Especial
Mario Casas: “Ángel es la maldad personificada. Es veneno y está podrido por dentro”
El actor, protagonista de 'El practicante', nos da las claves de un perfil psicopático y nos explica cómo se ha sentido al encarnar a un maltratador celoso y posesivo
Algunos lo consideran el Paul Newman español: joven y con un futuro de Goya. Otros, un actor que vende más por los seguidores que consiguió con sus papeles juveniles. Lo cierto es que Mario Casas ha hecho de todo y no le dice que no a nada. Con sus luces y sombras, se ha convertido en el actor más reclamado y polifacético –con perdón de Antonio de la Torre y Luis Tosar– del cine español. Si le interesa un papel, se lanza. Un día nos entrega un dramón adolescente como 3 metros sobre el cielo y otro cintas tan interesantes y diferentes como Mula o El fotógrafo de Mauthausen. Es imprevisible. Robert Pattinson también lo fue y ahora acaba de reconquistar Hollywood.
Sin embargo, en la última trayectoria profesional de Casas sí que le hemos visto seguir un patrón: el thriller. Tan solo en 2020 ha estrenado o va a estrenar Hogar, No matarás, la serie El inocente y la película que presenta en este momento: El practicante. Pero antes ya llevaba a sus espaldas Adiós, Contratiempo y Toro. ¿Estamos ante un nuevo Mario Casas? Es difícil saberlo. Lo que tenemos claro es que sus últimos papeles se diferencian de manera abismal de aquellos otros que lo lanzaron al estrellato: el becario Aitor en Los hombres de Paco, Javi en SMS, sin miedo a soñar, Tony en Mentiras y gordas y H. en 3 metros sobre el cielo.
Precisamente la nueva película que presenta para Netflix, El practicante, es algo nunca visto en la trayectoria profesional de Casas. En ella encarna a Ángel, un psicópata maltratador que se queda en silla de ruedas tras un accidente de tráfico. Esta situación sirve como detonante de su frustración y ansias de control sobre su novia. Lo que antes estaba latente ahora es una obsesión enfermiza. Se trata de un hombre gélido, sin sentimientos, enfermo y degenerado que se convierte en el personaje más abyecto al que jamás haya interpretado el actor.
En esta película interpretas a un personaje que es a la vez un maltratador y un psicópata. ¿Cómo te preparas para un papel así?
Cuando me llega el guion lo acepto y empiezo a trabajar con el director, Carles Torras. Lo que hicimos fue contactar con un psiquiatra al que yo conocía y que sabía que había trabajado con gente con este tipo de patrones y conductas con rasgos psicopáticos. Le pasé el guion, hablé con él, me dio todos los puntos que debían cumplir este tipo de individuos –cómo actúan, qué patrones y conductas tienen, cómo se comportan en la sociedad– y partí del realismo, de hacerlo de una manera lo más real posible. Quería conseguir que pudiera parecer tu vecino, un familiar o un amigo. Cuando se queda en la silla de ruedas la peli se convierte en un thriller psicológico, pero al principio es diferente: para mí era importante crear un personaje de verdad, alguien que realmente está perturbado y tiene un trastorno antisocial de la personalidad. Me ceñí a la verdad, a cómo son estos seres en la realidad.
¿Cómo se comporta de verdad un psicópata?
Nosotros queríamos construir a un psicópata desde el principio para tener claro qué queríamos contar y controlar sus matices. Hay muchas teorías sobre la psicopatía porque se abren muchas ventanas dentro de los rasgos psicopáticos: no es lo mismo un sociópata que alguien con un narcisismo extremo. El psicópata supuestamente nace siendo así y desde que es niño aprende a engañar a los demás porque no siente ni tiene emociones. Aprende a fingirlas y a parecer normal dentro de la sociedad, lo que los hace mucho más inteligentes, fríos y calculadores e ir un segundo por delante de la gente que sí tiene emociones y empatiza.
Toda esa idea está latente en la primera parte de la película, pero al final acaba estallando. ¿Dónde está el punto de inflexión?
Como muy bien dices siempre está latente ese hombre manipulador y maltratador, ese vampiro que puede llegar a ser el personaje. Al principio no le ha pasado nada traumático en su vida, que sería el tipo de cosas que suelen agravar una psicosis, pero cuando tiene el accidente y se queda en silla de ruedas es cuando su novia empieza a alejarse y él cree que le está siendo infiel. Ahí todo se agrava y él se vuelve loco. No puede controlar su vida, y el problema de los psicópatas es que ellos quieren controlarlo absolutamente todo. Pero desde el segundo uno es el mismo personaje, solo que al principio está latente y después es explícito.
Teniendo en cuenta todos los papeles que has hecho antes, este cambio de registro es gigantesco. ¿Te has sentido cómodo con ello?
Sobre todo lo que me gusta es que he tocado un género que desconocía y además con un tono perturbador e interpretando al malo de la película. A partir de ahí todo lo que he hecho ha sido un aprendizaje constante. Apartando lo que es lo físico, que en un primer momento es lo que más llama la atención, preparar la psicología del personaje era complejo: estamos ante alguien que no empatiza y no tiene emociones. A mí como actor me gusta trabajar desde la verdad, desde las tripas y el corazón y sacar esa emoción para fuera, pero en este caso había que contenerla porque no existe. Esto era un ejercicio de intentar transmitir pero a la vez no, como de transmitir sin emociones. Una cosa peculiar que creo que hemos conseguido. Estoy orgulloso porque Carles Torras ha conseguido sacar un gran personaje.
¿Cómo encaja una película como El Practicante en una época en la que el movimiento feminista está tan presente en el día a día?
Es algo complicado de explicar y analizar, especialmente por la situación en la que estamos. Ángel es la maldad personificada. Aunque al final la película se eleva a un lugar más de género, el principio es mucho más psicológico y algunas personas me llegaron a decir que se habían sentido identificadas con la situación que tienen Ángel y Vane en casa y que lo habían vivido tal cual. Ojalá que si alguien ve la película y ve algo relacionado con esta relación tóxica se de cuenta de la situación que está viviendo. Porque tener un demonio así al lado es terrible. Ángel es lo peor que existe. Él es veneno. Un vampiro. Y está completamente podrido por dentro.
Últimamente has trabajado mucho para Netflix y la mayoría de esos proyectos mezclan drama y thriller. ¿Cómo te ves en esta etapa? ¿Estás cómodo en el género o quieres ir probando nuevas cosas en el futuro?
Todo se está dando de una manera intuitiva. No estoy en casa pensando si quiero hacer cinco thriller y dos comedias. Qué va. Me han llegado los guiones, me han llegado estos personajes que me han atrapado y ojalá me venga mañana una comedia, un drama romántico o una película de autor pequeña. Al final yo estoy abierto a interpretar y a hacer cosas distintas. Estos últimos años es cierto que el thriller me ha atrapado, pero también por los personajes e historias que había detrás. En mi carrera he intentado hacer de todo y es lo que seguiré haciendo.
¿No temes que puedan encasillarte?
No, no, qué va. Yo a lo que tengo miedo es a quedarme sin trabajo (risas). Después, el miedo a componer o el miedo a coger una película porque sea de uno u otro tono; eso no me da miedo. Yo lo digo muchas veces: he hecho 3 metros sobre el cielo, he hecho la segunda parte, Tengo ganas de ti, y si hubiese una tercera parte me encantaría hacerla. U otra película como Palmeras en la Nieve. Hace tiempo que no hago un drama romántico o épico y a mí me encantan porque llegan a mucho público. Esos géneros funcionan muy bien en el cine. Me gusta llevar a la gente al cine y contar historias que se que la gente disfrutará. Eso es lo que cualquier director o actor es lo que quiere; por eso trabajamos en esto: para contar historias y llegar a las personas.
El practicante se estrenará en Netflix el 16 de septiembre de 2020.