Emma Suárez: “Es terrible estar en un hospital y no poder recibir una caricia o un abrazo”
La actriz presenta la película 'Una ventana al mar', el drama sobre los últimos días de vida de una mujer con cáncer de colon
Cuando Miguel Ángel Jiménez llamó a Emma Suárez para pedirle que fuera la protagonista de Una ventana al mar, ella sabía que tenía entre manos un reto. Al fin y al cabo, la historia de María, una mujer madura que se enfrenta a un cáncer de colon en fase IV y viaja a la isla de Nysiros, en Grecia, para pasar sus últimos días de vida, está inspirada –con ciertas licencias– en la tragedia real que padeció la madre del director.
"Lo primero que sentí fue un profundo agradecimiento", explica la actriz, ganadora de tres premios Goya (el último en 2016 por protagonizar Julieta), "pero también sabía que tenía la gran responsabilidad de corresponder con honestidad al guion que Miguel Ángel había escrito. Intuía que debía ser tan honesta como él lo había sido al desarrollar la historia, y pensé que mi acercamiento tendría que ser muy sincero. Debía interpretarlo desde la verdad".
Estamos ante una de las actrices más brillantes de nuestro país; una artista capaz de transmitir toda la complejidad psicológica de un personaje con tan solo un tenue tono de voz o una sutil mirada frágil. Sobre sus hombros recayó todo el peso de la película, y el retrato que ha conseguido de esa mujer inerme que busca una última experiencia vital antes de partir es demoledor.
¿Qué se siente, como actriz, al meterse en el papel de una persona a la que le quedan pocos días de vida? ¿Cómo se siente mirar hacia ese abismo y cómo te afecta emocionalmente?
Para mí ha sido una oportunidad interpretar un personaje precioso como María e implicarme en un proyecto tan personal. Hay un guion cargado de imágenes y momentos conmovedores que forman parte de su memoria personal. Cuando llegamos a la isla yo le pedí a Miguel Ángel que me diera alguna indicación y él me sugirió que alquilase una moto y me diese un paseo por la isla, igual que hace María. De esa manera fui entrando sutilmente en la intimidad del personaje y relacionándome con la isla, provocando dentro de mí una reflexión sobre el sentido de la vida y de nuestra existencia. Por supuesto, sin entrar en temas filosóficos, porque la película es muy sencilla y no cae en intelectualidades, pero sí tratando de respirar el aroma y el tono de la película y planteándome lo que para uno puede significar saber que le quedan pocos días de vida. El tiempo cobra gran importancia en el momento en el que sabes que te queda poco para irte. Un baño en el mar, un paseo por la playa, acariciar la tierra; todo eso, rodeada de la naturaleza y el paisaje, cobraba una intensidad increíble.
El otro día te entrevistaron en La Resistencia y dijiste que Una ventana al mar es una película que da lugar a la esperanza, pero también es una cinta muy asfixiante que se recrea en el drama de María. ¿Cuál crees que es el mensaje real que podemos extraer?
Yo creo que es un himno a la vida. Es una película esperanzadora en la que el personaje de María es una mujer apocada, discreta, que ha permanecido escondida; una mujer que se ha refugiado en las lecturas, en sus ensoñaciones, y que a raíz de una noticia demoledora, en vez de caer en la depresión, la tristeza o la melancolía, le da la vuelta a la historia. Ella hace un viaje que se convierte en una travesía luminosa donde se encuentra con un personaje como el de Stefanos, al que interpreta Akilas Karazisis, que está dispuesto a abrazarla.
¿Pero ella era así de solitaria desde siempre? La conocemos en un punto de su vida en la que recibe esta noticia, pero se intuye que es un poco retraída
Es una mujer adulta que tiene un hijo y en esa edad vive sola aunque tiene a sus amigas. Intuimos que este no es el primer viaje que hace. Yo creo que es una persona introvertida, tímida, alguien que ha vivido con miedo su vida, que no se ha atrevido. Pero en ese momento hay algo que te fuerza a ser valiente. Ella mismo lo dice: "me cago de miedo y no me he atrevido a hacer las cosas que me hubiese gustado hacer", y entonces paradójicamente la enfermedad le abre canales para desinhibirse y no perder más el tiempo. Sin embargo, al decir que es solitaria podría parecer una mujer rara, pero es justo todo lo contrario: una persona normal, algo anodina, alguien que te encuentras por la calle fácilmente. Lo que sí es cierto es que muchas mujeres se encuentran solas, y no es que sean solitarias, sino que en esa edad en la que ya has cuidado a los hijos y eres adulta te sientes sola.
A mí hay una cosa que me fascina y es cómo ese romance entre Stefanos y María es muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en cine. No es esta relación llena de explosión sexual y atracción con excesos, sino que es algo más maduro. ¿Stefanos y María se quieren realmente o se necesitan?
Experimentan un amor más adulto. Los dos están en un momento en el que cada uno arrastra su mochila y tiene sus cicatrices. Ellos se encuentran y no tienen la necesidad de disimular nada ni de guardar secretos. Lo que necesitan es un abrazo; dar al otro. Y es en esa generosidad donde se complementan. Ninguno de los dos está esperando nada de nadie y esta relación es lo que menos se podrían imaginar. Yo creo que sí se enamoran. Más allá de la necesidad y del cuidado. Porque obviamente cuando amas a alguien necesitas a esa persona, pero en este caso no es una necesidad egoísta, sino la necesidad generosa de la compañía del otro.
Stefanos es un hombre muy diferente al que nos suelen mostrar los arquetipos románticos...
A mí me gusta mucho cómo la película muestra a este personaje masculino: un hombre descuidado, no el típico prototipo del galán guaperas de las pelis. Es un hombre muy real. En ese sentido es como María.
¿Qué crees que aprenden Stefanos y María el uno del otro?
Yo creo que se descubren a ellos mismos a través de ese amor. Descubren un sentimiento de estar en calma. Estar en paz. De estar acompañado de alguien en quien confías. Encontrarte con personas así te hace la vida más agradable, especialmente en la situación en la que están Stefanos y María.
¿Habría sido posible esta relación sin el cáncer de María?
Me gustaría pensar que sí. No creo que sea una relación que surja a raíz de la enfermedad de María, porque al principio ella le oculta la enfermedad y, sin embargo, accede a estar con él y a dar un paseo. En se momento ya existe alguna mirada, como cuando están en aquella playa a la que van a pescar y él le invita a comer un erizo. Entonces ella empieza a pensar que ese tipo tranquilo y amable es más interesante de lo que parece. No, no creo que la enfermedad justifique la relación.
¿Cómo habría sido el drama de María en medio de la pandemia?
Ufff, qué horror. Madre mía. Pues hombre... La verdad es que es horrible. ¿Cómo habría sido? Imagino que María en una situación así... hubiera sido duro, doloroso, algo mucho más oscuro y terrible. Muchas personas han vivido o están viviendo algo parecido. Hay mucha soledad. Porque además padecemos una enfermedad [el coronavirus] en la que no puedes abrazar a nadie. Eso me descoloca muchísimo porque cuando uno está enfermo tiene más necesidad de afecto, de atención y de cariño. Es terrible estar en un hospital y no poder recibir una caricia o un abrazo.
Una ventana al mar es el prototipo de película independiente, pequeñita, que desgraciadamente pasa desapercibida para el gran público. Tú, que eres una actriz que ha trabajo con Almodóvar, con Julio Medem, con Pilar Miró, que ha estado en algunas de las grandes películas de nuestro cine; tú que has trabajo con todos estos grandes directores también combinas esos trabajos con películas un poco más pequeñitas. ¿Qué es lo que te atrae principalmente de un proyecto?
Lo primero que llega a mis manos es el guion. Es lo que me seduce. Después de haber leído una buena historia que me haya gustado siento la necesidad de conocer al director, si no lo conozco ya, y a raíz de ahí comienza el trabajo. Lo principal es el guion.
¿Algún papel deseado, anhelado, que aún no hayas hecho?
Nunca me he planteado qué personajes en concreto me gustaría interpretar. Siempre he sido fiel a la edad en la que estoy y en aportar lo que yo soy a los personajes que interpreto. En el caso de María estamos ante un personaje que se queda contigo y te ofrece la posibilidad de descubrir dentro de ti territorios que estaban dormidos. Por lo demás, creo que los actores que interpretan personajes clásicos del teatro siempren aprenden algo de sus papeles. Los textos de Chéjov... sus personajes nunca los acabas, están llenos de psicología, son seres y personas que invitan a la reflexión sobre lo que es el ser humano. Para mí ser actriz es un oficio de conocimiento del ser humano.
¿Crees que este tipo de cine independiente tiene los días contados? ¿Va a tener que reinventarse, por ejemplo, formando parte del engranaje de las plataformas de cine? ¿Cómo lo veis desde dentro de la industria?
Bueno, uno tiene necesidad de hacer cine, de contar historias, y las películas más pequeñas surgen de esa necesidad. Están hechas con el coraazón y es inevitable rodarlas. Es como frustrar una parte de ti, amputar algo: un deseo. Para mí lo importante es que las películas se hagan para compartir, para que el público vaya al cine. Este tipo de cine no tiene una gran estructura de producción ni de marketing y promoción; depende mucho de nuestro esfuerzo. Por eso yo estoy muy entregada con Una ventana al mar y trato de defenderla y apoyarla todo lo que puedo. Lo ideal es que el cine se estrene en salas y las películas permanezcan allí el mayor tiempo posible. El recorrido... lo ideal es que se pueda combinar cine y plataformas: ese es lo habitual. Ahora mismo el consumo se hace mucho a través de plataformas. Yo misma las uso, y me parece estupendo que exista esa posibilidad, pero yo prefiero ver una película que se acaba de estrenar en una sala. Las plataformas dan mucho trabajo, pero no me gustaría que se cerraran las salas y que muriera la posibilidad de ir al cine.
¿Cómo estáis viviendo tú y tu gremio la irrupción del coronavirus?
Nosotros mismos debíamos haber estrenado Una ventana al mar en abril, y pasamos momentos muy difíciles pensando que cabía la posibilidad de que no se estrenara. Se canceló el estreno en ese mismo mes. Teníamos festivales a los que iba a ir la película: Miami, Estambul, en fin, muchos viajes programados que fueron cancelados. Entonces el deseo de lanzarla y la satisfacción de compartirla con la gente ha sido muy especial. El hecho de que la presentásemos el otro día en el cine Capitol cuando apenas había 7 u 8 personas en la sala, un sábado a las 5 de la tarde, a mí me emocionó personalmente porque pensé que esas personas que habían ido a esa hora al cine a ver nuestra película la habían elegido. Esa peli a esa hora. Y sentí que ellos, más que nadie, se merecían esa presentación, porque asistimos el director [Miguel Ángel Jiménez], Gaizka Ugarte, el actor que hace de mi hijo, y yo. Y así lo hicimos también en La Vaguada y en los Renoir.
¿Y cómo os sentís en situaciones así? ¿Qué futuro le veis a corto-medio plazo a esta situación?
Fue muy emotivo porque hoy presentar una película, con todo lo que estamos viviendo, se convierte en un desafío, es un reto, algo que parece imposible. Quienes formamos parte de la industria lo estamos pasando muy mal porque los proyectos se cancelan y vivimos en la misma incertidumbre que sufre el resto de personas. Y es angustioso porque no sabes cuándo va a terminar y cuándo vas a ver la luz. Lo único que podemos hacer es seguir viviendo, confiar en que todo esto también pasará y tomarnos ese tiempo como un espacio de reflexión para aprovechar el tiempo con la familia, ver películas, leer, ir al teatro... porque de lo que sí estoy segura es que ahora es más necesario que nunca poder evadirse con el arte. Y creo que el cine y el teatro son lugares seguros: te sientas, mantienes la distancia de seguridad, no estás hablando, no estás gritando ni compartiendo comidas en una terraza... En fin, es mi punto de vista.
¿Una reflexión sobre la situación actual?
Lo que nos rodea es absolutamente caótico y confuso. Pienso en toda la gente que lo está pasando tan mal, que no tienen ni para comer, ERTES que no cobran, emigrantes que viven en pisos pequeños y compartidos con varias familias; también pienso mucho en los sanitarios y en los médicos, en el desastre emocional y físico que padecen, y que desde luego los políticos no están ayudando a resolver. Hay desconcierto en la sociedad y claro, mucho enfado. Enciendo la televisión y solo hablan de política, enfrentándose unos con otros, y a mí eso me parece incomprensible. Porque luego todos luego pagamos nuestros impuestos.
Ese debate daría para mucho...
Sí, si entramos aquí podemos acabar bastante cabreados. Así que como hace una buena mañana, lo mejor es mirar un poquito hacia adentro y no perder la sonrisa. Y resistir. Dicen que el que resiste gana. Así que intentaremos resistir.