Hombres deformes y terror enfermizo: las 5 películas de David Lynch que debes ver

El cineasta cumple 74 años y nosotros le rendimos homenaje con una selección de sus mejores obras

David Lynch en Hollywood, California, en 2013 / Rachel Murray (WireImage vía Getty Images)

Laberíntico e inquietante son los adjetivos que mejor definen el complejo universo interior de David Lynch. Sus películas están llenas de oscuridad e innumerables aristas que brotan directamente del inconsciente. A pesar de tener una infancia feliz y una buena relación familiar, sus películas apuntan hacia todo lo contrario: un turbulento mundo interior plagado de sombras. No en vano Lynch explicaba en una entrevista que sus ideas brotaban del "éter", con lo que quiera que signifique eso.

Talentoso cineasta, pintor, músico, escultor y cortometrajista: la polifacética carrera de Lynch siempre ha estado vinculada al arte. Ha sido nominado a cuatro premios Óscar aunque nunca se ha llevado la estatuilla. No importa, porque sus películas han pasado a formar parte del imaginario colectivo y a eso él le contenta. También la serie que creó y dirigió, Twin Peaks, una de las más prestigiosas y populares de la historia de la televisión.

Hoy el cineasta, originario de Montana (Estados Unidos), cumple 74 años. Nosotros le rendimos homenaje con una selección de sus mejores películas:

Terciopelo Azul (1986)

Al ritmo del Blue Velvet de Bobby Vinton, Terciopelo Azul se desarrolla en un pequeño pueblo rural de Carolina del Norte. La historia gira en torno a Jeffrey Beaumont, un joven que encuentra una oreja cortada en un parque. Tras llevarla a la policía y obsesionarse con el caso, el protagonista, un magnífico Kyle MacLachlan, origina una macabra historia de persecuciones, sexo y odio. Ha sido considerada por la crítica una película de culto y uno de los máximos exponentes del neo-noir, y también se puede encontrar en ella uno de los papeles más estremecedores de Dennis Hopper.

Cabeza borradora (1977)

Cuando el expresionismo alemán se junta con el obsesivo y fantasmal universo interior de David Lynch sale algo como Eraserhead, su ópera prima. La película es inenarrable: se trata de una sucesión de imágenes oníricas de lo más desagradable que homenajean al movimiento surrealista. Por aquel entonces Lynch aún era un cineasta desconocido, por lo que se encargó de dirigir, montar, producir, decorar y diseñar los efectos especiales de la película. Algunas de sus escenas, como la de aquel feto alienígena que grita moribundo, quedan grabadas a fuego en el cerebro.

Carretera perdida (1997)

Lynch volvía al surrealismo, pero esa vez para proyectar la descompuesta vida interior –y progresivo salto a la demencia– de un músico de jazz que empieza a recibir cintas de vídeo de su casa, algunas de ellas dentro de su habitación y mostrándole a él en situaciones imposibles. Al ritmo frenético del jazz nocturno, en Carretera perdida Lynch introduce los viajes en el tiempo para remarcar la sensación de desconcierto, así como conversaciones con la Muerte (aquel inquietante Robert Blake que después fue acusado de asesinar a su mujer en la vida real) y escenas aparentemente inconexas que configuran un complejo mosaico psicológico del que se pueden extraer muchas (quizás demasiadas) interpretaciones.

El hombre elefante (1980)

Para muchos, la mejor película de Lynch (y la más seria) junto a Una historia verdadera. Narra la historia real de John Merrick, un hombre con una grave enfermedad que hace que su cuerpo esté completamente deformado, con enormes protuberancia en el rostro y las extremidades. Considerado un espectáculo de feria, es constantemente humillado por el público. Durísimo retrato de la falta de ética y moral de la sociedad victoriana del siglo XIX. La protagonizan Anthony Hopkins y John Hurt.

Mulholland Drive (2001)

Compleja, intrigante e inclasificable cinta de culto en la que Lynch juega con el espacio y el tiempo para desubicar de nuevo al espectador. Una trama surrealista que rinde homenaje a sus primeros trabajos, donde una de las protagonistas sufre de amnesia y no recuerda quién es ni de dónde viene. Naomi Watts y Laura Elena Harring están casi tan espléndidas como la banda sonora a cargo de Angelo Badalamenti, compositor del mítico compás de Twin Peaks.