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Antonio de la Torre: “Solo me he sentido como una estrella de cine una vez en mi vida”
El actor nos habla de cómo decidió involucrarse en 'El Plan' y rememora aquella época en la que sus padres murieron y él pasó toda clase de penurias
Antonio de la Torre entra en la habitación y habla con soltura con todo el mundo. Estrecha la mano de un periodista. Se conocen. Es normal: estamos ante uno de los actores que más trabaja en España. Raro es el diario que no lo haya entrevistado tres o cuatro veces en los últimos tres años. Además, él fue periodista, y sabe tratar con los medios.
Más allá de ser uno de los artistas con más talento de nuestro país, también es una de las personas más cercanas y desenfadadas con las que me he topado. Te mira fijamente a los ojos cuando habla. Es nervioso. Se mueve de aquí para allá. Antes de arrancar la entrevista se levanta rápidamente a coger su vaso de cerveza, que se ha olvidado en otra mesa. "Ya estoy, perdón", se disculpa.
Está promocionando la película El Plan, el debut en el largometraje de ficción de un desconocido Polo Menárguez. Un cineasta al que debemos tener muy en cuenta en el futuro, porque no todos los días se firma una gran película inspirada en una obra de teatro con tan solo tres actores (los otros dos son Raúl Arévalo y Chema del Barco) y en un solo apartamento.
Buenísima pregunta. No tengo ni puta idea a nivel de análisis (risas), aunque sí a nivel de intuición. Yo fui a ver la obra porque me lo dijo Raúl [Arévalo]. Él me contó de qué trataba: tres tipos en paro, que te reías mucho y que de repente la obra te metía una hostia que te dejaba fino. Así, a lo vulgar. Te cuento todo esto porque cuando la vi tuve claro que esa fórmula podía funcionar. Ver a tres tipos que hablan de cosas, luego me río, luego me entra ternura y de repente la obra me da un sopapo y me hace comprender que la vida va en serio; todo lo que sucede es tan potente y tan divertido que creía que se podía probar en una película. Además, para mí que estuvieran Raúl y Chema fue una garantía.
Esos ejemplos son tremendos. Me llena de orgullo y satisfacción. Es como comparar el Málaga con el Madrid y el Barça. Coño, gracias.
Eso es lo interesante. A mí me interesan mucho este tipo de películas. Te pongo un ejemplo. Parásitos es una peli que vi en Berlín, en otoño. Dije: "una obra que ha ganado en Berlín, esto debe ser bueno". Y durante la primera media hora pensé que era una comedia de sábado por la tarde (risas). Exagerando, lo digo a lo bruto, ¿vale? Entonces pienso: "¿Y esto ha ganado en Cannes?". Pero luego la película empieza a girar hacia otro lugar y lo comprendes todo.
Hace veinte años, en la época del estreno de Titanic, un productor que ya murió me dijo: "Tú tienes dos historias de amor en medio de una gran tragedia. Titanic y Pearl Harbor. La una es la mayor taquilla de la historia y la otra el mayor fracaso. Por eso los bancos no invierten en el cine”. Me pareció una frase tremenda. Y este tema es muy flipante, el de la imprevisibilidad. No sabes si algo va a funcionar o no. Yo recuerdo una entrevista que hice a Emilio Martínez-Lázaro, donde le pregunté cuál era el secreto del éxito y él me respondió, con dos cojones: “No tengo ni puta idea”.
Me preguntas esto y me doy cuenta de la posición tan acomodada en la que vivo. Afortunadamente por la gente de mi entorno no recuerdo a nadie haciendo algo así. Yo sí he sentido el hambre. Mi padre murió siendo yo muy joven, cuando tenía 18 años, y mi madre cuando tenía 24. Recuerdo que en aquella época, y te estoy hablando del Pleistoceno, estaba buscando en los anuncios de color salmón para currar en el circo, o en unas reuniones de Herbalife, que son una secta. De la pura desesperación. Fue una época muy loca y en la que fui muy consciente del hambre, de su olor y el agobio que despertaba. Hay mucha gente que vive así.
Mira, yo solo me he sentido una estrella una vez en mi vida. Fue esta primavera, en Francia. Estrenaba allí El reino y La noche de 12 años. Entonces empezaron a llegar un montón de medios: Le Figaro, Liberation, Le Monde, todos los grandes franceses. Allí, en los campos Elíseos. Todos me decían lo mismo: qué buen cine hacéis, nos encanta el género, hacéis unos thrillers de puta madre, unas película que hablan tanto de la vida, etcétera. Les vi sinceramente apasionados y admirados de nuestro cine. Y entonces me di cuenta de una cosa: los españoles hemos sido muy dados a colgarnos carteles de que somos muy críticos con lo nuestro, pero creo que se trata de un sentimiento universal. El ser humano en general tiende a ensalzar lo ajeno y a infravalorar lo propio.
Me gusta mucho dirigir actores, me encanta, y aunque suene prepotente creo que se me daría muy bien. Pero se lo decía a Raúl antes y aquí puedes abrir dos puntos y comillas para el titular: "No tengo ni puta idea de cine" (risas). Quiero decir, necesitaría un buen cámara o director de fotografía que me dijera que tiene claro cómo vamos a rodarlo y que yo solo tuviese que dirigir a los actores. No me pasa como a Raúl, que tiene en la cabeza todos los departamentos y desde que lo conozco se nota que tiene un director dentro.