Cómo enfrentarse a un cáncer con humor y sin caer en la frivolidad

María León y Victoria Abril tienen la respuesta perfecta en 'La lista de los deseos'

Victoria Abril (i), María León (d) y Silvia Alonso (c, abajo) en una imagen promocional de 'La lista de los deseos' / Julio Vergne (DyP Comunicación)

Hay temas espinosos que por muy buena intención que tengan al tratarlos sus directores y guionistas a veces pueden caer en el ridículo o, peor aún, en la falta de respeto hacia los colectivos que pretenden visibilizar. La lista de los deseos corría el riesgo de trivializar un drama como el cáncer de mama, una enfermedad que afecta a más de dos millones de personas en todo el mundo cada año. De broma tiene poco. Cuando charlé con su director, Álvaro Díaz Lorenzo, me confesó que estuvo inquieto durante uno de los pases al que fueron miembros de asociaciones de lucha contra el cáncer. No sabía cómo iban a reaccionar y durante un momento se temió lo peor. Pero al acabar la proyección le felicitaron: la película les encantó y llegó a transmitirles muy buenas energías.

La lista de los deseos no es una cinta compleja a nivel narrativo ni técnico. Hablamos de una película sencilla y lineal que presenta una historia común: una persona es diagnosticada con una enfermedad grave y responde queriendo cumplir aquellos sueños que llevaba tanto tiempo deseando realizar. Hasta ahí es lo mismo de siempre. Pero lo que consigue Díaz Lorenzo es insuflarle naturalidad y positividad a una historia a priori trágica, todo gracias a unos personajes entrañables que se dejan querer y con los que es fácil empatizar, principalmente por el buen trabajo de sus intérpretes. El director prefiere contar una historia de esperanza y amistad sin perder el humor, a veces bastante negro, en vez de construir un melodramón devastador como el de Julio Medem en Ma Ma.

Gran parte del peso de La lista de los deseos recae sobre una brillante María León, que se come la pantalla aún cuando la comparte con una veterana como Victoria Abril. León, que interpreta a Eva, una joven veterinaria a la que acaban de diagnosticarle el temido cáncer de mama, transmite toda la emoción e incertidumbre de alguien que no sabe qué le va a pasar el día mañana. Acompañada de su mejor amiga Mar (Silvia Alonso) y de su mentora, Carmen (Victoria Abril), a quien conoce durante sus sesiones de quimioterapia, las tres mujeres se embarcan en un viaje a través de los hermosos parajes sevillanos y marroquíes para cumplir su lista de deseos: conocer Assilah, recorrer la costa en un jeep, acostarse con un danés, etc.

Nos encontramos ante una película disfrutable que trata de romper tabúes. Además de elogiar la vida y promover la esperanza cuando nos enfrentamos a un varapalo como el cáncer, revelándonos que la actitud es fundamental para superar cualquier escollo en la vida, La lista de los deseos expone a través de hábiles subtramas y personajes secundarios interesantes lecciones de feminismo, que se representa en el empoderamiento de las tres protagonistas, que se bastan y sobran ellas solas para cumplir su tarea, aún en una sociedad tan cerrada como la marroquí; de antirracismo, revelado en una hábil catarsis en la subtrama del profesor de surf negro (Boré Buiká) del que se enamora Eva; y, finalmente, la importancia de la familia, donde Paco Tous juega un papel medular como el padre del que Eva renegó hace décadas y con el que ahora quiere recuperar la relación.

Reímos y lloramos con los personajes de La lista de los deseos porque son profundamente humanos y reaccionan con naturalidad ante la adversidad. Álvaro Díaz Lorenzo no trivializa el cáncer, sino que refleja la vida con comedia y drama, risas y llantos, y lo hace de fórma hábil y respetuosa. Y lo dice alguien que conoce lo que es perder a un ser querido por una enfermedad tan puñetera.