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Los 45 años de ‘Wish You Were Here’, la crítica a la industria musical de Pink Floyd
Fue el último gran período creativo en el que funcionaron como cuarteto, antes de que llegaran las tensiones y las luchas de ego
Pink Floyd lanzó su noveno álbum, Wish You Were Here, el 12 de septiembre de 1975. Tenía mucho que superar: su LP anterior, Dark Side Of The Moon, fue un auténtico fenómeno de ventas en todo el mundo y se ha instalado en la memoria colectiva como uno de los discos más importantes de la historia.
La banda se encontraba en su máximo apogeo creativo, pero pronto llegaron los problemas, el ambiente de fama y descontrol al que llegaron hacían tambalear los cimientos del grupo. Así lo recordaba David Gilmour en declaraciones recogidas por Far Out Magazine: "Debo decir que fue un periodo muy difícil [...] cuando todos tus sueños de la niñez se hacen realidad y consigues tener el álbum mejor vendido a nivel mundial y debes afrontar todo lo que eso conlleva", asegura. Había días, como decía el ingeniero Brian Humphries en los que simplemente se reunían para jugar, beber y pasar el rato.
Las cinco canciones que conforman el álbum fueron compuestas por Roger Waters, aunque en algunas comparte créditos con los demás integrantes de la banda por sus colaboraciones.
La cara uno del álbum está ocupada principalmente de la inmensa epopeya de 13 minutos Shine On You Crazy Diamond (Partes I - V), una pista especialmente conmovedora. La canción trata sobre Syd Barrett, el líder original y compositor principal de Pink Floyd, que dejó el grupo en 1968 después de que su salud mental y física se deterioraran por el abuso de las drogas. Roger Waters afirmó que la guitarra de cuatro notas de David Gilmour resumía una "especie de indefinible e inevitable melancolía sobre la desaparición de Syd".
Otras canciones del álbum trataban sobre la industria de la música, que se había comido a Pink Floyd desde su éxito a principios de los 70: Welcome To The Machine y Have A Cigar. Este último incluye la frase "Oh, por cierto, ¿cuál es Pink?", que fue una pregunta tonta de los ejecutivos de las compañías discográficas que pensaban que Pink Floyd era el nombre de un intérprete.
Pero fue la canción principal, Wish You Were Here, la que más impresionó y demostró la creatividad de la banda. El tema comienza con el sonido de una radio que se aleja de la pista anterior (Have A Cigar), a través de la Cuarta Sinfonía de Tchaikovsky y luego ya esuchamos a Dave Gilmour tocando la delicada introducción de la guitarra acústica. "Todo está destinado a sonar como si la primera pista fuera absorbida por la radio, con una persona sentada en la habitación tocando la guitarra junto con la radio", explicó Gilmour.
La canción en sí salió fácilmente, como recordaba en una entrevista en 2017: "Toqué algunos acordes y escribí la canción muy muy rápido, según recuerdo. Probablemente en una hora. Fue uno de esos momentos felices en los que la corriente de la conciencia funciona y las palabras salen".
Las letras del álbum crean una amplia crítica a la industria de la música en general y a los excesos de la fama y el dinero, siempre en detrimento del espíritu artístico y la inspiración. Con estos conceptos en mente, el artista Storm Thorgerson dio a Pink Floyd su sello visual extraño y atrayente con la portada del disco. En ella podemos ver a dos hombres trajeados dándose la mano, y uno de ellos está envuelto en llamas. En la contraportada del disco se ve igualmente a un tipo de traje pero sin rostro y sin extremidades, con un disco de vinilo en su mano derecha. Thorgerson decía que estaba "vendiendo su alma".
Lo que sucedió después del lanzamiento de este álbum es historia. Se calcula que ha vendido más 13 millones de copias en todo el mundo. Es uno de los iconos del rock progresivo a nivel mundial y uno de los más importantes de todos los tiempos.
Daniel Garrán
Jefe de producto de LOS40 Classic