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‘Color out of Space’: el brillante viaje psicodélico de Nicolas Cage
La película, inspirada en una de las novelas más admiradas de H.P. Lovecraft, se estrenará en cines este viernes
Si H.P. Lovecraft levantara cabeza se quedaría atónito por la evolución que ha experimentado Color out of Space. Hablamos de una de esas historias inadaptables, complejas, extremas, que entroncan directamente con lo desconocido, con las energías etéreas multidimensionales que rigen este (y otros) mundos. Adaptarla no es una tarea sencilla. De hecho, David Keith trató de llevarla a la gran pantalla en 1987 con Granja maldita y el resultado fue más que mejorable. Pero el cineasta Richard Stanley, quien lleva prácticamente inactivo desde El demonio del desierto y Hardware, programado para matar, ha querido coger el toro por los cuernos y volver a intentarlo.
Sin desvelar detalles de la trama, os adelanto que Color out of Space es una película rara, atípica. El tema que trata lo merece: un meteorito cae en el jardín de la casita rural en la que viven los cinco integrantes de la familia Gardner. El pedrusco provoca una sobrecarga energética, produce colores nunca antes captados por el ojo humano y convierte a las criaturas que tiene a su alrededor en entes sobrenaturales deformes, consiguiendo a veces una suerte de truculenta simbiosis anatómica de especies como la que padecieron los pobres chuchos de La Cosa de John Carpenter.
Y ahí comienza la enajenación y el frenesí: todos empiezan a tener visiones, a comportarse de forma muy extraña. La energía extradimensional que traía consigo el meteorito afecta a la mente de los protagonistas como lo hacía el planeta Solaris en la novela de Stanislaw Lem. Ven lo que no quieren. Lo que no deben. Lo imposible. Acceden a otros mundos que los dejan absortos, atolondrados, desquiciados, pero siempre de manera individual, construyendo un muro infranquable entre unos y otros, una falta de comunicación que ya se revelaba como un mal endémico de la familia antes incluso de que ocurriera nada.
Color out of Space es un tripi psicodélico que entremezcla comedia, terror y ciencia-ficción, tres géneros que Richard Stanley maneja hábilmente sin salirse de tono. La película se toma su tiempo para presentar a los personajes, que ya de por sí son algo excéntricos, adentrándose en su forma de pensar, comportamiento y relaciones familiares; los humaniza. Otras películas de terror recientes, como Voces, nos meten en la pesadilla a cascoporro, pero Color out of Space le dedica casi cuarenta minutos a sus protagonistas, que consiguen nuestra empatía.
Nicolas Cage, protagonista absoluto a la par con la excelente Madeleine Arthur, despliega toda su sobriedad interpretativa al principio para después estallar con esos brotes histriónicos que tanto nos divierten. La paz se convierte en tormenta, y Stanley encadena dosis de terror con algunas pinceladas humor estrafalario (por ejemplo, el ordeñado de alpacas o el reportaje del noticiario) sin desdeñar en ningún momento una fotografía deslumbrante, propia de un cuento de hadas maligno, donde los escenarios se despliegan como tableu vivants que no podemos dejar de mirar por su belleza ni dejar de temer por los horrores que albergan.
Una película enigmática cuya trama va in crescendo, como la Madre de Aronofsky: nos atrapa desde el inicio con sus colores y personajes y poco a poco va revelando los misterios de una historia compleja que muchas veces tiene más de místico que de terrorífico. Es tan surrealista e impredecible como divertida y aterradora. Merece la pena aunque sea solo por no parar de preguntarnos una y otra vez: "¿Qué demonios está pasando aquí?".
Estreno en cines: 7 de agosto de 2020.