Natalia Jiménez (‘Masterchef Junior 4) cuenta lo dura que fue su experiencia tras el programa
En ‘Querer(te)’ lanza un mensaje contundente
“Me ha costado muchísimo decidirme a si escribir este libro o no. Pero aquí está. Es un libro SÚPER PERSONAL y cuento cosas que no he contado a prácticamente NADIE. No es un libro de cotilleos ni nada por el estilo, simplemente he aprendido un montón de cosas por unas circunstancias u otras y quería poder enseñároslas para que aprendáis vosotros también de ellas.
GRACIAS POR TODO EL APOYO QUE ME HABÉIS DADO SIEMPRE 💜 SI OS LO LEÉIS Y AYUDO A ALGUIEN CON ESTE LIBRO 📚 ME HARÍAIS MUY FELIZ”.
Con estas palabras Natalia Jiménez nos presentaba Querer(te), el libro que ha escrito sobre su experiencia tras convertirse en una de las finalistas de Masterchef Junior 4. Tenía 12 años cuando participó en el talent de cocina, un sueño con el que había insistido a sus padres hasta que pudo hacerlo realidad.
Consiguió lo que buscaba pero poco podían imaginarse ella y sus padres, las consecuencias que acarrearías esa experiencia en su vida. Ahora, tres años después, nos cuenta todo en un libro que rezuma sinceridad y sentimientos, los de una joven que lo ha pasado mal pero ha visto la luz al final del túnel.
Tras el programa
“Quiero contar toda la verdad. Toda la verdad que se esconde detrás de una pantalla, de lo que parece una sonrisa…”, explica al principio de un libro en el que asegura que fue tremendamente feliz en el concurso. Lo malo llegó después, cuando tuvo que volver a la realidad.
“Así que, mientras todos los niños de mi edad estaban en primero de la ESO, yo estaba pasándomelo genial con un montón de personas que pronto se convirtieron casi en familia. Para que os hagáis una idea, fue como salirme de mi mundo de siempre, de mi vida cotidiana, fue como entrar en un mundo paralelo, meterme en una burbuja… algo así como tomarse unas vacaciones de todo, pero tal cual, de todo”, escribe en el libro sobre el tiempo que pasó en una residencia grabando el programa.
Aquello le pilló en el cambio del colegio al instituto, un momento clave en cualquier niño por todo lo que eso conlleva. Ella llegó a las aulas cuando sus compañeros llevaban ya un par de meses de clases. “Creo que esos dos meses en los que no fui a clase fueron claves para que los niños de mi clase ‘maduraran’, se adaptaran al nuevo curso, a los nuevos compañeros y yo me quedé atrás”, explica sobre lo que pasó.
No pudo decirle a nadie que estaba grabando el programa, tenía un contrato de confidencialidad y eso, no todos supieron entenderlo. Ni siquiera cuando se emitió el programa y pudo contarlo todo.
Trastorno de la alimentación
Empezó a dejar de comer, pero no conscientemente, sino porque todo le sentaba mal. Después de muchas pruebas finalmente detectaron que su problema no tenía nada que ver con el estómago, como pensaba su padre, sino con un trastorno de alimentación: anorexia. Finalmente sus padres la llevaron al hospital donde la dijeron que si no tomaba medidas podía perder la vida.
“Entré en shock. No me lo creía. Lo más curioso es que no estaba preocupada por tener el corazón parado ni por tener un peso muy por debajo de lo normal en una persona sana. ¡Estaba preocupada porque me ingresaran en el hospital, porque mi cumpleaños era el día siguiente!”, relata sobre aquel día en el que quedó ingresada.
A partir de ahí cuenta lo duro que es vivir en esta área del hospital y lo difícil que fue para ella. “Al acabar de comer te obligaban a tumbarte en la cama y está prohibido moverse. Ni siquiera podías sentarte o levantar un poco las almohadas: totalmente prohibido. Debías tumbarte y quedarte quieta, sin realizar ni un solo movimiento”, cuenta como una de las anécdotas de lo que era su día a día.
Refleja la dureza de un tratamiento que busca que sus pacientes no recaigan y vuelvan al principio. “Durante dos años fue como vivir permanentemente con el corazón en un puño, porque si ‘la cagaba’, me ingresaban”, escribe.
En el camino
Finalmente todo empezó a arreglarse y ahora ha escrito este libro por si puede ayudar a los que están pasando por una situación parecida. “Yo quiero gritar muy alto que tenemos que ser nosotros mismos, que tenemos que ser diferentes, que, al final, lo mejor en esta vida es ser tú mismo”, lanza como mensaje.
“No sé si estoy curada o no, pero tampoco me obsesiona ni me preocupa esa idea. Lo importante es que cada vez estoy mejor conmigo misma”, reconoce. Y ha tenido el valor de contar su historia.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...