Día de la marmota: cinco datos que (quizá) no sabías de la película 'Atrapado en el tiempo'

Todos los años ocurre. Llega el 2 de febrero y nos acordamos de una película por la que parece que no pasa el tiempo, y nunca mejor dicho. Desde 1997, lleva celebrándose el Día de la Marmota, una tradición en la que los ciudadanos de Punxsutawney, en el estado de Pensilvania, se reúnen para ver a la marmota Phil. Según la tradición, si sale de su madriguera es que el invierno está llegando a su fin. Si por lo contrario no sale, aún tendremos que esperar un mes más para ello.

Precisamente fue ese día, el 2 de febrero, en el que Bill Murray despertaba una y otra vez a la misma hora en la película Atrapado en el tiempo. La película de Harold Ramis narra la espiral en la que se ve envuelto un hombre del tiempo que cubre el evento en Pensilvania y repite su vida una y otra vez.

Recordamos algunas curiosidades de esta película que quizá no sabías:

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LOS40 Classic

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Bill Murray no fue el primer candidato para el papel. Antes de que este fuera el elegido para protagonizar la cinta, el director contactó con Tom Hanks, que no pudo aceptar por otros compromisos profesionales, y con Michael Keaton, que lo rechazó porque no entendió el guión.

Phil vs Bill. La marmota que aparece en la película no se hizo muy amiga del actor. De hecho, le mordió varias veces durante el rodaje y tuvo hasta que vacunarse contra la rabia por precaución.

Sensación de tiempo congelado. Durante el rodaje, que no fue en Pensilvania sino en Illinois, todos los miembros de la producción pararon los relojes para tener una sensación total de que el tiempo no pasaba.

Miles de años atrapado en el tiempo. No hay constancia del tiempo que Bill Murray estuvo en un bucle temporal en la película. Durante la misma se muestran 38 versiones del día de la marmota, pero el guion incluía un periodo de 10.000 años.

Mal rollo en el rodaje. La mala relación entre el director y el actor era manifiesto., y no solo venía de que Ramis había elegido a otros actores por delante de Murray. El director quería hacer una comedia, mientras que el actor quería que la cinta fuera filosófica. Una disputa que, cuentan las malas lenguas, provocó que estuvieran 20 años sin hablarse.