Especial
José Mota y Eva Hache: “El humor es un arma de construcción masiva”
Los artistas hablan de la nostalgia y de sus inquietudes sobre la censura durante la promoción de 'La gallina Turuleca'
Los clásicos perduran para siempre. Si no, llegarán artistas que los rescaten para recordarnos que están ahí. Es lo que ha hecho Víctor Monigote, afamado storyboarder de Campeones, Lope y Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo, quien ha recuperado un hito de la cultura popular infantil, La gallina turuleca, para reconvertirlo en una cinta de animación para niños y adultos nostálgicos. Para ello ha contado con dos figuras que forman parte de nuestra cultura popular actual: Eva Hache y José Mota, quienes ponen voz a los protagonistas de las aventuras de la gallina Turuleca, un animal que trata de ganarse la vida cantando para un circo de humanos.
En una salita repleta de cámaras, focos y micrófonos esperan, sentados y charlando, Mota y Hache, Hache y Mota, dos de los cómicos más afamados y reputados de nuestro país. ¿Cómo se sienten con esta nueva película? ¿Es un producto que nace de la nostalgia? Él lo tiene claro: “Deberíamos recuperar referentes perdidos de antaño. Entre ellos, valores de nuestros abuelitos y nuestros padres, que eran gente totalmente analógica que pensaban con la mano metida en la tierra. Ahora tenemos la mano metida en la play”. Claro que hay nostalgia, recuerdos y un reflejo de la infancia. Y del paso del tiempo.
“Pero nosotros hablamos desde el punto de vista nostálgico porque hemos vivido muchos años. Pero muchos, querido Mota”, bromea la monologuista Eva Hache. “No todo lo del pasado funciona por cuestiones nostálgicas, porque también tenemos un pasado mierdero”, continúa mientras Mota asiente mostrándose visiblemente de acuerdo. “Es que cuando hay algo que tiene calidad no es nostalgia, es perdurabilidad en la vida. Los payasos de la tele, la gallina Turuleca, Don Pepito y Don José: son cosas que funcionan porque están muy bien hechas, como un Seat 600”, dice entre risas.
La comedia: filosofía de vida
“La comedia está en la vida, no en un registro u otro”, considera la antigua presentadora de El Club de la Comedia. “Tan comedia puede ser un chiste como un sketch, monólogo, slapstick o un tuit. Y menos mal, porque si no vaya mojón”. Sin embargo, poco a poco percibimos como aquella poscensura, término acuñado por el columnista Juan Soto Ivars en su libro Arden las redes, va extendiéndose, y muchos ya tienen miedo de dar su opinión para no ofender.
“Se ha ensalzado mucho la figura del ofendido”, confiesa Hache. “Ahora todo el mundo tiene un micrófono en su casa, al alcance de la mano: un teléfono móvil y una red social. Desgraciadamente la precariedad del periodismo hace que cualquier opinión sea considerada un titular o una noticia, cuando simplemente es una opinión perecedera. Así todo el mundo tiene su minuto de gloria y hace que nos sintamos más importantes de lo que somos”.
Mota interviene, parece que no puede callar más tiempo lo que piensa: “Y eso deja entrever algo preocupante. El humor transita por pasillos cada vez más estrechos. Por ejemplo, en mi programa de Nochevieja me planteo hacer un sketch de calvos, pero pienso si va a haber alguna asociación de calvos que vaya a sentirse ofendida. ¡Eso no puede ser! No podemos cogérnosla con papel de fumar porque al final viviremos secuestrados en nuestra propia trampa”.
“Pero eso ocurre porque cualquiera se otorga el derecho a ser censurador”, interrumpe Hache. “Yo estaba segura desde pequeña de que no le iba a gustar a todo el mundo. Ni tampoco lo pretendo. Pero el hecho de que no te guste a ti no significa que te esté atacando”, defiende. Censura, poscensura y miedo a exponer opiniones o chistes. Si no, que se lo digan a Dani Mateo, a quien llevaron a juicio por simular se sonaba los mocos con una bandera de España.
Detrás de José Mota y Eva Hache se erige un poster promocional de la película, que se estrenará el próximo 1 de diciembre en cines gracias a Filmax. Turuleca. ¿No era Turuleta? “¡Eso siempre lo oímos mal”, nos recuerda Eva Hache. “Es turuleca. Siempre ha sido así. Solo José Mota lo sabía, porque era un adalid de nuestro tiempo”, exclama entre risas.
Los límites del humor
Las risas cesan y se transforman en seriedad cuando hablamos sobre los límites del humor. ¿Son reales? ¿Han debido hacerles frente alguna vez? José Mota dice que nunca pondría prohibiciones a absolutamente nada. Otra cosa, aclara, es lo que él quiera hacer personalmente. “Yo hago humor sobre las cosas que siento que son susceptibles de ser transformadas en humor. Nunca haría humor con el sufrimiento de gente que, por ejemplo, padece una hambruna, pero porque no me apetece. Ni tampoco con la familia de un cargo público. Cada uno debe elegir de manera libre lo que quiere o no quiere hacer, lo que no puede haber son puertas, prohibiciones ni censuras”.
Mota cita a Ignatius: "Hay que tener suficiente arte para tocar ciertas cosas y que tu ingenio vuele por encima". El cómico no cree en la censura, y Eva Hache tampoco. Ella considera que quien hace un humor injusto u ofensivo muere por su propio peso, porque deja de funcionar y sus palabras dejan de ser comedia. ¿Qué les deparará el futuro? ¿Mayor censura? ¿Esa poscensura en redes sociales? “Ojalá que no”, exclama Mota. “El humor no puede quedar secuestrado porque hayamos creado una sociedad de intolerancia absoluta. En ese caso me bajaría del tiovivo. El humor, lejos de tenerle miedo, hay que abrazarlo, porque nos hace libres. Lo pienso así. Es un arma de construcción masiva”. Se hace el silencio. Reflexionan. El tiempo también se agota. Se agolpan las preguntas.
El cine que viene
¿Y qué pasa con el futuro del cine? ¿Y de la comedia? Las nuevas plataformas de vídeo y formatos de entretenimiento han desplazado las formas de consumo convencionales y puesto patas arriba todo tal y como lo conocemos. Mota considera que ahora mismo hay una realidad incontestable que le atrae: “Una propuesta puede ser consumida aquí y en Estados Unidos. Lo que ha ocurrido con La casa de papel es un notición: que tu talento pueda ser valorado y visto internacionalmente. Mi amigo Quique Arce ha hecho ahora Terminator 6. Es algo cojonudo”.
El éxito de las nuevas plataformas bajo demanda es cada vez más evidente. Historias de un matrimonio, El irlandés o Roma son algunas de las mejores películas de los últimos años. La propia Netflix bromeó diciendo que, a este ritmo, casi se queda con todos los galardones. Y no es para menos.