Greenland: la película apocalíptica que sí necesitamos en tiempos de pandemia
Gerard Butler vuelve a la gran pantalla con una cinta sobre catástrofes a lo '2012' o 'El día de mañana'... pero mucho mejor
Greenland es una película necesaria en tiempos de pandemia. Primero porque es de las pocas que puede atraer a un público variopinto a una sala en un momento en el que los exhibidores están de capa caída por culpa del maldito coronavirus. Un chute comercial de estas características puede salvarles el mes. En segundo lugar, porque en una etapa de sufrimiento e incertidumbre como la que vivimos siempre es bueno ver que, después de todo, podríamos estar mucho, mucho peor.
Greenland utiliza el mismo formato que ya usó Roland Emmerich en obras apocalípticas como 2012 o El día de mañana, solo que en este caso el director Ric Roman Waugh ha preferido dejar las chorradas aniquilatorias con tsunamis masivos y terremotos imposibles y ha optado por un clásico: el "meteorito mataplanetas" que viene a impactar contra la Tierra y aniquilar al 95% de la población. El Gobierno –yankee, por supuesto– sabe que la destrucción es inminente y decide hacer un sorteo entre los ciudadanos con alta cualificación –médicos, arquitectos, científicos– y enviar a los escogidos a unos hangares especiales construidos en Groenlandia (Greenland en inglés) durante la Guerra Fría.
Al contrario de lo que podríamos esperar, el protagonista, John Garrity (Gerard Butler), es uno de los escogidos para ir a uno de los refugios atómicos. Pero el caos y la tensión del momento provocan que él y su mujer, Ali (Morena Baccarin), se olviden las medicinas de su hijo diabético (Roger Dale Floyd) y se arme la de Dios. Pierden el avión que les llevará a Groenlandia, se separan durante los disturbios sociales que reclaman que se salve a todo el mundo y hasta se encuentran con algunos ciudadanos desesperados que tratan de quitarles las pulseras, los carnés de identidad, los móviles donde tienen el código QR identificativo y hasta al niño para hacerse pasar por "los escogidos".
No vamos a engañar a nadie: Greenland no es una película apocalíptica original. Todos los clichés del género que ya presentaron Armageddon, Deep Impact, La guerra de los mundos o El efecto dominó están también aquí. Lo sorprendente es que funcionan tan bien o mejor que en sus predecesoras. La razón es que otros títulos se centran demasiado en la acción y los efectos especiales y aquí se apuesta más por el arquetipo familiar y el drama humano. Las explosiones, los meteoritos y los increíbles efectos visuales no son los protagonistas, sino un complemento para hacer más humano el sufrimiento de los Garrity, una familia rota que, curiosamente, trata de recomponerse cuando el mundo se va a pique.
Por supuesto que el filme juega en innumerables secuencias con el concepto de "salvarse en el último instante", pero lo hace después de presentar escenas de un realismo estremecedor. No se me ocurre un apocalipsis tan verdadero y posible como el de Greenland: un fenómeno espacial que viene a amenazarnos, una revolución social marcada por la brecha de clases, un gobierno que trata de ocultarnos los datos reales para "que no cunda el pánico" y, en consecuencia, el caos absoluto. Sin héroes ni misiones especiales imposibles. Débiles y frágiles ante una amenaza que no podemos controlar.
- Lo mejor: sus efectos especiales y el carisma de sus protagonistas, Gerard Butler y Morena Baccarin. También su dimensión dramática y el retrato familiar.
- Lo peor: vive de los clichés y realmente no aporta nada nuevo al cine de catástrofes. Se limita a funcionar como un buen producto de acción y, por tanto, parece algo anacrónica.