‘365 días’ o cómo intentar hacer del abuso y las relaciones tóxicas una película romántica
Es uno de los últimos éxitos de Netflix
Llevaba varias semanas viendo 365 días (365 DNA es el título original) en el Top 10 de Netflix España. Durante muchos días, incluso, fue lo más visto de la plataforma, así que busqué un poco de información sobre este nuevo éxito que, sin ser un título original de Netflix, estaba llamando especialmente la atención de los suscriptores.
En redes y varios medios de comunicación se referían a esta película como la nueva Cincuenta sombras de Grey. De hecho, la vendían mejor, pues muchos señalaban que la parte erótica era menos recatada de lo que lo fue la exitosa trilogía protagonizada por Dakota Johnson y Jamie Dornan.
En 365 días, el sexo es más excitante. Es, quizás, lo que debería haber sido Cincuenta sombras de Grey. Sin embargo, detrás de toda esa testosterona la película tiene un problema de base bastante serio.
El punto de partida es lo más absurdo que he visto en mucho tiempo: un joven mafioso encierra en su lujoso palacete a una polaca con la que está obsesionado y le da 365 días para enamorarse de él. Hasta que eso pasa, porque oh, spoiler, la chica al final termina con un síndrome de Estocolmo de narices, el italiano (que evidentemente está más bueno que el pan) controla cada paso de la protagonista, ejerce violencia sobre ella, la acosa sexualmente y le dice cuándo tiene que comer y cómo tiene que vestir.
Lo que pasa es que, oh, sorpresa, Laura (he tenido que volver a buscar el nombre del personaje) es indomable por naturaleza y ve normal que un mafioso la haya dado de plazo un año para que beba los vientos por él. Cuando esto pasa, a los dos meses de su peculiar confinamiento, se dan el gusto de hacer varias sesiones sexuales que, aunque son más ambiciosas que las de 50 sombras, pierden todo el erotismo por el mensaje tan perturbador que hay detrás de la película y que puede confundir a los espectadores más "vulnerables".
Cuando era adolescente fantaseaba con tener una historia como las que veía en las comedias románticas los fines de semana. También esperaba que el sexo fuera como el porno que veía por aquel entonces. Pero en la vida real no hay romances perfectos ni el sexo es (menos mal) como el cine para adultos.
En este caso, el amor que defiende la película de Netflix, por muy inverosímil que sea, manda un mensaje equivocado a los más jóvenes, porque lo que pasa entre Massimo y Laura en 365 días, por muy guapos que sean los dos y se pasen el día follando en una mansión o en un yate, no representa una relación de amor sana, ni siquiera tóxica. Va más allá y hace que muchos seguramente fantaseen con una relación que se construye sobre el abuso, la posesión y el peor de los machismos.
Por eso, si de entre todo el catálogo de Netflix decides ver 365 días porque te apetece deleitarte con algunas escenas subiditas de tono, adelante. La película es mala, pero es entendible que de vez en cuando apetezca alegrarse la vista. Ahora bien, los que soñáis con tener una historia de película y mucha adrenalina en vuestras relaciones sabed que lo que hay entre Massimo y Laura, afortunadamente, no pasa en la vida real y si se acerca lo más mínimo a la realidad no es el tipo de historia que hay que vivir, porque del abuso y las relaciones tóxicas no sale nada bueno, y menos una película romántica.
Adriano Moreno
Periodista de LOS40 y escritor. Me gustaría vivir en la película ‘Chicas malas’ y Russell Tovey lleva...