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Adiós a Kirk Douglas: muere una leyenda del cine de Hollywood
El actor ha fallecido a los 103 años
Triste noticia para el mundo del cine: acaba de apagarse una de las últimas leyendas vivas de Hollywood, Kirk Douglas. Nacido en 1916 durante la Primera Guerra Mundial bajo el nombre de Issur Danielovitch Demsky, el veterano actor de Espartaco y El gran carnaval acababa de cumplir en diciembre 103 años.
La familia ha sido la encargada de informar de la muerte a la revista People: "Con tremenda tristeza, mis hermanos y yo anunciamos que Kirk Douglas nos dejó hoy a la edad de 103 años". Era padre del también veterano Michael Douglas, que ya tiene 75 años, y suegro de Catherine Zeta-Jones.
Durante su juventud, especialmente entre los años 40 y 60, Douglas fue un prototipo de la virilidad: una mirada penetrante a través de unos ojos pequeños pero intensos y una barbilla prominente con un característico hoyuelo lo convirtieron en uno de los rostros más famosos y atractivos de la industria.
No solo participó como actor en más de 92 películas, sino que dio a conocer a cineastas de la talla de Stanley Kubrick produciendo sus primeras películas. Gracias a Senderos de gloria y Espartaco, ambas producidas y protagonizadas por Douglas, el autor de 2001: Una odisea del espacio pudo desarrollar su carrera sin problemas.
Douglas tenía un carácter fuerte. A veces, incluso, era demasiado controlador e impulsivo en su trabajo. Como producía e interpretaba muchas de sus películas era habitual verle enfrascado en fuertes disputas con los directores. De hecho, fue uno de los pocos que se atrevió a despedir a un titán como Anthony Mann de un rodaje o gritarle a Kubrick, con quien acabó rompiendo su tensa relación por desavenencias creativas.
Colaboró con toda clase de cineastas míticos en la industria norteamericana. Con Billy Wilder lo hizo en la despiadada sátira periodística El gran carnaval. También se puso bajo las órdenes de Joseph L. Mankiewicz en la tragicomedia Carta a tres esposas y en el western cómico El día de los tramposos.
Rodó decenas de películas del Oeste, entre las habría que destacar Los valientes andan solos de David Miller o el descomunal Duelo al atardecer de Robert Aldrich, en el que protagonizó uno de los cara a cara más famosos del género junto a Rock Hudson. Además, fue dirigido por Howard Hawks, para muchos el mejor artesano del cine de Hollywood, en Río de sangre.
A partir de 1970 su carrera comenzó a estancarse. Participó en proyectos menores y hasta hizo incursiones en la dirección, como la fallida Pata de palo de 1973, pero nunca resurgió de sus cenizas reconvertido y su estrella se fue apagando lentamente.
Sus apariciones más notables en los setenta las hizo de la mano de Brian de Palma en La furia (1978) y dos años más tarde en la peculiar odisea de ciencia-ficción de Don Taylor El final de la cuenta atrás, centrada en el ataque a Pearl Harbour.
La última vez que lo vimos en la pantalla fue en 2005 en Illusion, un delirante drama sobre un director de cine que está al borde de la muerte. Desde entonces se retiró definitivamente de las cámas. Eso sí: lo vimos hacer apariciones esporádicas en galas de premios, como aquella mítica intervención en los Óscar de 2018, donde demostró una salud de hierro a pesar de su apreciable deterioro físico.
Kirk Douglas recibió en 1996 un Óscar de honor por su trayectoria cinematográfica. El único que se llevaría a casa, pues fue nominado en tres ocasiones pero no consiguió alzarse nunca con la estatuilla: la primera vez en 1950 por El ídolo de barro; otra en 1952 tras la brillante Cautivos del mal de Vincente Minnelli, sobre la podredumbre moral de Hollywood, y también en 1956 por encarnar a Van Gogh en El loco del pelo rojo
Una estrella incombustible que nació durante la Primera Guerra Mundial, se alistó en la marina durante la segunda, vivió como adulto bien maduro la Guerra Fría y ya tenía entrados los ochenta durante los atentados de las Torres Gemelas. 103 años que vieron a toda clase de amigos irse para siempre.
Junto a Olivia de Havilland, Douglas era una de las dos únicas estrellas de ese Hollywood primigenio que seguían con vida. La deja como la última leyenda viva, también con 103 años.