónde era y me dijo que no sabía”. Pero al ver el piano situado en la sala y que acompañó en la presentación de la actividad, Sergio no dudó y preguntó si podía sentarse a tocar. “Del tirón y sin partitura nos tocó el Para Elisa”, recuerda el músico.
La aventura de Madinabeitia, músico profesional y Catedrático de txistu en el Conservatorio Superior de Navarra, comienza cuando conoce algunos estudios referentes a la relación entre la música y el desarrollo cognitivo. Ricardo Insausti, catedrático de Anatomía en la UCLM y amigo de Madinabeitia, fue uno de los primeros en investigar el cerebro y es quien “científicamente ha dado razones que relacionan las bonanzas y la relación entre la música y el cerebro”, apunta Madinabeitia en conversación con LOS40. Sus fundamentos no vienen de la nada, sino que, gracias a los estudios de Insausti han podido corroborar los efectos positivos de la música en el desarrollo del cerebro.
Una experiencia pionera en el mundo
La experiencia que comandó Madinabeitia ha conseguido que “rompan y salgan a la calle”. Reconoce que todos los participantes le han dado las gracias por “tratarles como normales”, sin infantilización. También ha sido pionera. Al ser un proceso de trabajo multidisciplinar, han trabajado con otras artes además de la música. Lo han hecho con la pintura.
Es la primera ocasión en la que se trabaja, con personas con algún tipo de demencia, la técnica del soundpainting, una técnica de improvisación a través del lenguaje de signos y que comenzó en el año 1974 de la mano de Walter Thompson. En la actualidad se sigue investigando sobre la improvisación del color y los sonidos en el Centre Pompidou de París. No fue fácil aplicar la técnica en este programa, ya que, como apunta Madinabeitia “en los conservatorios no se conoce ni lo que es”.
No había nadie que hubiera estudiado la técnica en Navarra, pero buscaron expertos cercanos. Tuvieron que trasladarse a Tres Cantos, durante días intensos, al centro de Soundpainting de Madrid, para aprender de la mano de Ricardo Gassent. Cuando le dijeron a Gassent la idea que el equipo de Madinabeitia llevaba en mente, él les dijo “que no sabía si podría ayudar, ya que nunca se había aplicado el soundpainting con personas con demencias”.
La metodología aplicada a este trabajo implica los conocimientos de un gran equipo técnico y humano, en el que no solo se engloba la música, sino también la pedagogía y el desarrollo de habilidades sociales. “Normalmente, en casos de demencias se les suele tratar personalmente, con lo que se les aísla. En esta actividad trabajaban en comunidad y tenían que pararse a escuchar a sus compañeros, cultivaban la concentración y la paciencia”, apunta el músico.
Lo corroboran también los familiares, que comentan que fue “un gusto desplazarse hasta Alsasua cada sábado para ensayar”. “Se nos pasaban las horas volando”, afirma otra familiar participante. Las jornadas de ensayo duraban desde primera hora de la mañana hasta mediodía.
Precisamente el reconocimiento a las cuidadoras, en su mayor parte, fue otro de los ejes de este espectáculo. “Queríamos empoderar la figura de la cuidadora. Es muy difícil dejar tu vida personal, laboral… cuando tienes a alguien con demencia en casa y ese trabajo tiene que ser reconocido”, apostilla Madinabeitia.
Un centro que nació de la vivencia
Josefina Arregui y Felipe Lecea son los dos nombres detrás del centro para personas con demencias situado en Alsasua, Navarra. Arregui y Lecea fueron un matrimonio, dedicado a sus negocios de industria ferretera y en Alsasua establecieron su empresa. Josefina Arregui sufrió Alzheimer y la única vía de ser tratada era tener constantes desplazamientos a Pamplona. Lecea era consciente de que, al ser empresario, él podía permitírselo y llevar a su mujer a la capital navarra, pero quería “devolver a Alsasua una parte de lo que le había dado este pueblo”.
Por ello decidió invertir casi todo su capital en abrir el Centro Josefina Arregui, especializado en demencias y Alzheimer, para que personas de la localidad y de otras cercanas pudieran acudir allí sin necesidad de grandes desplazamientos hasta Pamplona. No fue un camino fácil, ya que los trámites burocráticos se hacían eternos. Arregui murió de Alzheimer y su clínica aún no había visto la luz, pero Lecea no cejó en su empeño y consiguió lo que es hoy, un centro integral para el tratamiento de personas con demencias. Y también un centro donde sus pacientes, cantando ‘La Tarara’, pueden recordar.
*Los nombres de algunos protagonistas del reportaje son ficticios para mantener su privacidad.