Luces y sombras en el Capcom Home Arcade.
El dispositivo ‘retro’ más caro del mercado.
Llevamos una larga temporada recibiendo homenajes al pasado en forma de consolas ‘mini’; máquinas idénticas a las originales listas para jugar, cargadas con pequeños catálogos de juegos representativos en su interior. Pero hay juegos del pasado que no tienen ‘consola’ para replicar, porque sólo los encontrábamos en los salones recreativos.
Es el caso del catálogo de Capcom y sus placas arcade CPS y CPS-2, madres de juegos de vital importancia para nuestras infancias como Final Fight, Street Fighter o Captain Commando. Pese a que muchos de ellos tienen conversiones para consola, la verdadera experiencia Arcade sólo puede conseguirse a través de los juegos originales y usando el “aparataje” correspondiente.
Para ello se ha creado el Capcom Home Arcade, una pieza que pretende dar lo suficiente para suplir este vacío nostálgico pero que no sólo aporta soluciones.
Capcom Home Arcade es un ‘stick arcade’ doble construido en una sola pieza que sigue la forma del logotipo de Capcom, un diseño muy raro para un stick arcade y que tiene aciertos y problemas a partes iguales.
El mayor acierto de este aparato reside en la elección de los materiales de fabricación. El Capcom Home Arcade tiene partes originales de SANWA (el principal fabricante de palancas y botones del planeta), lo que hace que la sensación al mover la palanca o pulsar los botones sea robusta y legítima.
Los problemas empiezan a la hora de ‘preparar la partida’. Tenemos la posibilidad de jugar con él en nuestro regazo, en cuyo caso no debe pasar por alta la incomodidad de jugar bien apretaditos con los compañeros (que es como tendremos que estar para tener el mando a nuestro alcance si somos dos jugadores) o bien situarlo en una mesa supletoria frente al televisor, con el correspondiente dolor de espalda que acarreará.
El principal problema en el uso de este stick, sin embargo, es la falta de espacio para reposar la mano y la imposibilidad de cambiar los controles. La gran mayoría de juegos incluidos en el stick usa sólo dos botones (tres, a lo sumo) y por defecto son siempre dos (o tres) de los botones de la fila inferior, por lo que la mano no encuentra un lugar en el que descansar y acaba adoptando una posición de águila agarrotada excesivamente incómoda para jugar.
También resulta triste la elección del puerto micro-usb para la alimentación (teniendo el conector USB-C ya establecido como estándar) y la enorme latencia de la imagen via HDMI, muy notable cuando encendemos el aparato.
Hasta la revisión 1.4 (la última actualización del stick) no se ha implementado forma de cambiar los botones para el control de los juegos y no parece estar previsto para futuras revisiones.
Por supuesto, los juegos funcionan por emulación y, pese a no tener problemas serios a nivel de imagen (más allá de un retardo enorme que ha sido parcialmente subsanado), hay problemas de perdida de sonido súbita en las partidas todavía por resolver; además de impertinencias en el menú como la obligación de ‘resetear’ la máquina para cambiar de juego (con los 20 segunditos de logos que ello implica cada vez).
Luego llegamos al apartado del ‘valor’ verdadero de este stick. Cierto es que sumple con las partes utilizadas y que simplemente lamentamos los serios problemas de diseño por la incomodidad que presentan para su uso; pero no debemos olvidar que el precio original del Capcom Home Arcade es de 230 euros y que la selección está limitada a una selección de 16 clásicos de Capcom.
No sabemos bajo que presión ha sido realizada la selección de juegos, pero queda lejos de ser la más representativa de Capcom. No faltan clásicos como Final Fight, Ghouls’n’Ghosts o Captain Commando, y sorprende la inclusión de ProGear o Aliens VS Predator (ambos nunca publicados para sistema doméstico); pero hay títulos como Megaman The Power Battle o Capcom Sports Club cuya elección resulta (cuanto menos) cuestionable; así como la elección de la versión ‘Hyper Fighting’ de Street Fighter o el primer Darkstalkers, que tienen entregas mucho más completas si sólo ha de entrar una al catálogo.
En cualquier caso, ‘16 juegos’ resulta una selección muy vaga y poco adecuada para hacer frente a los 230 euros que cuesta el stick (pese a que empiezan a verse bajadas de precio sustanciales ya). Desconocemos si existe la intención de ampliar la librería, pero resultaría difícil de concebir en el mundo en el que vivimos.
Luces y sombras en este homenaje a Capcom, que no sale al mercado de la mano de la compañía japonesa (sino de una distribuidora europea) y que en ocasiones se percibe más como una maniobra para sacar dinero que como un guiño a los jugadores para recuperar una experiencia inolvidable del pasado.