Especial
Pedro Alonso: “Todo ha cambiado. Ya no sabemos dónde está el norte ni el sur”
Hablamos con los protagonistas de 'El silencio del pantano', el nuevo estreno de Netflix
De los oscuros entresijos de la mente humana brotan demonios. El horror no forma parte del mundo, sino de nuestro alma. La violencia es la proyección de la maldad sobre los objetos y personas que nos rodean. El silencio del pantano, que se estrenó el pasado 22 de abril en Netflix, arranca de esa premisa: un periodista reconvertido en escritor de novela negra que narra una serie de asesinatos que tienen más de realidad que de ficción. Un ambiente degradante, obsesivo, marcado por el constante aliento de la desgracia.
La trama criminal se ubica en Valencia. Pedro Alonso (Berlín en La casa de papel) interpreta a Q, el protagonista, un novelista que escribe sobre asesinatos sangrientos. Nacho Fresneda (Alfonso de Entrerríos en El ministerio del tiempo) lo acompaña en este periplo, que está dirigido por Marc Vigil (Águila Roja, Aída, El ministerio del tiempo) y basado en una novela homónima de Juanjo Braulio.
Importante: esta entrevista se realizó antes de que estallase la crisis del coronavirus.
Pedro Alonso (PA): No sé si fascinan o no, pero sí que vivimos en un momento donde han saltado por los aires las referencias de nuestra infancia, en términos narrativos. Lo bueno, lo malo, hacia dónde van las historias: eso ha cambiado. Ya no sabemos dónde están ni el norte ni el sur. Cada vez es todo más poliédrico. Creativamente el viaje es más interesante: le damos la vuelta al guante para revelar nuestra condición, y esta tiene mucho de miseria y sombras. Si gustan o no las tramas así depende tanto del talento de la gente que lo haga como de la mirada que la observe. Hay mucho trabajo en torno a la violencia que no me interesa nada, pero luego encuentras obras que pesan lo que pesan. El silencio del pantano es una película áspera, dura, oscura y sórdida.
Nacho Fresneda (NF): Exactamente. El personaje de Pedro tiene una frase, que sale en el mismo tráiler, que dice: "quien mata es porque puede". Basándose en su libro "Crímenes Ejemplares" recoge ciertas historias de gente que murió y uno de ellos confiesa que mató porque podía. Esa posibilidad de hacer el mal o de presenciarlo, o ser partícipe del mal como cuando vas a ver una película, donde formas parte de la vida de ese personaje sin tener luego consecuencias, nos interesa mucho. Todos fantaseamos con acabar con ese jefe, o con una injusticia. La imaginación es libre. A mí personalmente me pone cuando un personaje tiene que hacer una gran hijoputez.
PA: Yo, personalmente, he pasado los últimos diez años leyendo historias de no ficción, excepto cuando tenía que trabajar como actor. Cada vez me ronda más la sensación de que los formatos que conocíamos se han desgastado. Hay historias que las ves y dices: "va a pasar esto, esto y esto". Son fórmulas, y vivimos un momento en el que esas fórmulas han caído y el lenguaje se ha desgastado. Me interesa mucho cuando el periodismo, la no ficción, el documental y las películas intentan salirse del sistema narrativo convencional en el que todo estaba estipulado. La vida no es así: primero un giro de trama, luego el personaje se redime y sale airoso. Eso es mentira. La única forma de volver a sorprendernos a nosotros mismos es siendo muy honestos. Contar historias está bien, pero hablar de la vida es mucho mejor.
NF: Yo me considero un lector de periódicos. Los periodistas no deben ser cínicos ni hooligans, sino gente informada que cuente las cosas en primera persona, pero siempre enfocados a hacer una labor social. El periodismo está bien estructurado pero la gente se deja llevar por intereses. A mí personalmente me gustan aquellos que tienen una voz propia al servicio de las historias.
PA: Hay una de cal y otra de arena. Sigue habiendo un porcentaje desastroso en la situación de la profesión. Hay muy pocos actores que puedan vivir de la profesión. Los datos son muy tristes. El 92% no se ganan la vida interpretando y están por debajo del Salario Mínimo Interprofesional. Decir que vivimos en un momento dorado pasa por esa premisa.
NF: Muchos deben vivir del microteatro y cobrar en negro.
PA: Dicho esto, sí es verdad que la ficción televisiva ha experimentado una revolución que aún sigue en marcha. Todavía es rápido para hacer una valoración cerrada de en qué se va a convertir y si eso se va a traducir en mayor tejido industrial. Netflix está aterrizando, todas las plataformas lo han hecho. Hay mucha demanda y eso se puede traducir en más producción. El cine lo ha pasado muy, muy mal en los últimos años.
PA: Sí se confirma que en todos los departamentos de la industria audiovisual española hay gente con mucho talento que podría competir en cualquier liga. En término de calidad-precio te preguntan: "¿Cómo lo habéis conseguido?". Nos hemos visibilizado después de unos años de crisis terrible. Hay industrias que han desaparecido enteras y modelos de negocios que ya no están, así que ahora mismo se está reinventando todo, lo que da lugar a una efervescencia creativa. Eso me alegra mucho.
NF: Yo me siento igual. Animo a mucha gente que viene de pasarlo muy mal, porque la situación ha sido muy compleja. El público ahora exige más y está mucho más educado. El riesgo, y aquí nombro a un amigo al que no voy a mencionar, es que podemos caer en la trampa de convertirnos en los chinos del audiovisual. Con todo el respeto para los chinos, que no se me ofenda nadie. ¿Qué quiere decir? Que producimos muy rápido, muy bien y muy barato. El peligro es ese: los festivales flipan porque se haga La casa de papel de esa manera. Lo ven un imposible.
NF: Invertir más en el cine y en la televisión, porque luego eso se traduce en beneficios a terceros. Cuando un equipo de rodaje va a Peñíscola a rodar son mínimo cien personas. El del restaurante, el del hotel... eso genera una economía. Y no solo pensemos en los actores: hay carpinteros, sastras, peluqueros, maquilladoras. Somos un motor de la economía.
El próximo 1 de enero El silencio del pantano llegará a los cines españoles. Dirigida por Marc Vigil y protagonizada por Pedro Alonso y Nacho Fresneda, a los que acompañan Carmina Barrios, Maite Sandoval, Luis Zahera y Àlex Monner. Una producción de Zeta Cinema en colaboración con TVE, Netflix y TV3.