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Cristian Olivé desvela el mensaje que le envió Rosalía cuando supo que enseñaba a sus alumnos con su disco
El profe rebelde que enseña con música, series y videojuegos
Profes rebeldes. Así se llama el libro con el que Cristian Olivé comparte su experiencia como profesor del Siglo XXI: El que rechaza la memorística en favor de un método que despierte el pensamiento crítico de sus alumnos de instituto.
Ha introducido en las aulas a Rosalía (entre muchos otros artistas), las series de moda y los videojuegos más punteros, en un intento de utilizar la realidad de los adolescentes para enseñar.
Ha sido galardonado por su labor, interactúa en medios de comunicación y enarbola la bandera de una nueva educación que no todos sus compañeros entienden. El se considera un influencer de sus alumnos y asume esa responsabilidad.
Hablar con él hace que uno llegue a creer que otro sistema educativo es posible.
Uno lee tu libro y se queda con la idea de que eres el profe ideal pero, en realidad, una excepción… ¿no es eso un poco triste?
Espero no ser el único que se comporte así. Me considero un poco rebelde porque intento, a veces, ir un poco contra marea. Como tenemos unos contenidos que dar en clase y a veces están alejados de la realidad de los intereses de los alumnos, cuando, como profe, intentas seleccionar lo que realmente les va a interesar, les va a servir de algo… hacer eso sí es una excepción o es ser un poco rebelde.
Uno de las frases que más repites es esa de: ‘Aprender para aprobar es aprender para olvidar’, pero lamentablemente, ¿es lo que impera, no?
Yo siempre digo que la educación que intenta verter conocimiento a partir de los contenidos ha quedado atrás porque todos los contenidos e información la tienen en las redes. Lo que tiene que hacer la escuela es enseñarles a seleccionar esa información y descubrirles la emoción de aprender. Tenemos que enseñarles que aprendiendo se pueden emocionar.
Escuchándote hablar uno piensa que estás diciendo una obviedad pero lo cierto es que no se hace así, ¿estamos frente a una utopía?
Todavía estamos en ese punto en que la escuela del pasado, la de memorística, está más presente de lo que me gustaría. Y esa idea jerárquica de que el profesor está por encima y el alumno solo escucha, no tiene sentido. Siempre me gusta hablar de una educación del siglo XXI porque los alumnos son del siglo XXI y necesitan respuestas y metodologías del siglo XXI.
Soy de las que piensa que en las aulas falta mucha educación emocional. Pero, por la formación que recibís, ¿estáis preparados para ese enfoque?
Depende mucho de la sensibilidad que tenga una persona. Para ser profesor tienes que amar a las personas e ir más allá para ayudar a los alumnos a explorar sus emociones. Vivimos en una sociedad en la que llorar es síntoma de flaqueza. Pero tener la valentía de llorar y decir ‘me está pasando esto’, es un síntoma de fuerza y vitalidad porque estás buscando apoyo.
Otra de tus claves es acercar la realidad de los jóvenes a las aulas, ¿cómo te mantienes cercano a esa realidad que, por edad, se supone que ya no te corresponde?
De la forma más sencilla, escuchando a los alumnos, escuchando sus intereses, preguntándoles muchísimo. A veces me dicen que yo, por mi edad, puedo entender el lenguaje de las redes. Pero no es cierto. El lenguaje de youtube no lo dominaba para nada porque no me gusta, no soy consumidor, pero mis alumnos sí. Entonces es cuestión de entender su mundo y alejarnos de este prejuicio condescendiente de los adultos que no lleva a nada.
Ahora hay toda una generación que se está enganchando a la lectura por los libros de los youtubers, ¿eso es bueno o malo?
Para mí es buenísimo porque al final es una manera de acercar la lectura. La educación lo que tiene que hacer es descubrirles la emoción. ¿Cómo podemos demostrarles que leer es un placer si les endosamos un clásico que nada tiene que ver con su mundo?
Como profe de lengua y literatura, ¿distingues entre buena y mala literatura?
No, para nada, de hecho me parece un apelativo ofensivo. Hablar de mala literatura es como ponerte delante de un adolescente y decirle que sus gustos son peores. No. Es una etiqueta que intento evitar, me incomoda muchísimo.
En tu clase habéis estudiado con las letras de El mal querer de Rosalía, ¿la has llegado a conocer?
Tengo que decir que sí. Cuando trabajé en clase con su álbum musical, que estaba inspirado en una novela, una a una cada una de sus canciones, estuvimos hablando por privado y fue muy emocionante. Lo dije en clase porque le dije que se lo iba a comentar a mis alumnos y los chavales se volvieron locos y yo también porque para mí es un honor y un regalo que alguien como ella se pare a pensar lo que hacemos en una pequeña clase.
¿Qué le pareció?
Lanzó un mensaje que me pareció brillante. Me dijo que, de parte suya, que le dijera a sus alumnos que aprovecharan, que aprendieran lo máximo, porque era el momento de hacerlo. Me pareció un mensaje tan bonito y que viniera de ella, que es un referente para ellos, me pareció un regalazo.
Rosalía es una fuente para ti pero dime algún otro cantante o canción que te haya ayudado a impartir una clase.
También he utilizado en varias ocasiones a Alfred García con la canción De la tierra hasta marte, de su disco. La utilicé porque había muchísimas figuras literarias, 14 fui capaz de encontrar pero siempre que la analizo encuentro alguna más. Cuando llegas a clase y utilizas una canción que acaba de salir al mercado, hacía dos semanas o una que había salido, hacer ese ejercicio de estar al día y tan actualizado, fue para ellos sorprendente. Fue demostrarles que la literatura no sólo está en los libros sino que está en Spotify también.
Alfred sacó un poemario que recibió muchas críticas, ¿Cómo filólogo como lo valoras?
Al final yo creo que no es un libro que tenga la intención de ganar el premio nobel de literatura. Es un libro que pretende emocionar y cuando lo he llevado a clase y los alumnos lo han leído su objetivo, que era emocionarlos, lo ha conseguido. Y me quedo con eso, se puede trabajar la literatura demostrándoles que se puede emocionar.
De hecho, la Instapoesía nos ha demostrado que a los jóvenes, a diferencia de lo que se venía diciendo, les interesa este género. ¿Tú tienes algún Instapoeta en clase?
El otro día descubrí que había una. Estaban haciendo una actividad con la lectura obligatoria que era, como Rosalía, que su disco, cada canción es como un capítulo de una gran historia, y ellos están convirtiendo la novela en un álbum musical con las letras y descubrí que una de ellas tenía sobre la mesa un papel arrugado, lo destapé y me di cuenta que era un poema suyo secreto. Al principio no me dejó leerlo porque le daba vergüenza pero al final me dejó hacerlo y le dije que no tuviera vergüenza de mostrar su creatividad y su talento.
La música latina está haciendo que muchos niños cambien el lenguaje, eso no es bueno, ¿no?
El lenguaje de la música del reguetón a mí me incomoda pero también creo que prohibirlo no es la manera. Lo que tenemos que hacer como educadores es potenciar el pensamiento crítico y que sean capaces de descifrar que letra es tóxica y cuál no lo es.
En esto de cambiar el lenguaje, si nos vamos a whatsapp o las redes sociales, vemos que hay mensajes que en ocasiones hay que descifrar más que leer, ¿hay que cambiarlo o normalizarlo?
Tenemos que mejorarlo pero también tenemos, primero, quitarle un poquito de gravedad al asunto. Cuando hace 15 años yo escribía en Messenger y no lo hacía en tono normativo y soy filólogo. Yo he utilizado el lenguaje de las redes sociales para hacerles ver la imagen que están dando de sí mismos porque ellos son los primeros que cuando un texto está mal escrito, se ponen las manos en la cabeza y piensan que esa persona es analfabeta, cuando les dices la imagen que ellos están dando de sí mismos quizás también es esa, ponen cara de alerta y dicen ‘ostras, el postureo no es solo llevar la moda a la última sino también saber escribir bien de cara a la galería’.
Eres de los que no entienden la prohibición de móviles y tablets en el aula pero ¿entiendes los argumentos de los que lo hacen?
Creo que el miedo es un sentimiento muy humano. Lo entiendo pero no lo comparto. El miedo te tiene que hacer replantear las cosas no te tiene que detener jamás. Muchos de los problemas que tenemos hoy en día surgen en el mundo digital o las redes sociales y por eso tienen que estar en el aula, porque merecen respuestas.
Tú eres muy de frases para romper esquemas: “Fornite también es literatura”. Algunos lo considerarán un sacrilegio.
Para mí fue una sorpresa cuando los alumnos me pedían que hiciera alguna actividad con Fornite, porque saben que me va la marcha, y me puse a investigar y me di cuenta de que el videojuego estaba inspirado en una novela japonesa del género distópico, la distopía que tanto se lleva hoy en día. Es una sociedad futurista en la que el gobierno intenta asustar a su población, secuestrando cada año un autobús de estudiantes que los duerme con un gas tóxico y cuando se despiertan están en una isla desierta y el mensaje de ‘mataron los unos a otros porque solo puede quedar uno’. Es el mismo argumento de Juegos del hambre. Que el videojuego se convierta en una historia que tienen que escribir ellos, con diferentes puntos de vista, para destruir el sistema de Fornite, fue maravilloso y te lo agradecen porque ven el videojuego desde otro punto de vista.
Otra fuente de inspiración para ti, a la hora de dar clase, son las series, ¿te pones límites a la hora de llevar al aula una u otra serie?
Me lo he planteado muchas veces, si tengo que poner límite o no. Muchas veces utilizo series catalogadas para no menores de 16 años y mis alumnos son de 12 o 13. Utilizo pequeños fragmentos de una conversación para abrir un debate. Y cuando los llevo, muchas veces estas series ya las han visto en secreto o, incluso, con el consentimiento de las familias. Yo como educador lo que hago es no juzgar sino aprovechar lo que les rodea.
La ficción juvenil está tendiendo a traspasar límites como vemos en Élite o Euphoria pero, ¿crees que reflejan la adolescencia con la que tú trabajas día a día?
No, no es la realidad que se palpa. Pero es ficción y me parece muy sano enseñarles en clase que lo que ven en una serie no tiene por qué ser el reflejo de una sociedad. A los alumnos les asusta ese pensamiento. Por ejemplo, Euphoria, me parece que no refleja la realidad adolescente pero sí que trata temas interesantes como la poca educación sexual que reciben los adolescentes.
Merlí, ¿qué te pareció?
Me gusta mucho como serie y creo que da mucho juego para trabajaren clase y me parece que ha servido para situar la filosofía en el lugar que le corresponde, primera línea.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...